Editorial

Suma de fuerzas para derrotar la involución

Sánchez será investido, pero gobernar contra el pueblo y sin el pueblo carece de futuro

A medida que se conocen los detalles y se desgranan las novedades sobre las maniobras de Pedro Sánchez para atar la investidura y el poder, crece, se multiplica, la certeza de que el inquilino de La Moncloa ha decidido la voladura del régimen constitucional y la democracia que emergió de la gesta que fue la transición, especialmente agitada por un ensañamiento contra la Justicia y la división de poderes. La verdad es que cada noticia que surge acerca de los cambalaches y los contubernios de los socialistas con sus socios es peor que la anterior y se constata que España ha enfilado un proceso de involución que nos condena a un abismo de arbitrariedad y sectarismo sin vuelta atrás. Como estaba cantado desde la misma noche de las elecciones generales del 23J, el líder socialista se ha garantizado 179 votos a favor de su candidatura tras los acuerdos que los socialistas han cerrado en las últimas horas con el PNV y Coalición Canaria, este último especialmente indecoroso después de ofrecer su apoyo a Núñez Feijóo como si el futuro del país declinara ante las canonjías para el partido y su casta. Las cesiones al soberanismo vasco han seguido la estela de la desconexión y desmembramiento del Estado con el desistimiento expreso del presidente en funciones de atender y defender el interés general frente a los que chantajean con el fin de asegurarse el privilegio, la prosperidad y el bienestar a costa de los ciudadanos del resto de España. Esa avidez por el poder absoluto del aspirante socialistas ha permitido que el PNV haya arrancado al PSOE el reconocimiento de la nación vasca y el traspaso de todas las competencias pendientes, además de la cesión del Régimen Económico de la Seguridad Social en un plazo de dos años de máximo, con lo que Sánchez ha apuntillado la caja única, uno de los ya escasos vínculos vertebradores de la nación. Aunque somos conscientes del panorama crítico, el peor y más amenazador de la historia de la democracia, y de que Sánchez, la izquierda y su orfeón mediático ya celebran el triunfo, la otra cara de la moneda es que la oposición a este movimiento de subversión del orden constitucional no para de crecer, con colectivos nucleares del Estado empeñados en la defensa de la libertad y la igualdad, con el matiz singular de su transversalidad ideológica: jueces, fiscales, abogados del Estado, miembros de las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado, inspectores de Trabajo, inspectores de Hacienda, empresarios, la gente... Y Europa. Este será un frente complicado. La doctrina comunitaria rechaza ámbitos de impunidad para la corrupción y el terrorismo en los estados miembros, por lo que la ley de amnistía sería contraria al derecho europeo. Como contraste a la esperanzadora respuesta de la sociedad civil, resulta desalentador la sumisión de lo que fue el PSOE, hoy partido sanchista. La soledad de García-Page, en una rebeldía retórica inane, desnuda a unas siglas sin pulso ni alma en una silente agonía. Sánchez será investido, pero gobernar contra el pueblo y sin el pueblo carece de futuro.