V de viernes

Viene la "ID digital"

Bajo el argumento de combatir la ciberdelincuencia, la “identidad digital” y el dinero electrónico conllevarán relevantes cesiones en el ámbito de la privacidad individual

Todos los países de la UE han llegado a un acuerdo definitivo para implementar la “Cartera Europea de Identificación Digital” a los ciudadanos de la UE. En un principio parece algo tan simple como tener un DNI digital, sólo que en realidad será mucho más. Dado que la llegada también del dinero electrónico está a la vuelta de la esquina, la e-ID será en realidad un mecanismo de control pleno, de manera que estarán ahí no solamente los datos personales de nacimiento, residencia, etcétera, sino cualquier información relacionada con nuestra vida: cuentas corrientes, gastos, ingresos, viajes, consumo, cuota de carbono, declaraciones fiscales, propiedades, enfermedades, vacunas, multas de tráfico, tendencias de ocio, orientación sexual, educación, habilidades, pensamiento y cuanto quieran añadir los reguladores. La vida entera de cualquier persona al alcance de un click. En algunas ciudades chinas, la ID ya existe desde hace algún tiempo, habiéndose transformado en un mecanismo de puntuación social, regulado por la IA. Significativamente, la respuesta ciudadana no es la de revelarse contra esta suerte de tecno-esclavitud, sino al contrario: elogian el sistema o, en terminología de Valle-Inclán, “Viva mi Dueño”. Funciona de manera parecida al carné por puntos. Tienes un número de puntos que puedes perder (o sumar más), dependiendo de la conducta. El buen ciudadano que cumple con las normas suma puntos y adquiere derechos que no se reconocen a los que los pierden por “incivismo”, incumplimiento de obligaciones o normas. A la ciudad de 15 minutos de Wo Zai Kai, por ejemplo, un barrio de lujo separado de otro normal por medio de una cortina de neón azul, sólo pueden entrar los vecinos con crédito social máximo, entre ellos los miembros del partido. Si la identidad por puntuación no es la adecuada, cuando se traspasa la cortina de luz azul el afectado percibe una descarga que le impide entrar en el barrio de los afortunados. Lógicamente en China este tipo de experimentos se pueden implementar de manera desinhibida, debido a la servidumbre que consagra el régimen. Pero es cierto que esa identificación digital permite diferenciar entre ciudadanos de primera, de segunda o de tercera, como ocurría en el “Mundo Feliz” de Huxley, que separaba por abajo a gammas, deltas y epsilones, de los superiores alfas y betas, siendo los alfa-doble-más los llamados a dirigir el orden social imperante. Novelas fuera, la ID digital ampara lo de China y podría en el futuro utilizarse también en cualquier otro lugar del mundo. La ONU y Davos la bendicen, bajo el paraguas de que “garantiza nuestra seguridad”. Su alcance dependerá de hasta donde quieran llegar los gobernantes en su implementación. Al final, nadie podrá quedar fuera de la ID porque será necesaria para cualquier tipo de actividad: pagar impuestos, viajar, cobrar la pensión, un subsidio, una beca, la sanidad, la educación, etc. No contar con la ID equivaldrá a la muerte civil de quien la rehace, un “retrógrado” sin derecho a nada, por lo que ninguno de nosotros podrá evitarla.