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Esta es la playa de País Vasco que National Geographic recomienda que visites esta Semana Santa
Este Arenal, en plena reserva natural no tiene nada que envidiar a otras con más fama como la de La Concha, Sopelana o Lekeito

A escasos días de que comiencen las vacaciones escolares de Semana Santa, muchas familias buscan un lugar dónde alejarse del mundanal ruido de las grandes ciudades y busca lugares únicos, en los que poder descansar y desconectar de la rutina diaria. Gran parte de los españoles suelen buscar este descanso en zonas de mayor calor, como el Levante, Andalucía o Canarias, pero también son muchos los que eligen zonas más templadas como las del norte de España, una zona que combina naturaleza, playas de ensueño y una gastronomía de altura. Galicia, Asturias, Cantabria son comunidades que reúnen todas las características citadas anteriormente, pero no nos podemos olvidar del País Vasco. Y es precisamente una de sus playas la que ha sido elegida por National Geographic como uno de los arenales más espectaculares de Euskadi y de los más bellos de España. Y por algo será, a pesar de que toda la fama se la llevan la playa de la Concha de San Sebastián, playa de Itzurun de Zumaya, la de Sopelana o la de Lekeito.
Ubicada en el municipio de Ibarrangelu, en la provincia de Vizcaya, la playa de Laga está a poco menos de una hora de Bilbao y en los últimos años se ha convertido en uno de los lugares favoritos para ir a descansar, disfrutar de la naturaleza y, cómo no, disfrutar de la variada gastronomía local. La playa se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un espacio protegido por la UNESCO, lo que refuerza su atractivo ecológico.
"Este tipo de playas son el ejemplo perfecto de cómo se puede desarrollar una oferta turística sin agredir el entorno natural", afirmaba con orgullo Ane Ibarra, experta en sostenibilidad turística del Gobierno Vasco. Y es que no quedan en España demasiados lugares en los que la fiebre del ladrillo no haya convertido sus alrededores en zonas rodeadas de hormigón. Pero Laga, además, es muy valorada por surfistas por sus olas moderadas, ideales para todos los niveles. Y por si fuera poco, dispone de aparcamiento gratuito, una rareza en este tipo de destinos.

La playa dunar de Laga cuenta con un importante patrimonio natural. Formada por blandas arcillas triásicas, materiales poco resistentes que el mar ha ido a poco a poco desgastándolas y creando esta hermosa bahía que permite la acumulación de arena. Pero no todas las arenas de las playas de Urdaibai son iguales. Concretamente los granos de la arena de Laga son de mayor tamaño, por ejemplo, que las de Laida, por estar mucho más expuesta al oleaje y esto hace que los granos más pequeño sean arrastrados por el oleaje y se queden los más gruesos. Y siguiendo con la arena, no escapa a la vista que el acceso a la playa se realiza por unas pasarelas de madera. Estas pasarelas son parte de las acciones del Proyecto de Protección del Sistema Dunar de Laga realizado en el año 2000 para proteger las dunas del trasiego de la gente.
Este sistema dunar se forma gracias, precisamente, a la ubicación encajada de Laga. Las dunas se forman a partir de la arena procedente de la plataforma marina que es depositada por el oleaje y las corrientes de marea en la zona intermareal de la playa (la parte de la playa que se cubre y descubre de agua según las mareas). Durante los períodos más cálidos y menos lluvioso, esta arena se seca y es transportada por los vientosa la zona supramareal de la playa (la parte que nunca se moja por el agua de mar). Una vez allí, y gracias a la disminución de la fuerza del viento, la vegetación de las dunas hace que la arena se acumule y las dunas poco a poco crezcan y se desarrollen. Durante mucho tiempo, la presión turística sobre la playa, que conlleva el pisoteo y la destrucción de la vegetación del sistema dunar, y la construcción de varios equipamientos sobre las dunas, han supuesto la degradación de este sistema.
Destaca también en el paisaje de Laga la popularmente roca conocida como “La Roca del Amor”, situada, solitariamente, en la mitad del arenal. Con un color diferente al resto, algo verdoso, nos sugiere que tiene una procedencia distinta. Se trata de una roca subvolcánica del Triásico (hace 300 millones de años).
Qué ver cerca de Laga: naturaleza, cultura y vistas panorámicas
La zona que rodea Ibarrangelu es un paraíso para los amantes de la naturaleza y la historia. Muy cerca de Laga, se puede subir al Monte Atxarre, desde donde se obtiene una panorámica espectacular del estuario de Urdaibai. En la cima, se encuentra la ermita de San Pedro de Atxarre, un lugar de culto y contemplación rodeado de bosques.
A pocos minutos en coche, el visitante puede explorar el Bosque de Oma, una obra de arte natural del escultor Agustín Ibarrola, o la cueva de Santimamiñe, con restos arqueológicos de más de 14.000 años y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
También se recomienda una parada en Elantxobe, un pintoresco pueblo marinero construido en terrazas sobre una ladera, donde las casas parecen colgar sobre el mar.
Dónde comer y qué probar: sabores auténticos del Cantábrico
Ibarrangelu y sus alrededores ofrecen una cocina basada en productos frescos, con protagonismo del mar y del caserío vasco. En el propio municipio se pueden encontrar restaurantes tradicionales como el Restaurante Laga, situado frente a la playa y en el que se pueden degustar pescados a la brasa y chipirones. El Asador Almiketxu está a 15 minutos, en Guernica, pero es una parada obligatoria para los amantes del su txuletón de vaca vieja y sus vistas sobre la reserva natural. Si se prefiere algo más informal a base de pintxos, Atxarre Taberna, es un local acogedor cerca del monte Atxarre, perfecto para degustar sus apetitivos, acompañados de una sidra artesanal. “La gastronomía de la comarca es una extensión natural de su entorno: honesta, sabrosa y sin artificios”, señala Leire Zuloaga, cocinera y divulgadora de la cocina vasca.
Entre los productos estrella que se pueden degustar están el bacalao al pil-pil, la merluza a la koskera, los pimientos de Guernica, la tarta de queso Idiazábal y, por supuesto, el txakoli de Vizcaya, un vino blanco joven, afrutado y ligeramente ácido que marida a la perfección con el pescado de la zona.
Un modelo sostenible y exportable
Según datos del Observatorio de Turismo de Euskadi, el perfil del visitante que elige destinos como Ibarrangelu es exigente, busca experiencias auténticas y está dispuesto a pagar más por servicios de calidad en entornos cuidados. "La clave no es solo atraer turistas, sino fidelizarlos con una experiencia completa: naturaleza, cultura, gastronomía y tranquilidad", explica Jon Etxebarria, responsable de desarrollo turístico de la Diputación Foral de Vizcaya.
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