A pesar del...
Trenes Warren
La apuesta de Warren, como siempre, es que pague otro. Firme y machaconamente
No pensemos mal. Seguramente habrá sido por casualidad. Pero resulta que justo en el momento en que más arrecian las protestas ciudadanas por los retrasos de los trenes apareció un reportaje de doce páginas en El País Semanal, y nos enteramos de que Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también tiene toda su energía dedicada a mejorar nuestra vida, y en particular la ferroviaria.
El texto no tenía desperdicio, señora. Mire: «Desde junio de 2018 la apuesta política del Ejecutivo de Pedro Sánchez por Cercanías ha sido firme y machacona. Hasta el punto de hacerlo gratuito desde septiembre de 2022 para los pasajeros que realicen al menos 16 viajes al mes». O sea que la apuesta de Warren, como siempre, es que pague otro. Firme y machaconamente.
Y Warren no tiene límites a la hora de cuidarnos, porque atesora «el innovador anteproyecto de ley de movilidad sostenible, que la define como “un derecho social”, unido al Estado del bienestar». Warren en plena santidad, obsequiándonos con derechos y más derechos.
No se le ocurrió a El País preguntarse si eso no comportaba la violación de algún derecho, sin ir más lejos, el derecho de propiedad de las trabajadoras al fruto de su trabajo, necesariamente vulnerado por los llamados derechos «sociales», presentados por los políticos y los medios de comunicación como si fueran regalos generosos y progresistas.
Nadie se preguntó nada en una sesión de descarada propaganda oficial. La secretaria general de Transporte Terrestre, Marta Serrano, declaró: «Este Gobierno está comprometido con las personas, no con los coches… La derecha dejó de invertir en el ferrocarril convencional por su visión de la sociedad. Optaron por el coche por centralismo e individualismo. El modelo de éxito de la derecha es el cochazo. El mío, el transporte público».
No me dirá usted que no es impresionante. Como si los trabajadores no prefirieran los coches –de hecho, los usan y la izquierda los hostiga porque no compran los costosos eléctricos, que el progresismo idolatra. Como si la izquierda no hubiese gobernado nunca. Como si el Índice de Miseria, que publicó el Instituto Juan de Mariana, y que suma paro e inflación, no hubiese registrado la mayor posición para España en la Unión Europea bajo el Gobierno de Warren Sánchez, ese valeroso azote del «neoliberalismo». Y especialmente de las trabajadoras, señora.
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