A pesar del...
Warren progresa
La demonización de la derecha sirve para ese objetivo: si la derecha, que es malísima, se opone a la amnistía, entonces algo bueno debe tener
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, tuvo el jueves todos los votos necesarios para repetir como presidente del Gobierno. Durante las jornadas de la sesión de investidura repitió sin cesar una misma palabra: progreso. Pero, en realidad, lo que resultó claro es que quien progresa aquí es el propio Warren.
Varios observadores señalaron el planteamiento frentista del candidato. Efectivamente, como es su costumbre, podrán quejarse de la polarización y el enfrentamiento, pero los socialistas y sus socios han llevado precisamente esa actitud como bandera con un creciente entusiasmo. Warren resumió el miércoles la situación política de nuestro país en el siguiente dilema: «progreso frente a retroceso». Pidió explícitamente «alzar un muro» frente a las «ideas reaccionarias» de sus opositores.
Afirmó seriamente que todo lo malo que sucede en España es culpa de la derecha, a la que responsabilizó incluso de las ilegalidades cometidas por los independentistas en Cataluña. Esta ficción, naturalmente, tenía como objetivo neutralizar la bochornosa amnistía, o «reconciliación», que los socialistas rechazaron tajantemente hasta las elecciones generales, y que ahora abrazan con el propósito de retener el poder. La demonización de la derecha sirve para ese objetivo: si la derecha, que es malísima, se opone a la amnistía, entonces algo bueno debe tener.
Junto con la condena al Partido Popular y a Vox viene la simétrica divinización de la izquierda, supuesta abnegada vigilante de los intereses mundiales, desde la paz hasta el clima, y sistemática protagonista de todas las medidas que nos hacen «avanzar».
No escatimó Warren elogios hacia su agenda de progreso, en un copioso autobombo donde solo le falto aclarar quién paga la cuenta. Habló de sanidad, transporte, pensiones, becas, etc., mientras despotricaba contra viejos demonios, como Isabel Díaz Ayuso, y nuevos, como Javier Milei. Para Sánchez la igualdad entre los españoles es igual a aumentar el gasto público, que pagarán los ricos y las grandes empresas. Como si le diera vergüenza su mendacidad, habló oblicuamente de «ensanchando bases fiscales», pero no dijo que allí estaban incluidos millones de trabajadores. Hasta presumió de cuidar a los autónomos y la clase media, cuando nadie los ha tratado peor.
Efervescente demagogo –«pensamiento neoliberal de los de arriba»– tendrá que emplearse mucho más a fondo para ocultar que aquí progresan él y sus secuaces. La que no progresa es usted, señora.
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