Actualidad

Ciudad del Vaticano

El Papa se moviliza para evitar la guerra

Francisco envía una carta a los líderes del G-20 para que busquen con «determinación» una salida pacífica

El Papa Francisco se reunió ayer en el Vaticano con Paulose II, el líder de la Iglesia ortodoxa siria
El Papa Francisco se reunió ayer en el Vaticano con Paulose II, el líder de la Iglesia ortodoxa sirialarazon

El Papa Francisco se ha propuesto detener la intervención militar en Siria que ultiman Estados Unidos y Francia. Diez años después de que Juan Pablo II volcara su influencia moral y el peso de la diplomacia vaticana para intentar parar la invasión de Irak por parte de Washington y de sus aliados, entre ellos España, Jorge Mario Bergoglio vuelve a colocar al Vaticano en el centro del tablero internacional como principal heraldo de la paz. Pone en juego todo su carisma, con el que ha seducido al mundo en sus casi seis meses como obispo de Roma, al servicio de una tarea que se antoja casi imposible y por la que ya peleó en la última parte de su pontificado Benedicto XVI.

El Papa emérito hizo varios llamamientos pidiendo el fin de las hostilidades y estudió incluso enviar una delegación de obispos y cardenales a Siria para que mediaran entre los contendientes. El recrudecimiento de la guerra abortó aquella iniciativa. Francisco estaría ahora valorando alguna acción diplomática de similar calado destinada a evitar los bombardeos occidentales y a poner las bases que permitan alcanzar una salida pacífica al conflicto.

En este marco se inserta la carta que el Pontífice envió ayer a Vladimir Putin, líder ruso y presidente del turno del G-20, el organismo que celebra estos días su cumbre anual en San Petersburgo. En la misiva, dirigida también al resto de mandatarios que participan en el encuentro, hizo un llamamiento para que abandonen «la vana pretensión» de que la respuesta al conflicto es una «solución militar». Francisco les pidió en cambio que busquen con «valentía y determinación» una salida «pacífica» a la guerra en Siria por medio del «diálogo» y la «negociación» entre las distintas partes, contando con el apoyo «concorde de la comunidad internacional».

En este sentido, lamentó que en los dos años y medio de confrontación armada la prevalencia de «demasiados intereses particulares» haya impedido alcanzar una solución pacífica que habría evitado «la inútil masacre al que estamos asistiendo». También losdio el Papa otro tirón de orejas a los líderes mundiales al recordarles que es un «deber moral de todos los gobiernos» favorecer cualquier iniciativa destinada a promover la «asistencia humanitaria». Están llamados en cambio a «no permanecer indiferentes» ante el drama que vive «desde hace ya demasiado tiempo la querida población y que puede llevar nuevos sufrimientos a una región tan necesitada de paz».

Entre el despliegue de iniciativas de Francisco para intentar parar la guerra destaca la jornada de oración y ayuno por la paz en Siria y en Oriente Medio convocada para mañana. Se espera que decenas de miles de personas se congreguen en la plaza de San Pedro del Vaticano para participar en este acto, al que se sumarán las iglesias locales. No es una acción exclusiva para los católicos: también han sido invitados los fieles de otras religiones.

El Vaticano pide aislar a los islamistas

El Vaticano explicó ayer al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede cuál es la posición del Papa Francisco sobre la guerra civil en Siria y la posible intervención estadounidense. Ante 71 embajadores, el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, el «ministro de Exteriores» vaticano, presentó un documento que expresa la posición contraria de Roma frente a un ataque contra el régimen de Damasco y condena el uso de armas químicas. Sin querer entrar en quién está detrás del ataque que Washington utiliza como justificación para sus posibles bombardeos, la Santa Sede sostiene que «no se puede estar callado» frente a estos episodios y desea que los responsables «rindan cuentas ante la Justicia». El documento pide a los rebeldes que «tomen distancia» de los radicales islámicos, que los «aíslen» y que se opongan de forma abierta y clara al terrorismo.