Editorial
Tiempo crítico para la seguridad mundial
Por la historia sabemos que no puedes razonar con un tigre cuando tienes la cabeza en su boca y que si quieres la paz, debes prepararte para la guerra. Son lecciones eternas que algunos nunca aprenderán
La matanza de la sala Crocus City Hall en Moscú, que a la hora de cierre de esta edición había dejado 133 personas asesinadas, nos ha devuelto la brutal determinación genocida del terrorismo en cualquiera de sus manifestaciones y acentos. El Estado Islámico se responsabilizó del atentado con los cuerpos aún calientes. El retorno del yihadismo no ha sido tal, porque nunca se fue ni renunció al objetivo de exterminar a quienes integramos sociedades que han sentenciado como infieles. La cruda verdad, que los distintos países que hemos padecido los estragos de tanta vileza sabemos bien, es que nadie está a salvo, que no podemos bajar la guardia y que es una lucha por la supervivencia en la que no caben tacticismos que atenúen el rostro de la maldad y lo relativicen. La matanza ha abierto otro frente más de zozobra en el complejo equilibrio geoestratégico en el que la comunidad internacional se desenvuelve en este presente aciago. Los terroristas del Crocus City Hall, más allá de sus motivaciones y planes, atacaron el centro de poder de una potencia agresora, culpable de una invasión ilegal y una guerra de anexión en el corazón de Europa. La lectura y la respuesta del autócrata Putin obliga a contener la respiración. Meter en la misma ecuación venganza y Ucrania, como probable cómplice, establece un pésimo presagio, y de paso desvía el foco sobre las responsabilidades del Kremlin por ignorar los avisos de los servicios de seguridad occidentales en las semanas previas. El recrudecimiento de una guerra con un desgaste ya de por sí feroz está encima de la mesa como una opción factible, incluso con un salto cualitativo y territorial del conflicto. La paz en el mundo pende cada día de menos y más frágiles hilos. La tensión entre bloques es una crónica diaria y las democracias y su causa deben asumir que enemigos poderosos, con centros en Pekín, Moscú o Teherán, pero no solo, acechan para acabar con nuestro modo de vida. Putin ha puesto a Rusia en pie de guerra y ha activado de manera paulatina su enorme potencial. Las alertas de estas semanas y meses de cancillerías y altos mandos militares en Alemania, Francia, Dinamarca, Suecia o Polonia sobre la necesidad de mentalizar a la población y de estar listos para cualquier escenario bélico constituye un ejercicio responsable y realista frente a los tambores que resuenan en el este. Pedro Sánchez está en otra onda y pide contención a quienes hablan de escalada como si fueran voces enajenadas. A falta de coraje y responsabilidad, indiferencia, ideología y cortoplacismo podrán funcionar en una sociedad acomodada que piensa que la paz y la prosperidad son eternas, pero no protegerán derechos ni libertades cuando la ocasión lo precise. Por la historia sabemos que no puedes razonar con un tigre cuando tienes la cabeza en su boca y que si quieres la paz, debes prepararte para la guerra. Son lecciones eternas que algunos nunca aprenderán.
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