Tribuna
Transición energética vs. desarrollo económico
La transición energética se desarrollará durante un largo período y durante ese tiempo la inversión en energía convencional será una parte necesaria
Según fuentes fiables consultadas, en los últimos 15 años, la energía eólica y solar han crecido de cero al 15% de la generación eléctrica mundial. Sin embargo, la energía derivada del petróleo y el carbón apenas se ha reducido del 85% en 1990 al 80% en 2024, alcanzando, en términos absolutos, máximos históricos. La preocupación por el denominado «cambio climático» había generado expectativas de un abandono de los combustibles basados en el petróleo, el gas y el carbón, para abordar la energía eólica, solar, hidrógeno y biocombustibles. Sin embargo, se está lejos de alcanzar para 2050 «emisiones netas cero» y no hay un plan para realizar la inversión que se requeriría para hacerlo. La Agencia Internacional de la Energía informó en 2021 que, para que el mundo cumpla los objetivos de 2050, las emisiones de gases de efecto invernadero tendrían que disminuir de 34 gigatoneladas en 2020 a 21 gt. en 2030. Sin embargo, las emisiones han aumentado alcanzando 37 gt. en 2023.
Además de la tremenda inversión que requiere la transición energética y de la incertidumbre sobre quién lo pagará, existen otros objetivos nacionales, como el crecimiento del PIB, el desarrollo económico y social, la seguridad energética y la reducción de la contaminación, en un escenario cercano a la recesión en algunos países avanzados.
La demanda de hidrocarburos aún no ha alcanzado su punto máximo, ni siquiera se ha estabilizado, sigue en tendencia ascendente. El consumo total de energía ha aumentado un 70% y se espera que la población mundial crezca en aproximadamente dos mil millones en las próximas décadas, con gran parte de ese crecimiento en el Sur global. En África, casi 600 millones de personas viven sin electricidad. A medida que la población de África crezca, habrá más necesidades que cubrir, lo que creará una mayor demanda de energía. Sin desarrollo económico y social, la migración hacia el Norte aumentará.
Según el Grupo de Expertos Independientes de Alto Nivel sobre Financiación Climática, los países desarrollados tendrían que gastar aproximadamente el 10% del PIB anual, para apoyar los flujos de capital hacia el Sur global para el progreso de la transición energética, en un momento en el que muchos países se encuentran con altos niveles de endeudamiento. Como resultado, la mayor parte de la carga financiera recaerá sobre las economías avanzadas. Pero incluso en estos países la deuda ha aumentado considerablemente. Actualmente, la deuda global supera el 100% del PIB mundial, un nivel no alcanzado desde la Segunda Guerra Mundial, y es una limitación a la capacidad de los gobiernos para financiar la transición energética a través del gasto público.
Además, en el mundo en desarrollo vive el 80 por ciento de la población mundial. Por ello, equilibrar las prioridades climáticas con el desarrollo económico es un factor clave. En el Sur global, la transición energética compite con el crecimiento económico. Según muchos países, la necesidad de transición debe equilibrarse con la de sobrevivir, de garantizar la eliminación de la pobreza, garantizar la educación, salud e infraestructura básica y no pueden verse amenazadas por una transición energética impuesta.
La Agencia Internacional de Energía ha informado que la demanda mundial de los minerales necesarios para las «tecnologías de energía limpia» se cuadruplicará para 2040. Actualmente, China procesa el 98% de grafito, el 75% del litio y cobalto y el 50% del cobre a nivel mundial, todos ellos precisos para las tecnologías avanzadas. China ya tiene una posición dominante en la minería y una posición predominante en el procesamiento de minerales para convertirlos en metales esenciales para la infraestructura de energía renovable. Además, representa más del 60% de la producción minera de tierras raras del mundo, en comparación con el 10% de Estados Unidos, y más del 90% del procesamiento de tierras raras. China tiene una posición dominante y financia proyectos en más de 70 países.
Las inversiones en tecnologías de energía limpia, su investigación, desarrollo e implementación han impulsado importantes reducciones en los costos de la energía solar y eólica. En ese escenario, aparece el renovado apoyo al papel de la energía nuclear como una necesidad para las estrategias de transición, accesibilidad y confiabilidad. Los Pequeños Reactores Nucleares Modulares (SMR) de última generación marcarán la diferencia. Italia recientemente ha apostado por ellos y no renovará las centrales clásicas.
En definitiva, la transición energética se desarrollará durante un largo período y durante ese tiempo la inversión en energía convencional será una parte necesaria. La importancia de acomodar el crecimiento económico y el acceso seguro y barato a la energía subraya la necesidad de seguir un camino más pragmático que el tomado hasta ahora por la ONU, la UE y los países desarrollados.
Luis Feliu Bernárdezes general de brigada (R).