JMJ de Río
El Papa recibe las llaves de Río de Janeiro en el Palacio de la Ciudad
El Papa Francisco acudió en la mañana de este jueves al centro de gobierno municipal de Río de Janeiro, donde fue obsequiado con las llaves de la ciudad. En la ceremonia aprovechó además para bendecir las banderas olímpicas y paralímpicas de los Juegos de 2016, que se desarrollarán en la metrópoli carioca. Cerca de 300 invitados asistieron a la visita de su Santidad, muchos de ellos atletas nacionales, que duró alrededor de 15 minutos.
El mal tiempo empañó un día más las actividades enmarcadas en el programa de la Jornada Mundial de la Juventud, que se está desarrollando en el país sudamericano, y Francisco no dudó en saludar a través de la ventanilla de su vehículo a los fieles que esperaban su llegada a las afueras del recinto del Palacio de la Ciudad, bajo la lluvia. A su llegada, el Papa fue recibido por el gobernador de Río, Sergio Cabral, el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, y el presidente del Comité Olímpico Brasileño (COB), Carlos Arthur Nuzman. El obispo de Roma habló en español para referirse a la lluvia, que no da tregua en Río: "hay que ofrecerle una docena de huevos a Santa Clara".
Durante el paseo por el palacio municipal, el Papa saludó a los presentes: "buenos días a todos ustedes y a sus familias, les bendigo a todos. Oren por mí". Entre los campeones olímpicos y los deportistas nacionales de renombre, destacó la sentida reacción de Fabiana, campeona olímpica de voleibol, que se entusiasmó al estrechar la mano al heredero de Pedro: "estoy sin palabras, ha sido emocionante, he sentido una gran paz. He conseguido darle la mano y él me ha bendecido". Fabiana acudió a la recepción acompañada de Fabi, otra de las integrantes de la selección basileña de voleibol, en representación de los deportistas brasileños: "venimos para llevar su bendición a los atletas". Esta última aprovechó para comentar que "el carisma del Papa me ha impresionado desde que fue elegido, sobre todo por su voluntad de romper los protocolos. Nos sentimos cerca de él. Es una bendición para los deportes y la ciudad".
Así, entre saludos y muestras de afecto, Francisco llegó al balcón del edificio, donde se encontró con las miradas y los vítores de los asistentes a la ceremonia, que esperaban ansiosos las palabras del pastor. Aquí, Guilherme Lima Sales, un niño que lleva once años postrado en una silla de ruedas por causa de una enfermedad degenerativa que le afecta a la columna vertebral, le hizo entrega de las llaves de la ciudad con la ayuda del alcalde. Éstas se constituyen en una pieza tallada en plata de 28 centímetros de largo y 9,8 centímetros de ancho, cuya fabricación llevó más de dos meses. Aunque la ilusión de este joven es llegar a ser jugador de baloncesto paralímpico, ya ha podido hacer realidad otro de sus sueños: conocer al Papa. Antes de la ceremonia, confesó emocionado que llevaba tres días sin dormir por la emoción que sintió cuando recibió la llamada de un funcionario municipal en la que le indicó que él sería el encargado de entregar las llaves de Río de Janeiro al pontífice.
Las banderas olímpicas y paralímpicas le fueron presentadas por dos atletas en silla de ruedas situados en los dos extremos del balcón. Tras un breve rezo, el Papa esparció agua bendita y los fieles presentes en el acto aplaudieron su gesto; les bendijo y les pidió que rezaran por él.
Otro de los invitados fue el exjugador de baloncesto Oscar Smith, que el pasado mes de abril se sometió a una nueva cirugía para que le fuera extirpado un tumor maligno que le había sido detectado en el cerebro. Emocionado, expresó: "no puedo creer que me invitaran a ver al Papa. Este es un país con una población que sufre y ha llegado en un momento en que la gente necesita ser bendecida".
Para el entrenador auxiliar de la selección brasileña de fútbol, Carlos Alberto Parreira, era la segunda ocasión en la que conocía a un obispo de Roma, pues ya coincidió con Juan Pablo II en el Vaticano. Así contó su encuentro con Francisco: "le di la mano y sentí un aura diferente. Yo soy religioso y creo en Dios. La visita del Papa llega en un momento en que la religión católica está sufriendo un gran asedio. Es muy importante para nosotros que el Papa venga aquí, como podemos ver en las movilizaciones a pie de calle. Sólo la religión católica y el fútbol son capaces de reunir a tanta gente".
El exjugador olímpico de baloncesto, Marcelinho, le hizo entrega de una camiseta del Flamengo que lleva su nombre, y afirmó que "es un gran honor para Río de Janeiro y Brasil acoger al Papa. Lo único que le pido es salud".
Tras la recepción, que según el consistorio municipal ha costado 212.000 dólares (algo más de 160.000 euros), el Papa se ha dirigido a la comunidad de Varginha, una de las favelas más pobres de Río.
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