Reproducción asistida

El Vaticano avala congelar tejido ovárico en los casos de cáncer

Considera «moralmente inaceptable» la clonación o la gestación en úteros artificiales.

El Papa Francisco, ayer, junto con el presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica, el alemán Heinrich Bedford-Strohm, durante su visita, ayer, a la Santa Sede. En la imagen, el momento en el que se intercambian regalos
El Papa Francisco, ayer, junto con el presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica, el alemán Heinrich Bedford-Strohm, durante su visita, ayer, a la Santa Sede. En la imagen, el momento en el que se intercambian regaloslarazon

Considera «moralmente inaceptable» la clonación o la gestación en úteros artificiales.

El Vaticano ha presentado un nuevo documento dirigido a los agentes sanitarios en el que toca temas fundamentales de la moral como la concepción, la vida y la propia muerte. El texto, que actualiza el de 1995 hecho público durante el Pontificado de Juan Pablo II, ha sido elaborado en respuesta a los avances científicos de los últimos años.

Uno de los puntos que más llaman la atención es el relacionado con la congelación de ovarios en el caso de mujeres que vayan a ser sometidas a terapias oncológicas que puedan afectar a su fertilidad, algo que no está en contraposición con la postura de la Iglesia.

El documento, por otro lado, rechaza la gestación de embriones en úteros artificiales, la clonación y técnicas similares, tal y como establece el Magisterio de la Iglesia. «El ingente número de embriones congelados existentes, muchos de los cuales son destinados a convertirse en “huérfanos”, hace surgir la pregunta sobre qué hacer cuando expire el tiempo de conservación previsto», dice el texto al condenar la congelación de embriones.

En el apartado «engendrar» se especifican los criterios para el tratamiento de la infertilidad y todo lo relacionado con los métodos naturales, no solo como forma de regulación de la fertilidad, sino también como método para lograr el embarazo. Sobre la congelación de tejido ovárico en este supuesto, el documento explica que es «una respuesta éticamente sostenible en el caso de que la mujer vaya a recibir un tratamiento contra el cáncer que pueda alterar su fertilidad». En contraposición, «la crioconservación de ovocitos finalizada a la fecundación in vitro es inaceptable, también aunque la causa de la conservación sea proteger a los ovocitos de una terapia antitumoral potencialmente lesiva para ellos».

En el apartado «Vivir», el documento también analiza las nuevas técnicas de reproducción humana en el laboratorio y cita los gametos humanos, la gestación de embriones en úteros artificiales o la clonación y asegura también que son «moralmente inaceptables». Por otro lado, considera aceptable en determinados casos el diagnóstico prenatal, pero rechaza el diagnóstico denominado de preimplantación «como expresión de una mentalidad eugenésica que legitima el aborto selectivo para impedir el nacimiento de niños que sufren diversas enfermedades».

La nueva carta también dedica un espacio al aborto e introduce algunos apartados, sobre reducción embrional, intercepción, contragestación, fetos con anencefalia, embarazo ectópico y protección del derecho a la vida, todo ello reafirmando la doctrina de la Iglesia y condenando duramente todo lo que signifique un intento por eliminar la vida.

La última parte es la dedicada a la muerte, en la que se condena duramente la eutanasia y se aborda la cuestión de las declaraciones de voluntad de los pacientes sobre los tratamientos a los que desearían someterse en caso de que, en el curso de una enfermedad, no sean capaces de expresar su consentimiento.

El Vaticano señala al respecto que siempre que se debe respetar la voluntad de la persona y habla de la objeción de conciencia. «El médico no es un mero ejecutor y conserva su derecho y deber de eludir voluntades del paciente contrarias a su propia conciencia». Además, señala como obligatorio mantener la hidratación y nutrición del paciente aunque sea de forma artificial, si bien, rechaza tanto el adelanto de la muerte, es decir, la eutanasia, como su prolongación a través del «encarnizamiento terapéutico».

En definitiva, con la nueva carta, la Iglesia busca ofrecer una guía a los trabajadores sanitarios para enfrentarse a las numerosas cuestiones doctrinales y prácticas que se presentan en su trabajo diario ante los nuevos retos que surgen ante los avances médicos.