París

El fin de las ayudas al cambio climático

Esta semana los gobiernos de medio mundo tienen una ronda crucial de negociaciones sobre el clima en Varsovia, Polonia, donde las expectativas están en su nivel más bajo. La reunión en Varsovia ofrece una oportunidad para impulsar acciones frente al cambio climático, algo que todos padecemos pues los gobiernos gastan miles de millones de dólares en subsidios a los combustibles fósiles.

Las negociaciones de Varsovia están en una etapa vital de cara a la Cumbre sobre cambio climático de las Naciones Unidas de 2015 en París. Ahí, los gobiernos tratarán de crear un acuerdo que impida un cambio climático peligroso, definido como calentamiento global de más de dos grados Celsius. El fracaso hará que futuras generaciones estén expuestas a riesgos climáticos catastróficos, mientras que millones de personas quedarán atrapadas en la pobreza debido a tormentas, inundaciones y sequías prolongadas más frecuentes y más intensas.

La magnitud del problema se muestra mediante cálculos básicos del balance de carbono. De acuerdo con el estudio más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), estamos en el proceso de agotar todo el presupuesto de carbono del siglo XXI para 2030.

Así pues, ¿podemos evitar un choque inminente entre los sistemas de energía que impulsan la economía global y los límites ecológicos de nuestro planeta?

Las innovaciones necesarias están surgiendo. Los avances recientes en tecnología eólica, solar, mareomotriz, bioenergética y geotérmica y de pilas de combustible están transformando el alcance de la producción de energía de bajo contenido de carbono. Además de salvar el planeta, estas tecnologías podrían crear nuevas oportunidades de inversiones, ofrecer energía asequible y sustentar el crecimiento.

No obstante, este potencial se logrará únicamente si los gobiernos emprenden políticas ecológicas industriales. Necesitan alinear el objetivo de evitar un cambio climático peligroso con los desincentivos a la producción de energía de contenido intensivo de carbono, incluidos impuestos, mercados de carbono y apoyo para alternativas ecológicas.

Los subsidios a los combustibles fósiles tienen el efecto contrario. Promueven activamente la energía de contenido intensivo de carbono y disuaden las inversiones ecológicas. De acuerdo con la agencia Internacional de la Energía, los gobiernos inyectaron 523.000 millones de dólares en 2011 en subsidios para combustibles fósiles. Desde la perspectiva del cambio climático, este es un mundo al revés: por cada dólar destinado a apoyar energías renovables, seis se usan para promover combustibles de contenido intensivo de carbono.

Gran parte de los subsidios a los combustibles fósiles se encuentran en países en desarrollo, donde se agotan presupuestos y se ofrecen transferencias a hogares ricos. Sin embargo, los países ricos operan sus propios subsidios, con un promedio de 7 dólares por cada tonelada de CO2 que emiten. En investigaciones del Instituto de Desarrollo Internacional (Overseas Development Institute) de Reino Unido que estudiaron la información sobre subsidios fiscales y a consumidores de gobiernos en once países de la OCDE, se encontró que hay un apoyo de 72.000 millones de dólares, o alrededor de 112 dólares, por adulto. Es una forma muy irresponsable de gastar el dinero público.

Las inconsistencias entre las metas sobre el clima y las políticas energéticas son cada vez más profundas. Alemania está dando apoyos opulentos a la construcción de nuevas centrales de carbón. Gran Bretaña ofrece generosos beneficios fiscales para las actividades de exploración de gas y petróleo, incluidos acuerdos excepcionales con compañías dedicadas a la fracturación. Los Estados Unidos destinan grandes cantidades en subsidios a la gasolina y otros combustibles fósiles. En todos estos casos se socavan las metas ambiciosas sobre el cambio climático debido a los subsidios habituales.

Los mercados de carbono podrían corregir los subsidios a los combustibles fósiles, pero no es el caso. La Unión Europea clama el liderazgo global en el tema de cambio climático, pero sus líderes han permitido el hundimiento del precio del carbono en el programa de comercio de emisiones de la UE, debido a una oferta excesiva de créditos de carbono. En contraste, Corea del Sur ha declarado que pondrá en aplicación límites a la emisión de gases de efecto invernadero, que se prevé impulsarán los precios veinte veces más que los de los niveles actuales de la UE para 2017; además, la inversión en energía ecológica en Corea del Sur está en auge. Como los precios de la energía ganan terreno, existe el riesgo de socavar más los incentivos de por sí pobres a la inversión en energías de bajo contenido de carbono. En Europa, los llamamientos para una «energía asequible» se convierten rápido en eufemismos debido a los mayores subsidios a los combustibles fósiles y retrocesos en cuanto a los compromisos de adopción de energía ecológica. Los países del G-20, que en principio ya han aceptado eliminar gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles, deben aprovechar el momento. Podrían tener su propia cumbre en Varsovia para establecer un programa para pasar a la acción. La meta debería ser la eliminación de todos los subsidios a los combustibles fósiles para 2020.

Los países ricos del G-20 podrían ir más lejos y más rápido. Deberían hacer el compromiso de eliminar todos los subsidios para cuando llegue la COP 21, cumbre sobre cambio climático de las Naciones Unidas en 2015, que tendrá lugar en París, y pueden empezar el próximo año mediante la retirada de toda la ayuda a la exploración de gas, petróleo y carbón. Además, deberían destinar parte de los ahorros que resulten en programas de cooperación energética con el fin de servir de apoyo a las transiciones hacia un menor contenido de carbono en países en desarrollo.

La eliminación de subsidios a combustibles fósiles sería un paso pequeño hacia la creación de un acuerdo global sobre el cambio climático; pero un paso en la dirección correcta, y podría restablecer la confianza en un proceso de negociación que no conduce a ningún lado.