Tribuna

¿Solidaridad euroatlántica o seguidismo atlantista?

El actual carácter anglo-estadounidense de la OTAN es un elemento crucial para entender las dinámicas del rápido traslado del eje de poder desde el Centro al Noreste de Europa

¿Solidaridad euroatlántica o seguidismo atlantista?
¿Solidaridad euroatlántica o seguidismo atlantista?Raúl

A un año de la Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid –donde se acuñó el nuevo Concepto Estratégico– poco o nada se ha logrado avanzar ni en la implementación de políticas, ni en la dotación de recursos y capacidades orientadas a dar cobertura al Flanco Sur. Ello, a pesar de que en el nuevo concepto estratégico de la OTAN los países aliados reafirman su voluntad de atender desde un enfoque de 360 grados todas las amenazas y desafíos que se proyectan sobre los países de la Alianza (incluidas, como es obvio, aquellas que provienen desde el Flanco Sur). Es decir, un enfoque que tiene como objetivo garantizar la defensa colectiva de los países aliados en todos los flancos.

No obstante, lo anterior, la ausencia de una perspectiva estratégica de la OTAN hacia el Flanco Sur sigue siendo algo real. Esta situación no es sostenible. Pues, las amenazas que provienen del sur generan, como es natural, inquietud y alarma entre los países europeos del Mediterráneo occidental. En concreto, la presión sobre las fronteras de estos países es profunda. Por una parte, existe el riesgo de vacío de poder en varios países del Golfo de Guinea y del Sahel, una región en la que predominan Estados con una enorme fragilidad institucional. Por la otra, existe la percepción de que un eventual escenario de caos en el Golfo de Guinea y en el Sahel acabará afectando, más tarde o más temprano, a los países del Norte de África, con las evidentes consecuencias que ello tendría para países como España e Italia (que sigue padeciendo el estado de anarquía en el que se haya Libia).

Sin perjuicio de que España es un país solidario con sus socios y aliados, el actual contexto europeo e internacional no está siendo propicio para sus prioridades geopolíticas más acuciantes. Por consiguiente, los objetivos estratégicos de la Alianza atlántica tampoco parecen converger del todo con los de España en estos momentos. El marcado liderazgo anglo-estadounidense de la OTAN, influenciado de manera determinante por el factor de la guerra en Ucrania, hace que el enfoque de esta consolide a una serie de actores (Polonia, Suecia, Finlandia y los bálticos) y de áreas geográficas (Flanco Norte y Flanco Este), en detrimento de otro. En este escenario, España e Italia son, a juzgar por la actual visión estratégica de la Alianza, los países cuyos intereses geopolíticos salen más perjudicados. El actual carácter anglo-estadounidense de la OTAN es un elemento crucial para entender las dinámicas del rápido traslado del eje de poder desde el Centro al Noreste de Europa.

El horizonte temporal de esta orientación estratégica de la Alianza hacia el Norte y el Este no parece que vaya a experimentar cambios radicales en el corto plazo. Al menos, no antes de que finalice la guerra en Ucrania. Esto se traduce en que la visión de la OTAN no se proyectará hacia las prioridades relativas al Flanco Sur si no es en el medio y largo plazo. Como se puede observar, esta situación condena a un segundo plano no solo a los intereses geopolíticos de España, sino también a sus intereses en materia de industria de defensa. Por ejemplo, en materia de asignación de contratos por parte de las agencias de la OTAN, las empresas españolas del sector están infrarrepresentadas. Ello, a pesar de que existe en estos momentos una alta demanda de tecnología militar dentro de la Alianza.

La ausencia de empresas españolas en la reciente reunión de la OTAN con la industria de defensa de los países aliados no es sino el ejemplo más reciente, pero que refuerza la percepción de que los intereses y las prioridades de España están siendo desatendidos e infravalorados en el marco de la Alianza. Lo cierto, es que resulta difícil comprender el motivo que subyace detrás del hecho de no invitar a ninguna empresa española del sector de la defensa. Desde una perspectiva política, la decisión ha sido incongruente en tanto que se ha perdido una oportunidad clara para demostrar un mayor compromiso con los aliados cuyos intereses nacionales no necesariamente están en el Flanco Norte o en el Flanco Este y que, sin embargo, han mantenido intacta su solidaridad y sus esfuerzos para con los demás.

En resumen, la actual orientación estratégica de la OTAN, bajo liderazgo anglo-estadounidense y críticamente influenciada por la invasión a Ucrania, corre el riesgo de enfocarse en el árbol y perder de perspectiva el bosque. Dicho de otro modo, a pesar de las comprensibles y justificadas urgencias que provienen del Flanco Norte y el Flanco Este, la próxima cumbre de la Alianza en Vilnius deberá, necesariamente, concretar los medios y los recursos para prestar mayor atención a la situación en el Flanco Sur si no se quiere que la solidaridad euroatlántica sea percibida como mero seguidismo atlantista.

Youssef Louah Rouhhou. Analista de asuntos internacionales.