La sucesión de Benedicto XVI
El Papa pide que la Iglesia reniegue del orgullo
En su penúltimo Ángelus como Pontífice, Benedicto XVI reclama a los cristianos que «renueven su espíritu». «Continuad rezando por mí y por el próximo Papa», solicitó en español a cuantos llenaban la Plaza de San Pedro
Más de 50.000 personas se congregaron ayer en la Plaza de San Pedro del Vaticano para rezar con Benedicto XVI el penúltimo Ángelus dominical de su pontificado. Durante su alocución antes de la oración mariana dejó varios mensajes que deberían hacer reflexionar a la comunidad cristiana.
Más de 50.000 personas se congregaron ayer en la Plaza de San Pedro del Vaticano para rezar con Benedicto XVI el penúltimo Ángelus dominical de su pontificado. Durante su alocución antes de la oración mariana, el Papa, al que le quedan 10 días para retirarse a una vida de oración «escondido del mundo», como él mismo dijo, dejó varios mensajes que deberían hacer reflexionar a la comunidad cristiana. La Iglesia, recordó, es «madre y maestra» y pide a todos sus miembros que «renueven su espíritu» y se dirijan de forma decidida «hacia Dios». También les insta a que «renieguen del orgullo y del egoísmo para vivir en el amor».
En medio de un ambiente de emoción y solemnidad, escucharon sus palabras desde la plaza donde late el corazón del cristianismo peregrinos venidos de todo el orbe católico. Manifestaron su apoyo a la valiente decisión anunciada hace una semana de renunciar al pontificado y agradecieron su magisterio en estos casi ocho años como sucesor de San Pedro con numerosas pancartas. Una de ellas decía: «Te hemos querido tanto. Muchas gracias».
Desde el estudio de su apartamento en el palacio apostólico, que abandonará para siempre el 28 de febrero, Benedicto XVI subrayó que el tiempo de Cuaresma en el que nos encontramos es propicio a «redescubrir la fe en Dios» y hacer de ella la base que sustenta "nuestra vida y la vida de la Iglesia». «Esto supone siempre una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu del mal naturalmente se opone a nuestra santificación e intenta desviarnos del camino de Dios», dijo en su primer Ángelus desde que anunció su renuncia.
Refiriéndose al demonio como al «tentador», aseguró que no dirige al hombre «directamente hacia el mal». Es más taimado, pues trata de llevarle hacia un «falso bien», haciéndole que llegue a creer que las aspiraciones realmente importantes son «el poder» y «todo lo que satisfaga las necesidades primarias». Cuando lo logra, Dios «se hace secundario», se reduce «a un medio», recordó Benedicto XVI a los católicos.
«En definitiva, se hace irreal, ya no cuenta más, desaparece». En esta tentación a la que el diablo somete todos los días a las personas está en juego la propia fe, «porque está en juego Dios». «En los momentos decisivos de la vida y, a decir verdad, en todos los momentos, nos encontramos frente a una bifurcación: ¿queremos seguir el interés individual o a Dios? ¿Optamos por el auténtico bien?», se preguntó el Papa, quien recordó que las tentaciones que Jesucristo tuvo durante su periplo por el desierto formaron parte de su «descenso» a la condición humana.
Oración y afecto
Tras la oración del Ángelus, el Papa saludó en distintos idiomas a los peregrinos que le escuchaban en la Plaza de San Pedro. Hablando en español agradeció la «oración y afecto en estos días» y suplicó que «continuéis rezando por mí y por el próximo Papa, así como por los ejercicios espirituales» que comenzó ayer con los miembros de la curia romana. Dando las gracias en polaco, la lengua madre de su predecesor, Juan Pablo II, comentó que los días pasados desde su renuncia habían sido «muy inusuales tanto para la Iglesia como para mí».
El cardenal Angelo Scola, decano del Colegio Cardenalicio, también se refirió a lo extraño del periodo que está viviendo la comunidad cristiana. «Lamento que de lo sucedido aparezca sólo el aspecto humano, aunque me doy cuenta de que es un discurso difícil de comprender para quien no tiene fe», afirmó al diario italiano «Il Messaggero». Scola, a quien algunos informadores vaticanos contraponen al secretario del Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, reconoció que existen «ciertas divisiones» porque algunos tienen un «método de trabajo» distinto del de otros.
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