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Aparecida, la cuna de la revolución Bergoglio

La Razón
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Es lo más cercano a volver a casa para Jorge Mario Bergoglio. Al menos en lo espiritual. El Santuario de Nuestra Señora de Aparecida no es sólo para Francisco el centro de peregrinación más grande del mundo y el que más visitas recibe de Brasil –unas 10 millones de personas al año–. En este lugar, a 260 kilómetros de Río, en 2007 el entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires fue el responsable de redactar un texto clave para la Iglesia en América Latina y en el que se vislumbra la impronta que se ha podido palpar desde que hace cuatro meses llegara Roma. Se trata del documento final de la V Asamblea General de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM), el organismo que aglutina a todos los obispos de la región. ¿El resultado? Un texto con un determinante mensaje social, se certificaba una visión realista de la realidad pastoral del continente, la opción prioritaria por los pobres, y una llamada a la creatividad y renovación de la Iglesia. «·¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y de esperanza!», destaca uno de los párrafos finales del documento.

«Su papel de armonizador fue muy grande. Pilotó de forma permanente esta tarea que sus hermanos en episcopado le habían confiado, y lo hizo de una forma dialogada. Quizá eso sea lo que más se valora de él, que en un estilo de diálogo, cómo fue recibiendo todas las aportaciones», recuerda Nuín Núñez, actual directora ejecutiva del Departamento de Comunicación y Prensa de CELAM, y en aquel momento miembro del grupo de trabajo de Aparecida. Lo cierto es que nunca antes se había elaborado un texto de estas características sin contar con un borrador previo. Se partió desde cero, lo que implicó un esfuerzo por parte del Santo Padre, pero también reflejo de una Iglesia que no quiere encerrarse en sí misma, en lo preestablecido. «El documento de Aparecida no se agota en sí mismo, no cierra, no es el último paso, porque la apertura final es sobre la misión», explicó en su momento Bergoglio, unas palabras que ­resuenan a esa «periferia» a la que invita una y otra vez a los creyentes como Papa.

Así pues, desde esta vigencia actual del documento, se entiende su vinculación con el santuario. Es más, cuando en un principio se programó la agenda de la JMJ, no esta previsto este desplazamiento. Sin embargo, tras la renuncia de Benedicto XVI y su elección como sucesor de Pedro, quiso incluirlo. De la misma manera, Francisco está regalando un ejemplar del Documento Final de Aparecida a todos y cada uno de los obispos americanos a los que recibe en el Vaticano.

Ubicada en un valle en el estado de Sao Paulo, la ciudad de 35.000 habitantes hoy recibe a 200.000 jóvenes y a un peregrino muy especial que acude a encomentar la JMJ y su pontificado a la protección de María, y a buen seguro a renovar su compromiso con la hoja de ruta que allí redactó, ahora extensible a toda la Iglesia.