
Las correcciones
El «tonto útil» de Putin
Trump persigue ilusoriamente un «Nixon a la inversa», la atracción de una Rusia Euroasiática que no existe
Donald Trump ha despreciado una vez más a sus socios transatlánticos y a Ucrania. Al terminar la primera reunión de su Gabinete de este segundo y sombrío mandato, el presidente norteamericano descartó la adhesión de Ucrania a la OTAN. «Puedo decirles que pueden olvidarse de la OTAN», respondió Trump a un periodista al ser preguntado sobre la invasión ilegal de Rusia y las negociaciones abiertas con Moscú. El presidente estadounidense hizo una vez más de altavoz de la propaganda rusa y aseguró que el debate sobre la entrada de Ucrania a la OTAN fue «probablemente la razón por la que empezó todo». Putin ha repetido en numerosas ocasiones que la expansión de la Alianza Atlántica hacia el Este representa una amenaza existencial para Rusia (ciertamente lo es para la continuidad de la cleptocracia, no creo que lo sea para la nación en sí). El presidente estadounidense se negó, además, a ofrecer garantías de seguridad que «vayan mucho más allá» a pesar de que los dos países se preparan para firmar un acuerdo de explotación de las «tierras raras» y, sobre todo, de yacimientos de petróleo y de gas con los que Ucrania quiere retener a toda costa la asistencia norteamericana. Zelenski, que viaja hoy a Washington, ha ofrecido dar un paso atrás si eso permite que su país se integre en la OTAN.
No se sabe si es por desconocimiento, manipulación o codicia, Trump está gestionando la guerra de Ucrania como si fuera «el tonto útil» de Putin. En su intento de romper la pinza Moscú-Pekín, el director de Investigación del Instituto Tomás Moro, Jean-Sylvestre Mongrenier, sugiere que está persiguiendo un «Nixon a la inversa». En una entrevista en «Le Figaro», Mongrenier cree que el presidente estadounidense y su equipo quieren conseguir lo contrario de lo que hicieron Nixon y Kissinger en los años 70: poner a China en contra de la Unión Soviética. Trump sueña con la Rusia «Euroasiática» para debilitar a Xi Jinping, pero esa Rusia no existe. Putin ha pivotado a Asia. China, Corea del Norte e Irán le han suministrado una asistencia vital en estos tres años de guerra sin cuartel. Pero, como dijo el zar Alejandro III: «Rusia sólo tiene dos aliados, su ejército y su armada»; por eso sí va a explotar esta ilusoria maniobra trumpiana para debilitar el orden transatlántico y proyectar su poder sobre Europa. Es su gran ambición geoestratégica para equilibrar su relación con China. En medio de este juego de seducciones, liberó el pasado 11 de febrero a Marc Fogel, un ciudadano estadounidense al que Rusia detuvo en 2021.
El deseo de Trump de detener «esta matanza» en Ucrania es lógico. La línea del frente está prácticamente estancada desde noviembre de 2022. Ninguno de los dos bandos parece que pueda asegurarse una victoria final, pero son incapaces de parar esta guerra de desgaste. La gran cuestión es cómo termina. Con una Ucrania independiente y libre bajo el paraguas de una defensa europea reforzada o con una Ucrania bajo la bota de una Rusia rehabilitada en la escena internacional y una Europa débil y dividida. El presidente estadounidense, que alguna vez se ha declarado un «reaganiano» preocupado por la «claridad moral», deberá elegir si quiere pasar a la Historia como el líder que detuvo la amenaza rusa o la subestimó fatalmente.
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