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El trípode

Sánchez, entre Maduro y Puigdemont

Los cargos intermedios de su formación y dirigentes municipales han hecho llegar a Waterloo su honda preocupación ante el aumento de la Aliança Catalana

La llegada de Trump a aguas del Caribe «a bordo» del mayor portaaviones del mundo, con un gran cargamento de material militar de última generación y miles de militares a bordo, no es una cuestión menor precisamente, y no solo para Maduro, sino también para Sánchez. El secretario de Guerra estadounidense ha afirmado que a los cárteles de la droga a los que afirma tener identificados y controlados, «los van a perseguir como a Al Qaeda, hasta aniquilarlos». Lo que, dada la estrecha relación mantenida por Sánchez con esos dirigentes, colegas suyos del grupo de Puebla, última versión del Foro de São Paulo, es previsible que tenga réplicas que del Caribe atraviesen el Atlántico, hasta llegar a España. Y quizás al final se conozcan el contenido y destinatarios de las famosas maletas de Delcy, la vicepresidenta de confianza de la narcodictadura de Maduro. A esa realidad se añade que Puigdemont ha anunciado su enésima amenaza de romper con el sanchismo, y que esta vez puede que se materialice en algo tangible. Los cargos intermedios de su formación y dirigentes municipales han hecho llegar a Waterloo su honda preocupación ante el aumento de la Aliança Catalana de la ultraderechista y separatista alcaldesa de Ripoll Sílvia Orriols, que les está comiendo su espacio electoral de manera acelerada. Lo que guarda directa relación con que sus votantes, en gran medida procedentes de la antigua CiU, no mantienen una especial sintonía con el Frente Popular sanchista, especialmente en políticas como las de inmigración, vivienda y fiscal, entre otras. La conclusión de estos encuentros, con la cumbre de ayer de Junts en Perpignan (en el sudeste de Francia, sin comentarios...), con la posibilidad de acordar hoy la ejecutiva del partido una consulta a la militancia para que se pronuncie sobre una eventual ruptura con el sanchismo, coloca al inquilino de La Moncloa en estado de alerta. No como el de la covid, pero sin duda más dañino personalmente para él. Y quizás todavía felicite Sánchez a la reciente premio Nobel de la Paz María Corina Machado, a la que, como es sabido, él no felicitó, «pues no había felicitado nunca a los galardonados» (como «acredita» la verdad). En cuanto a una ruptura de Puigdemont con Sánchez, si no va acompañada de una moción de censura que tenga como único objetivo cesarle a él y convocar elecciones, no tendrá más incidencia inmediata que seguir arrastrando a un «Gobierno» que «no tiene nada que gobernar» al carecer de Presupuestos (Sánchez dixit), y de manera escandalosa por tercer año consecutivo, violando literalmente el artículo 134 de la Constitución. Y España en estas manos; y en las de Otegi.