V de Viernes
Encarando el desafío tecnosostenible
Gobiernos y empresas intentan administrar el elevadísimo consumo eléctrico y de agua de la industria digital para evitar sequías y apagones
La tecnología nos abre un horizonte de posibilidades casi infinito, pero los expertos ya empiezan a preguntarse si el actual ritmo de crecimiento tecnológico es sostenible. ¿Por qué? La IA consume más agua que los seres humanos, y también más electricidad. Lo primero se puso de manifiesto tras revelar Microsoft que está utilizando una cantidad espectacular del líquido elemento para enfriar los datacenter de ChatGPT de Iowa, estado USA que padece problemas de sequía. Y Elon Musk ha escrito recientemente que el planeta debería estar ya preparado para una sequía atroz, que no será solo de agua, que también, sino especialmente de electricidad. Datos ambos más que suficientes para saber que el mundo al que nos dirigimos solo será sustentable si lo organizamos de acuerdo con los parámetros de agua/electricidad antes mencionados. De no ser así, es fácil que tengamos problemas en nuestra vida cotidiana, por mucho que la sensibilización de la sociedad ante lo eco-sostenible haya crecido hasta cotas hasta ahora inimaginables.
Problema 1: el agua. En España, el hiper-centro de datos de Meta en Talavera consumirá más de 600 millones de litros de agua, una zona que padece cíclicamente problemas escasez. Los centros de datos no sólo consumen una barbaridad de energía eléctrica, sino que además necesitan ingentes cantidades de agua para refrigerarse. De modo que cuando usamos el teléfono móvil, estamos emitiendo un volumen de CO2 muy superior al de la industria de la aviación, aunque se ataca a las emisiones de la aviación o a la agricultura, pero nada se dice del consumo de los centros de datos de ChatGPT, Meta o Google.
ChatGPT se creó cerca de campos de maíz de Iowa. No se sabía entonces que había que «regar» sus datacenter con más cantidad de agua que el maíz. El mega-inteligente ChatGPT necesita “beber” una botella de 500ml para mantener una conversación. Cantidad insignificante, pero considerando que Chat GPT superó los 100 millones de usuarios activos mensualmente, su consumo del preciado líquido elemento es de 50 millones de agua dulce cada 30 días.
El problema de fondo está relacionado con la necesidad que tiene la IA de enfriar sus servidores. La huella hídrica de GPT no es más que una pequeña muestra de lo que está por venir. No hará más que crecer a medida que los modelos de lenguaje inteligente perfeccionan sus capacidades. Algo que sucede a una velocidad inimaginable.
Pese a que no existen cifras exactas, se calcula que el consumo hídrico digital global podría suponer alrededor de 420 mil millones de litros de agua al año, que es el equivalente a una ciudad de 8 millones de habitantes, como Nueva York.
Con este panorama, las empresas se han lanzado a resolver el problema de la gigantesca huella hídrica de internet, que se añade a la energética, también enorme, amén de contaminante.
Cuestión 2, la electricidad. Elon Musk ha avisado que la próxima sequía no será de agua sino de electricidad. Se augura un crecimiento exponencial de la demanda de electricidad por causa de la inteligencia artificial, los coches eléctricos y la climatización. De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial de electricidad de los centros de datos va camino de duplicarse de aquí a 2026. Hay quienes piden acelerar la instalación de paneles solares y quienes apuestan por la energía nuclear, como Sam Altman, CEO de OpenAI, que tiene inversiones en tecnología incipiente de fusión. O Microsoft, que invierte en pequeños reactores modulares de fisión SMR para sus futuros centros de datos.
Elon Musk cree “la IA se quedará sin transformadores en 2025". Ha dicho también que "la computación de la inteligencia artificial en la nube parece estar aumentando en un factor de 10 cada seis meses. Esto no puede continuar a un ritmo tan alto para siempre, pero nunca he visto algo parecido".
El problema está, por tanto, en el agua y en la energía. Sin una cosa y sin la otra no es posible la sociedad hacia la que nos dirigimos. Pero un problema mayor está en saber si, en ambos casos, los crecimientos estimados son sostenibles, o estamos ante un escenario en el que se impondrá el desorden sobre todo lo demás. Tal es el desafío.