Birmania
El Papa pide respeto para las minorías
Francisco evita el término «rohinyá» en Myanmar y aboga por una «reconciliación nacional».
Francisco evita el término «rohinyá» en Myanmar y aboga por una «reconciliación nacional».
Como cabía esperar, el Papa no pronunció el término «rohinyá» para referirse a la minoría musulmana perseguida en Birmania, la actual Myanmar. La buena relación con el gobierno de este país asiático es vital también para la Iglesia, por lo que en su discurso a las autoridades del país, el Pontífice argentino optó por referirse a ellos como «grupo étnico».
Es el asunto que más preocupa en estos momentos al Papa y que él mismo se ha encargado de denunciar en diversas ocasiones desde el Vaticano. Así, Bergoglio optó por avisar de que, sin el respeto a cada individuo y grupo, la paz nunca será posible. Esta paz llegará únicamente si se fundamenta «en el respeto de la dignidad y de los derechos de cada miembro de la sociedad, en el respeto por cada grupo étnico y su identidad, en el respeto por el estado de derecho y un orden democrático que permita a cada individuo y a cada grupo –sin excluir a nadie– ofrecer su contribución legítima al bien común». De esta manera evitaba referirse a los rohinyás, pero lanzaba el mismo mensaje de respeto hacia ellos.
El encuentro se celebró en el Centro de Convenciones Internacional de Myanmar de la ciudad de Naipyidó, después de estar un día en Rangún. Francisco mantuvo una reunión con la líder birmana Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz, aunque cuestionada estos días por amparar la limpieza étnica contra los rohinyás, y que ha provocado ya cientos de muertes y al menos 620.000 refugiados.
Sobre el proceso de paz que vive el país, expresó la dificultad del mismo pero se mostró convencido de que «la reconciliación nacional sólo puede avanzar a través del compromiso con la justicia y el respeto por los derechos humanos». En este proceso, aseguró que son vitales las diferentes confesiones religiosas que «no deben ser una fuente de división y desconfianza», sino «un impulso para la unidad, el perdón, la tolerancia y una sabia construcción de la nación». Y en este sentido, considera vital que las diferentes confesiones religiosas jueguen «un papel importante en la cicatrización de heridas emocionales, espirituales y psicológicas de todos los que han sufrido en este conflicto».
Ante algunos representantes de la vida civil, denominó como «gran signo de esperanza» el que los líderes de las diversas tradiciones religiosas de Myanmar «se esfuercen en trabajar juntos en favor de la paz, para ayudar a los pobres y educar en los auténticos valores humanos y religiosos». Aprovechó también para pedir un mejor futuro para los jóvenes asiáticos que «son un regalo que hay que apreciar y alentar».
A primera hora de la mañana, todavía en Rangún, celebró un breve encuentro con los diferentes líderes religiosos el país, a los que recordó que a pesar de las diferencias deben estar unidos para lograr la tan ansiada paz. Les advirtió ahora a ellos contra las «colonizaciones culturales», que pretenden uniformar todo a toda costa. «La paz se construye en el coro de las diferencias».
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