Opinión

Las victorias regaladas

Es curioso que las mayores victorias políticas de podemistas e independentistas sean en el momento en que los electores les han retirado la confianza.

El coste de la investidura y el proceso de negociación entre Sánchez y Puigdemont, toma todo el protagonismo de la actualidad política española, dejando en segundo plano una visión más a largo plazo.

Probablemente, Sánchez repita como presidente del Gobierno. El balance de la próxima legislatura será, como mínimo, preocupante. Un independentismo envalentonado, sabedor de que su fuerza política no guarda proporción ni con los votos que obtengan, ni de los escaños que los representen, sino con la necesidad que tenga Pedro Sánchez en cada momento.

Por esta razón, durante la legislatura, se producirá la mayor presión del separatismo de toda la democracia española. Contarán como aliados a los populistas de Sumar y Podemos, que se fijaron en el 15 M del año 2011 acabar con el régimen del 78.

No sabemos cuál es su modelo de Estado, pero tenemos certeza de que quieren acabar con España como un Estado-Nación.

Es curioso que las mayores victorias políticas de podemistas e independentistas sean en el momento en que los electores les han retirado la confianza. El mérito no es tanto suyo, sino más bien todo se lo deben a Sánchez que, ha arrastrado al PSOE, sacándolo del pensamiento socialdemócrata y llevándolo hacia los nacionalismos y separatismos.

Hoy el debate territorial es más importante para el PSOE que el debate de la redistribución de la renta o de la igualdad de oportunidades. Los ejes de la socialdemocracia han sido condenados al ostracismo y en el socialismo de Sánchez solo quedan las siglas.

También se acabaron los acuerdos de Estado. La confrontación entre bloques tomará un tono grueso en el que el descrédito personal del adversario y la demagogia sustituirán al debate sosegado sobre el bien común.

Es descartable, en esta situación, cualquier entendimiento en materia judicial, económica o de política exterior entre el Partido Popular y el Partido Socialista.

Cuando Sánchez consiga la investidura, nada volverá a ser igual. La causa no reside en un cambio en la sociedad española de semejante magnitud, ni tampoco en un intento de resolver el problema en Cataluña.

La única razón es el deseo de Sánchez de seguir siendo presidente al precio que sea necesario pagar. El silencio de muchos dirigentes socialistas es impuesto por Ferraz y por Moncloa, que se han especializado en arrinconar cualquier conato de pensamiento no alineado.

Pero, siendo esto cierto, eso no les exime de responsabilidades. El líder se ha tragado a la organización.