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El trípode

Trump: el «malo» de la película

Hay intereses económicos tan importantes como oscuros detrás de la etiología de la guerra de Ucrania

El «equipo internacional de opinión sincronizada» está activado –desde que ganó las elecciones presidenciales– en Trump, convertido en el chivo expiatorio de todas las culpas «habidas y por haber» en la UE. El promover una negociación con Putin para acabar con una guerra que va camino de su cuarto año en Ucrania le ha convertido para ese «equipo» en un belicista que además coloca a Europa en una situación de peligro ante su nuevo aliado Putin. Todo un relato falso de principio a fin. No se olvide que esa guerra tuvo su antecedente «mediato» en la revolución «de colores» del Maydan de febrero de 2014 en la Plaza de Kiev, que fue promovida durante la administración Obama para derrocar al presidente ucraniano por ser considerado «prorruso». Y que la guerra actual pudo terminar en 2022, apenas tres meses después de comenzada en febrero, con un principio de acuerdo entre Rusia y Ucrania en Ankara, bajo los acuerdos de Minsk, con la mediación de Erdogan, siendo por cierto Turquía socio de la OTAN. Y que ese acuerdo se frustró por la actuación del PM Boris Johnson con el apoyo de la administración Biden de EEUU. No es ningún secreto conocer que ambos fueron predecesores de Trump en su primer y segundo mandato, respectivamente, y por tanto implicados directos en la génesis de la guerra que ahora Trump quiere terminar. Hay intereses económicos tan importantes como oscuros detrás de la etiología de esa guerra que se encuentran en el «deep state» estadounidense, con su complejo militar-industrial que produce la mayor proporción del armamento suministrado al mercado mundial que necesita de guerras o de amenazas de ellas para mantener su demanda. Es muy llamativo que cuando se abre una ventana a la posibilidad de acabar con esa guerra, surge la urgente necesidad de un gran rearme en la UE, duplicando el gasto destinado a la Defensa. Y curiosamente, con el PM británico a la cabeza de esa política otra vez. En cuanto a la histeria generada en torno a la situación económica por la política arancelaria anunciada por Trump, considerándole como el culpable de una posible gran recesión, se puede argumentar en la misma línea. Lo que resulta evidente es que para ese equipo la UE no tiene responsabilidad ninguna de una eventual gran crisis económica. La culpa es de Trump por establecer aranceles para compensar su déficit comercial, frente al gran superávit de la UE. No es ser «trumpista» negarse a comprar el relato del equipo internacional referido, dedicado a crear en sus «laboratorios sincronizadores» una opinión pública –por medio de la opinión publicada– al servicio de sus intereses.