El desafío independentista
Deutschland über alles!
El tribunal de Schleswig-Holstein no debió examinar el fondo de si concurre o no delito de rebelión, porque para eso está la justicia española, que es la que debe hacerlo. «Sentenciar» en dos días y privando en parte de efecto útil a los juicios en general que al respecto tienen que hacer los jueces españoles contra Puigdemont y otros acusados en nuestro país, es un acto jurídicamente grave, seguramente nulo de pleno derecho, cuya explicación no es fácil de hallar.
Busco tal explicación, a tan singular hecho, como jurista dedicado al derecho comparado y con experiencia en juicios y como persona con conocimiento de la sociedad y del derecho de Alemania (ya que hice allí un segundo doctorado en Derecho, con dedicación y esfuerzo por cierto, en Dresden, así como exprofesor en Friburgo, y becario Humboldt, y hasta asesor en una ocasión importante del Gobierno alemán, etc.). Por supuesto, estoy hermanado con este derecho alemán y me mueve sobre todo afecto hacia los colegas alemanes. Y hasta tengo familia tocando con Schleswig-Holstein.
Una primera explicación, acaso más sociológica que jurídica, es la relativa a que, en esto del Derecho, te puede «tocar» un juez así, que sentencie un disparate de tal magnitud, tanto en Holstein como en Sebastopol: pese a que el Estado de derecho se presume racional, hay un componente de aleatoriedad e imprevisibilidad bastante considerables (me permitiría remitirme, sobre esto, a mi librito «Juicio a un abogado incrédulo», editorial civitas).
Por otra parte, sin que ello afecte obviamente a todos los juristas alemanes, es cierto que hay en algunos un componente de soberbia cuando se trata de valorar el derecho de los Estados del sur de Europa (los «Südländer»). Y, como esta historia de la extradición no se solucione bien finalmente, presumo corta vida o interés a la Unión Europea. Sobre esta posible actitud de los juristas, podría contar incluso hasta diversas anécdotas apropiadas a un periódico: recuerdo que un jurista alemán de especial prestigio actualmente realizó en su día su estudio de «habilitación de cátedra» con el tema de «la degradación de la calidad del derecho alemán ante la influencia (negativa) del derecho europeo», donde nada menos que se llegaba a postular que la uniformidad que provoca el derecho europeo causa en el derecho alemán un efecto de degradación de su calidad jurídica. Por cierto, el Tribunal de Luxemburgo ha venido haciendo oídos sordos a semejante línea de argumentación.
Hagamos también autocrítica, del lado nuestro, español: lo cierto es que el tribunal de Schleswig-Holstein nos pide más información. No he consultado la defensa española, pero también en esto les puedo contar como experiencia personal un contencioso en que el Tribunal de Luxemburgo siguió la tesis de un dictamen de mi autoría, y creo que en general los profesores universitarios (por tener más tiempo y más método que otros juristas) estamos más acostumbrados a aportar estudios de fondo que otros funcionarios (jueces o abogados del Estado) sobre quienes pesa más el rigor de la rutina procesal en la que emplear tiempos.
Y es que no deberíamos escatimar todos los medios posibles, en esta lucha donde está en juego la unidad de España, porque estamos ante un contrincante bien entrenado (el separatismo catalán lleva cuarenta años de rodaje), sutil, escurridizo (ahí están, en Bélgica, Suiza, Escocia...) y marrullero (dicho separatismo es capaz de conseguir nada menos que violentar –como jamás en la Historia– los ejes fundamentales del sistema constitucional y, al mismo tiempo, pasar por pacifismo, cuando nada puede violentar más el orden jurídico que un golpe de Estado).
Lo peor de todo es que están difamando seriamente la imagen de España, día a día, con un gran altavoz, hasta el punto de creerse ya algunos una tontería tan grande como que España tiene menos derechos o garantías que otros Estados. Por acabar con esto último: lo que no tiene lógica es que, por haber otorgado España a sus regiones muchas más facultades (en lo político o lingüístico) que la propia Alemania a sus Länder, resulte ahora que, encima, nosotros no seamos una auténtica democracia, y sí lo sea Alemania en cambio, por haber otorgado menos derechos políticos (que es lo que cuenta) a sus regiones. Esto, por favor, que me lo explique alguien. Danke.
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