Ciudad del Vaticano

La Iglesia radiografía a los divorciados

El primer Consistorio convocado por Francisco ahonda en la necesidad de dar respuesta ante las rupturas y nulidades

La Razón
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Dos de las cuestiones más espinosas de la pastoral familiar, como son la nulidad matrimonial y el acceso a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar, protagonizaron las conversaciones que mantuvieron ayer los alrededor de 150 cardenales reunidos en el Vaticano para participar en el primer consistorio del Papa Francisco. Después de la intervención introductoria realizada el jueves por el purpurado alemán Walter Kasper, los presentes debatieron sobre estos asuntos, frente a los que hubo opiniones diversas, sin llegar a tomar decisión alguna.

El consistorio extraordinario celebrado estos días en Roma supone el primer paso del camino que debe llevar a la actualización de la postura de la Iglesia católica frente a los grandes problemas que sufren las familias hoy. Será un proceso largo, que tendrá su próxima cita en el sínodo que sobre este tema se celebrará el próximo mes de octubre. La etapa final se prevé que llegue en otoño de 2015, cuando tendrá lugar la asamblea general ordinaria de este organismo eclesial de debate. Será a partir de entonces, tras escuchar las opiniones de toda la Iglesia y madurar un proceso de reflexión, cuando el Papa podría plantear cambios en la pastoral familiar, que probablemente presentaría en una exhortación apostólica postsinodal.

«La palabra sínodo significa caminar juntos, por etapas. En el transcurso del camino algunos temas irán madurando y se podrán definir. Otros no. Hay que aplicar los principios de la doctrina a la realidad de hoy», explicaba el neocardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo de los obispos, en una entrevista con la revista «Vida Nueva». Respondía así a una pregunta sobre las expectativas frente a la posible admisión a la plena comunión de las personas divorciadas que se habían vuelto a casar.

Las palabras de reconocimiento que Francisco dedicó ayer a la intervención que había hecho Kasper el día anterior fueron vistas por algunos como una señal de que se iba a producir este cambio. La sala de Prensa de la Santa Sede subrayó que no se ha decidido todavía nada y que habrá que esperar más de dos años para saber qué puede pasar con este espinoso asunto. «Lo que ocurra entonces puede ser que no sea lo que quieren hoy los medios», explicó el padre Ciro Benedittini, vicedirector de la sala de Prensa.

Al abrir ayer la segunda jornada de trabajo de este consistorio extraordinario, Francisco comentó que la noche anterior había releído el texto introductorio del cardenal Kasper. Tras decir bromeando que no había acudido de nuevo al discurso para conseguir quedarse dormido, dio las gracias al purpurado germano por conseguir una «teología profunda y serena». «Me sentó bien e hizo que me viniera una idea: esto se llama hacer teología de rodillas», comentó el Pontífice.

Unos de los puntos que sí se decidió en la reunión de estos días en Roma es el nombre de los tres presidentes que tendrá el sínodo del próximo otoño. Como explicó el director de la sala de Prensa de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, los elegidos fueron: los cardenales André Vingt Trois, arzobispo de París (Francia); Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila (Filipinas); y Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida (Brasil). Lombardi comentó que en los debates se había tratado la cuestión de la familia en el contexto actual, en el que prima una cultura descristianizada, y teniendo en cuenta la «perspectiva antropológica cristiana». Sobre la cuestión de las nulidades matrimoniales, confirmó que se había hablado sobre cómo mejorar y simplificar estos procedimientos y sus implicaciones canónicas.

Respecto al acceso a la comunión de los casados tras un divorcio, Lombardi dijo que hubo varias intervenciones al respecto, pero sin llegar a decidir nada sobre ello. «Ha habido un clima de discernimiento, de sabiduría, de búsqueda conjunta del mejor camino para la Iglesia», aseguró el portavoz vaticano, subrayando que las intervenciones trataban de encontrar la mejor manera de que la postura de la comunidad cristiana tuviera en cuenta tanto la misericordia como «la fidelidad a la Palabra de Cristo».