Cuartel emocional
Una victoria anunciada
Trump arrolló y ha dejado a medio mundo con un palmo de narices; el otro medio sabía que esto iba a suceder.
El día de las elecciones americanas me llamaba una amiga con cierto susto: “¿qué va a pasar?” Porque el miedo se había repartido como caramelos en las cabalgatas, y yo le decía “hay un dispositivo de seguridad importante, con francotiradores en las azoteas…” pero sabía bien que no iba a ser necesaria la actuación de las fuerzas de élite porque todo se desarrollaría con normalidad y hasta de forma festiva. Trump era un ganador anunciado, pese a esos apelativos que le regalan de machista, misógino, zafio, acosador, pero él gana, Kamala pierde, las peripecias del matrimonio Obama en la campaña de nada valieron, ni siquiera el apoyo permanente de la ya obsoleta Oprah Winfrey que, junto con la candidata, se fundían en una sola persona. Ya está bien del mérito feminista, hay que ser algo más que mujer e inmigrante, que pertenecer al colectivo LGTBI, que promover el multiculturalismo o el aborto y la equidad racial o social, que ser practicante de cultura woke en definitiva; la gente parece que va dejando de ser tonta y los americanos, que nadie lo olvide, menos todavía, y desprecian las políticas de izquierda en que la candidata los iba a sumergir. Las encuestas han fallado con esas milésimas de diferencia entre los dos candidatos que aseguraban. Trump arrolló y ha dejado a medio mundo con un palmo de narices; el otro medio sabía que esto iba a suceder. Así que, de ahora en adelante, a esperar resultados. Por el momento el bitcoin se ha puesto por las nubes cuando ya lo dábamos por un valor residual; la economía de aquel país volverá a efervescer y el paro a caer en picado como sucedió en su anterior legislatura. El mundo en bloque lo deplora masivamente, como en bloque y masivamente han sido derrotados los demócratas. Ya han comenzado a replegarse y a recogerse en sus cuarteles de invierno mientras los progres europeos no entienden por qué los norteamericanos no han votado lo que ellos querían y los latinos tampoco. Dicen latinos refiriéndose a los hispanos. A mí se me antoja que latinos son Plauto, Terencio, Ovidio, Séneca, Virgilio u Horacio, pero la izquierda puso de moda eso de latino refiriéndose a los sudamericanos y ahí se ha quedado la cosa.
Aquí seguimos llorando nuestros muertos, mientras en la isla de La Palma recuerdan, para que nadie se llame a engaño, que el gobierno no ha dado ni una perra gorda de las ayudas que prometió cuando lo del volcán, así que ya pueden ir preparándose los de las zonas afectadas. Lo más que les quedará de recuerdo será la huida de Sánchez como un conejo el día que fue a visitar Paiporta con la detención de los que le arrojaron un palo. Que se sepa nadie ha buscado los que echaron barro sobre el rostro de la Reina y también del Rey, quien recibió un fuerte impacto en la espalda de un cubo, algo que no le provocó el más mínimo gesto de contrariedad. Quiero pensar que esta tocata y fuga del presidente sumará también a toda esa pila de escándalos que pesan sobre su cabeza; hemos de esperar con infinita paciencia porque quiero suponer que es cuestión de tiempo. Y, por favor, que los escribas de Moncloa y de Ferraz se contengan un poco en sus argumentarios de cada día con frases como la maldita “máquina de fango”, porque el cielo volcó fango sobre inocentes, no sobre imputados.
CODA. De nuevo con Melania en la Casa Blanca disfrutaremos de esa decoración navideña exuberante con la que nos abrumó dada la cantidad de árboles que quiso instalar en su interior. El mejor de todos, ella, impecable, tímidamente sonriente, elegante, única.
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