El pontificado de Francisco
Francisco lava los pies a mafiosos arrepentidos
El Papa celebró ayer la Cena del Señor en la prisión de Paliano. Tras recordar que no se trata de una ceremonia «folclórica», aseguró que «el más grande debe hacer el trabajo de esclavo». Entre los reclusos había tres mujeres y un musulmán que se convertirá al catolicismo.
El Papa Francisco lava hoy los pies a doce reclusos, detenidos de la prisión de Paliano, en la provincia de Frosinone, a unos 60 kilómetros de Roma, y entre ellos se encuentra un compatriota argentino.
Siempre con los últimos, con los «descartados» a los que la sociedad, de alguna manera, desprecia. El Papa Francisco celebró ayer el Jueves Santo con una misa y el rito del lavatorio de los pies de nuevo en una prisión, esta vez en la de Paliano, ubicada en la provincia de Frosinone y diócesis de Palestrina, a unos 70 kilómetros de Roma.
A los 12 reclusos que lavó los pies en recuerdo de lo que hizo Jesús con sus discípulos, el Papa les invitó a sentirse amados por Dios, a pesar de sus pecados, porque «el amor de Dios no tiene límites». «Dios ama así, hasta el final. Y da la vida por cada uno de nosotros y se enorgullece de esto porque Él es amor, amar hasta el final, que no es fácil porque todos nosotros somos pecadores y tenemos defectos... todos sabemos amar, pero no somos como Dios nos ama. Sin mirar las consecuencias, hasta el fin», dijo el Papa en la breve homilía que pronunció de manera improvisada. Como ya había informado el Vaticano, la visita del Pontífice tuvo un carácter estrictamente privado y no hubo imágenes de los reclusos.
A las 15:00 horas de Roma, el Papa Francisco dejó su residencia, la Casa Santa Marta, para acudir a esta prisión. A su llegada, una hora más tarde, fue acogido por la directora y por el capellán, el P. Luigi Paoletti y luego se desplazó hasta la Plaza de Armas –una de las zonas más amplias de la prisión– donde saludó al personal que trabaja en la cárcel. Tras el breve encuentro, el Pontífice se trasladó hasta la sala llamada «Unidad de Italia», donde se encontró con 58 detenidos «colaboradores de la justicia». Éstos son, en su mayoría, personas que han participado en actividades de crimen organizado y han ayudado a esclarecer delitos vinculados a las mafias. Pero, a diferencia de otros países, en Italia a la figura de colaborador de la Justicia no se le exime de pena de cárcel.
Pero no fueron los únicos presos que visitó el Papa Francisco. Otros dos reos, un hombre y una mujer, se reunieron con él de manera separada ya que se encuentran en régimen de aislamiento, al igual que otras ocho personas enfermas de tuberculosis que saludaron después al Pontífice.
No obstante, el momento culmen de su visita fue la misa y el lavatorio de pies a los doce reos, entre ellos tres mujeres y un musulmán que será bautizado el próximo mes de junio, convirtiéndose así al catolicismo. También fue bautizado un argentino y un albanés. El resto de los «discípulos» a los que el Papa lavó los pies eran todos de nacionalidad italiana. Dos de ellos están condenados a cadena perpetua y los demás deberán concluir su pena entre los años 2019 y 2073.
Fueron los mismos detenidos los que animaron la celebración con cantos acompañados de guitarras. Francisco, en la homilía, destacó cómo Jesús, siendo «el jefe», siendo Dios lava los pies a sus discípulos. «Eso de lavar los pies era una tradición que se hacía en la época antes de los almuerzos y las comidas, porque era gente que venía del camino y estaba sucia, con polvo del camino. Uno de los gestos para recibir una persona en casa era lavarle los pies, pero esto lo hacían los esclavos», explicó. «Simón Pedro se negó a que su Maestro le lavara los pies, pero Jesús le explicó que Él había venido al mundo para servir, para servirnos, para hacerse esclavo para nosotros, para dar la vida por nosotros y amar hasta el final», apostilló.
«Cuando venía de camino a esta prisión, había gente que saludaba porque venía el Papa. Pero el jefe de la Iglesia es Jesús. El Papa es la figura de Jesús. Yo quisiera hacer lo mismo que Él ha hecho. En esta ceremonia el párroco lava los pies a los fieles. Siempre el más grande debe hacer el trabajo de esclavo», dijo a los reclusos. El Papa comentó también que «para sembrar amor no os digo que hoy vayáis los unos a los otros a lavaros los pies, pero que tengáis en cuenta lo que simboliza. Pido que si podéis realizar alguna ayuda, un servicio a tu compañero aquí en cárcel, lo hagáis, porque esto es amor, esto es como lavar los pies, ser siervo de los otros».
«Una vez los discípulos discutieron entre ellos sobre quién era el más importante. Y Jesús dijo: ‘‘El que quiera ser más importante debe hacerse el más pequeño y el servidor de todos’’. Así hace Él con nosotros. Todos nosotros somos pobres, pero Él es grande, es bueno y nos ama así como somos». Al concluir, Francisco pidió pensar «en Dios, en Jesús». «Esta no es una ceremonia folclórica, es un gesto para recordar lo que ha dado Jesús. Después de esto tomó el pan y nos dio su cuerpo, tomó el vino y nos dio su sangre. Así es el amor de Dios con nosotros». Para concluir la visita, los reclusos de la cárcel obsequiaron a Francisco con varios regalos que estuvieron elaborando en durante días: productos de su huerta biológica, cruces elaboradas con madera de olvido, un mantel de lana blanca y algunos dulces.
Antes de la visita a la prisión, el Papa Francisco presidió la Misa Crismal del Jueves Santo. En la homilía, el Santo Padre se dirigió en especial a los sacerdotes, quienes hoy también celebran su día, y les dio algunos consejos. «Todo lo que Jesús anuncia, y también nosotros, sacerdotes, es Buena Noticia. Alegre con la alegría evangélica: de quien ha sido ungido en sus pecados con el aceite del perdón y ungido en su carisma con el aceite de la misión, para ungir a los demás». dijo.
El Papa aseguró que «al igual que Jesús, el sacerdote hace alegre al anuncio con toda su persona. Cuando predica la homilía, –breve en lo posible– lo hace con la alegría que traspasa el corazón de su gente con la Palabra con la que el Señor lo traspasó a él en su oración. Como todo discípulo misionero, el sacerdote hace alegre el anuncio con todo su ser».
También durante la celebración, los sacerdotes renovaron las promesas hechas en el momento de la Sagrada Ordenación y después se procedió a la bendición de los santos oleos: para los enfermos, los catecúmenos y el crisma. «La Buena Noticia puede parecer una expresión más, entre otras, para decir ‘‘Evangelio’’: como buena nueva o feliz anuncio. Sin embargo, contiene algo que cohesiona en sí todo lo demás: la alegría del Evangelio. Cohesiona todo porque es alegre en sí mismo», anunció.
El Papa Francisco también pidió en la homilía de ayer, Jueves Santo, no separar las tres «gracias» que contiene el Evangelio: «Su Verdad –no negociable–, su Misericordia –incondicional con todos los pecadores– y su Alegría –íntima e inclusiva–».
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