Sin Perdón

Sánchez abraza el populismo montado en un Lamborghini

«No creo que se salga con la suya, pero no hay que olvidar su habilidad a la hora de comprar voluntades y su capacidad de resistencia basada en la ausencia de principios»

Al escuchar a Sánchez me pregunto cuándo los españoles le otorgaron el mandato para profundizar hacia el federalismo. Me temo, además, que esos excelsos pseudojuristas que tiene el sanchismo se lo habrán contado mal. Es fácil imaginarles en una clase magistral como si hubieran encontrado la piedra filosofal que permitirá acabar con las exigencias de los independentistas. Kelsen les debe sonar a un champú, Loewenstein a un director de cine y a Heller lo confundirán con un futbolista. En el caso de Schmitt se hacen un lío seguro. Les recuerdas a Lucas Verdú y creen que la primera palabra es el nombre. Lo del federalismo les suena bien, pero no porque lo hayan estudiado sino por ser el modelo de Estados Unidos, Alemania, Austria o Canadá. Su problema es que pasaron más tiempo cabildeando en la universidad que estudiando. Al final, se sumaron a las redes clientelares y al consiguiente dedazo. No les fue difícil conseguir alguna plaza cuando se abarataron las oposiciones o pudieron acudir al cuarto turno para acceder a la magistratura. Por supuesto, también podían ser colocados como letrados del Tribunal Constitucional.

El desorden intelectual de estos pseudojuristas y algunos escribidores explica que Sánchez cometa errores como confundir el Lamborghini con el Maserati. Por cierto, los lobistas que rondan al Gobierno socialista comunista, los que se enriquecieron con las mascarillas en las administraciones del PSOE, los de los ERE y los protegidos del millonario José Manuel Contreras han ganado y están ganando tantos millones que son los horteras nuevos ricos que pueden comprarse todos los coches de alta gama que quieran. Es verdad que el sanchismo cuenta con la protección de la poderosa armada mediática de la izquierda. Eso explica lo que estamos viendo y leyendo estos días. Es curioso que cuando gobiernan los socialistas aparece la plaga de los conseguidores. Sánchez dijo que venía a luchar contra la corrupción, aunque ahora entiendo que no se refería ni a la sistémica que afecta al PSOE ni a los lobistas de las redes clientelares de la izquierda. Al igual que en el Gobierno se pavonean de su control del Constitucional, gracias a la presidencia de Conde-Pumpido y las magistradas que obedecen ciegamente sus instrucciones, también tenemos a los conseguidores que se dedican al asalto del sector empresarial o a la apertura de las puertas para que fluyan las comisiones, los negocios y los pelotazos.

Este sábado pedía a los palmeros que ha colocado en la dirección del PSOE que se profundice en la España federal frente al modelo del PP que se ajusta, por cierto, a nuestro ordenamiento constitucional. Hay alguna voz discordante, pero el resto me recuerda el comportamiento que tenían los burgueses catalanes, que se enriquecían con los permisos de exportación y un mercado interior cautivo, con sus empleados y los políticos que estaban en nómina a lo largo del siglo XIX y XX. Lo que hemos leído en los libros de Historia o visto en series y películas no es una ficción. Era un comportamiento autoritario e incluso despótico basado en la frase de «quien paga, manda». Ahora sucede lo mismo con el rebaño de ovejas en que se han convertido los integrantes de los órganos de dirección del PSOE. Mandan menos que mi perra Lolita.

El presidente del Gobierno ha decidido seguir la vía inconstitucional de ceder la soberanía fiscal a Cataluña basándose en un sistema de cupo que no se llamará así, aunque no hay que descartar que Puigdemont le exija una nueva humillación y condicione el apoyo a los Presupuestos y al nuevo sistema de financiación insolidaria a que se denomine concierto. Por supuesto, los palmeros del comité federal del PSOE aplaudirán esa decisión no sea que acaben en el paro. Hace mucho frío lejos del sanchismo y no habría sitio, además, para colocar a tantos ex altos cargos en el poderoso aparato lobista. Sánchez aderezó este sábado su discurso con los habituales tópicos de la izquierda castrista o kirchnerista. Una vez abrazado el populismo iberoamericano hay que insistir en que la derecha es muy mala mientras que la izquierda socialista comunista nos conducirá a la gran utopía. El PSOE dejó la economía española destrozada en 2011 con un paro, un endeudamiento y un déficit público espectaculares. Eso sí fueron recortes en los servicios públicos.

No podemos esperar nada de un discurso y una estrategia basada en el Lamborghini y en radicalizar a la sociedad para garantizarse la continuidad en el poder. Ha optado, una vez más, por utilizar el tema territorial para conseguir el voto de los independentistas que se crecen en estas circunstancias. Las decisiones que ha tomado el PSOE en las últimas décadas no han hecho más que debilitar a España, la Constitución y el Estado de Derecho. La teoría de Sánchez es que le basta con controlar el voto nacionalista en el País Vasco, Cataluña y Navarra para mantenerse en el poder, porque el PSOE tiene un suelo sólido en el resto de las autonomías. Es lo que sucedió en las pasadas elecciones generales. Al igual que sucede en el fútbol, hay personas que le votarán haga lo que haga y el resto no le importan. El sistema electoral le favorece, aunque tenga que aguantar la incomodidad de tener en contra a la mayor parte de las comunidades. Le resulta indiferente el rechazo generalizado a la soberanía fiscal catalana, tal como la definió ERC tras concluir el pacto con el PSOE y sin que nadie lo haya desmentido. No creo que se salga con la suya, pero no hay que olvidar su habilidad a la hora de comprar voluntades y su capacidad de resistencia basada en la ausencia de principios.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)