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El trípode

El PP no es el salvavidas del sanchismo

El PP no puede ser el salvavidas del sanchismo cuando las circunstancias políticas del momento afloran «su contradicción existencial» que hace imposible su supervivencia. Invocar un «sentido de Estado» para salvar el sanchismo en esos momentos es un «oxímoron», ya que pretende ser simultáneamente una cosa y la contraria

El PP no puede ser el salvavidas del sanchismo cuando las circunstancias políticas del momento afloran «su contradicción existencial» que hace imposible su supervivencia. Invocar un «sentido de Estado» para salvar el sanchismo en esos momentos es un «oxímoron», ya que pretende ser simultáneamente una cosa y la contraria. Es decir, aparentar ser un digno Gobierno de España y de la UE, con unos socios antiespañoles (Bildu y los separatistas), y además antieuropeos (con los comunistas), ideología condenada por el Parlamento Europeo, junto al nazismo. Ahora se le plantea esta encrucijada a Sánchez ante la imposibilidad de aprobar el incremento del gasto en Defensa que exige la UE para no depender de los EEUU a esos efectos. Con unos socios radicalmente opuestos a esa política –y en especial para protegerse de Putin– como son el «sumatorio cero» de su vicepresidenta comunista y sus aliados de Podemos, entre otros. Alemania, con el resultado de sus elecciones, ha dado varios mensajes de especial interés político para España, algunos ya comentados, a los que se añade el que Scholz era el único dirigente socialista al frente del gobierno de un país de los que conforman el G5 de la UE. Su estrepitosa derrota es un aviso para Sánchez, al tiempo que le coloca ante el espejo de su concepto de la democracia, ya que el canciller convocó elecciones al no poder aprobar los presupuestos por problemas con sus socios de coalición, mientras él lleva presupuestos prorrogados desde 2023. Es decir, sin aprobar ninguno en la actual legislatura. Otra lección del resultado alemán es el triunfo casi absoluto de la AfD en los lander de la antigua RDA –la República Democrática, la Alemania comunista–, lo que evidencia que, precisamente por conocer lo que es vivir bajo un régimen comunista, han rechazado estrepitosamente votar a la izquierda e incluso a la CDU en previsión de su eventual futura coalición, como así es. No prestarse el PP a la trampa de aprobarle esa inversión en Defensa requiere de una adecuada pedagogía –interior, con los propios votantes, y exterior, con los socios de la UE y la OTAN–, pero ello no exime de su aplicación. Caso contrario, el sanchismo puede seguir instalado en el poder para complacer a sus socios y votantes con sus políticas al gusto de Puigdemont, Otegi y compañía. Teniendo al PP para complacer a sus aliados europeos en las cuestiones «de Estado», como en este caso. No es admisible un gobierno de esas características. Y es preciso que sus socios europeos tomen conciencia de quién es Sánchez y le obliguen a convocar elecciones para que hablen los españoles en las urnas.