Londres
Un tándem frente a todas las crisis
Los Príncipes comparten algo más que una agenda de infarto. Tienen varias aficiones comunes y pasión por igual por sus hijas. Todo ello sin renunciar a su independencia.
La tradición quiere que en el décimo aniversario de boda el aluminio sea el material elegido para el regalo, del mismo modo que la plata o el oro han de ser la referencia en los 25 y 50 años de convivencia. El aluminio es un conductor de primer orden, un elemento que quizás simbolice de modo acertado la labor que los Príncipes de Asturias vienen emprendiendo en común desde el año 2004: el trabajo de enlace entre Don Juan Carlos y Doña Sofía y un futuro monárquico que algún día puede llegar a manos de su hija Leonor y la aleación de dos personalidades en favor del bien común del país.
El 22 de mayo de 2004, Don Felipe y Doña Letizia se dieron el «sí, quiero» en la catedral de la Almudena, unos fastos en los que sólo la lluvia puso la nota discordante. Desde entonces, ríos de tinta han corrido sobre una relación que desde sus inicios contó con el morbo de enlazar a un príncipe y una plebeya, un heredero y una periodista. Entonces, aún estaban por ver la adaptación a los nuevos encargos al servicio de España de la nueva Princesa, la consolidación de la línea sucesoria a través de un heredero y la transición calma y paulatina de la pareja hacia una mayor presencia en la agenda de la Casa Real a medida que el Rey fuese reduciendo sus apariciones y delegando.
Todos esos cometidos, con las críticas inevitables y de manera más o menos satisfactoria para según qué sectores sociales y analistas, han sido cumplidos diez años después. Pero... ¿Y el plano personal? Casa Real mantiene que la solidez de la pareja es indiscutible. Don Felipe y Doña Letizia no han sido ajenos a las habituales crisis de pareja. Es público y notorio, admitido por las propias fuentes de la Casa Real, que han existido «diferencias» puntuales entre ambos. Sin embargo, el día a día tanto oficial como extraoficial traza un escenario que para nada se acerca a la ruptura que preconizan los agoreros.
Pasión por los viajes y por sus hijas
Los Príncipes, en la intimidad, lejos de los focos o «cazados» por los paparazzi, se muestran unidos y afectuosos, ya sea en el cine, a donde acuden con asiduidad en salas conocidas de la capital, o en sus escapadas familiares. En esa pequeña parcela íntima, Don Felipe y Doña Letizia pueden ser ellos mismos y compartir las varias aficiones comunes. A pesar de que al servicio de España han recorrido medio mundo en una intensa y apretada agenda, la pareja ha sido vista a menudo en visitas privadas fuera de nuestro país: Roma, Londres, Ámsterdam... Viajar es para ellos una pasión, como lo son sus hijas, a quienes han inculcado el amor al deporte, el aire libre y los viajes.
Por otra parte, el carácter de Doña Letizia siempre ha estado en la picota, analizado al detalle desde el mismo día de la pedida de mano. Lejos de hacer que la pareja se resintiera, ese carácter metódico y aplicado de la Princesa ha ayudado a Don Felipe en su labor oficial al tiempo en que ella misma imprimía su sello personal a su propia agenda. Al mismo tiempo, tanto ella como el Príncipe han sabido reservar un espacio de solaz propio y así como es posible ver a Doña Letizia comprando con amigas en algún Zara o Mango de la capital o acudiendo a algún concierto de rock en compañía de amigas, Felipe sigue manteniendo encuentros con sus compañeros de toda la vida y haciendo escapadas a esquiar o a practicar vela. Juntos, en estos diez años, han superado no sólo las habladurías sino algunos dramas personales.
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