Opinión

Un Papa en la Bienal de Venecia

Francisco ha sido instalado en la cárcel femenina de la isla de la Giudecca

El Papa en el Día de la Tierra: "No hemos sabido custodiar el planeta"
El Papa en el Día de la Tierra: "No hemos sabido custodiar el planeta"Europa Press

Por primera vez en la historia, un Pontífice visita la más que centenaria Bienal del Arte de Venecia. Una primicia que Francisco llevará a cabo este domingo. Su objetivo es visitar el Pabellón de la Santa Sede, que “compite” con los de más de ochenta países presentes en esta cita mundial.

Un pabellón que rompe con todos los esquemas: ha sido instalado en la cárcel femenina de la isla de la Giudecca, un antiguo monasterio que en tiempos pasados acogía a prostitutas que querían abandonar su vida; hoy dentro de sus muros cumplen su condena ochenta y dos mujeres de varias nacionalidades.

El promotor de esta original idea ha sido el cardenal portugués José Tolentino da Mendonça, Prefecto del Dicasterio vaticano que se ocupa de la Cultura y de la Educación. El proyecto ha sido llevado a cabo por dos comisarios franceses, Bruno Racine y Chiara Parisi, que han trabajado con otros diez artistas y -ésta es otra de sus originalidades- con la colaboración de las detenidas.

Durante semanas este equipo ha compartido su tiempo con las reclusas, que han aportado sus fotografías personales, recuerdos, dibujos, reflexiones, cartas y poesías, y se han integrado con entusiasmo en la filmación de un cortometraje y en exhibiciones de danza; serán ellas las que, ataviadas con batas blancas y azules, guíen a los visitantes.

La exposición tiene como título “Con tus ojos”, y antes de entrar en el recinto los interesados deberán depositar ante los guardias sus documentos personales y sus teléfonos móviles para evitar la trampa de las tecnologías digitales, de modo que su visión no se limite a la dimensión de espectador y los convierta en testigos de una realidad.

El cardenal explicó que la elección de un lugar tan insólito como una cárcel es coherente con una de las preocupaciones más constantes del papa argentino que en sus viajes apostólicos, siempre que puede, visita una prisión para animar a los que allí viven a no perder la esperanza y luchen por su redención personal y social.