Iglesia Católica

La niña milagro que vale la santidad

Santos, con su hija Carmen en brazos, y María del Carmen, momentos antes de partir hacia Roma desde Valencia
Santos, con su hija Carmen en brazos, y María del Carmen, momentos antes de partir hacia Roma desde Valencialarazon

El Papa canoniza hoy a los padres de Santa Teresita de Lisieux, que alcanzaron la santidad tras la curación inexplicable de Carmen, una valenciana de 7 años.

Carmen cumplió siete años el pasado jueves 15 de octubre. Siete años desde que naciera prematuramente y sus padres vivieran la mayor angustia de sus vidas: no había esperanzas de vida tras múltiples patologías, una doble septicemia y una hemorragia cerebral. Las escasas que quedaban llevarían aparejadas secuelas muy importantes tanto físicas como psíquicas.

También se cumplen siete años desde que, en su desesperación, los padres de Carmen, creyentes, recurrieran al convento de San José y Santa Teresa –la niña nació en su festividad– más cercano, el de Serra, para encomendarla. Siete años de relación con las hermanas, que días después de conocerse les invitaron a que pusieran a su hija en manos de los padres de Santa Teresita de Lisieux –Louis Martin y Zélie Guerin–, que fueron beatificados cuatro días después tras curar a un niño italiano inexplicablemente en 2002. Lo hicieron rezándoles una novena y Carmen se curó, sin explicación científica, tal y como confirmaron ocho médicos y los otros diez testigos que participaron en el proceso. Ahora, siete años después, el Papa Francisco los canonizará gracias a este milagro. Precisamente el siete es el número bíblico de la perfección y la plenitud, que representa la divinidad.

La canonización será hoy en el Vaticano, donde la pequeña valenciana portará y entregará al Papa la urna con las reliquias del matrimonio santo. Esas reliquias estarán expuestas para la veneración de los fieles en la Capilla de Nuestra Señora Salus Populi Romani, advocación a la que el Papa Francisco ha enconmendado los trabajos del Sínodo de la Familia. Estarán allí, precisamente, hasta la conclusión de los trabajos sinodales, el próximo domingo.

Junto a esta familia valenciana estará una representación de las carmelitas de Serra, «las tías del monasterio», como las llama Carmen; concretamente, irán dos hermanas, «muy ilusionadas» por acompañar a la pequeña en un día tan señalado. También se desplazaron a Roma algunos de sus familiares más cercanos.

En la capital italiana desde el viernes, los padres de Carmen, María del Carmen y Santos, la pequeña y su hermano mayor, participaron ayer por la mañana en un pequeño ensayo y, horas después, en una vigilia de oración en la Iglesia de Santa Teresa. «Carmen está ilusionadísima», explica su padre, que añade que «está fantástica, fenomenal».

Santos recalca que su hija es una niña normal, porque «las personas que reciben estos milagros son normales». «Carmen no tiene nada especial. Ahí está con su colegio, con su deberes, sus cosas y, nada, fenomenal. Lo que sí es especial es el hecho que se ha producido en ella», explica en Paraula, el periódico de la Archidiócesis de Valencia. Comparte, además, su deseo de que el milagro sirva «para aumentar la fe, que sea un mensaje de esperanza para demostrar que Dios está aquí y nos ayuda. El Señor quiera que se aumente la fe en Valencia y en España».

De lo que sí tiene certeza es de que este acontecimiento excepcional ha procurado grandes beneficios para toda su familia: están más unidos, ha fortalecido su fe y ayudado mucho en su matrimonio. «Como decía, espero también que la historia de Carmen acerque a muchas personas a Dios, porque es un testimonio de que Dios existe. Como dice Jesús, el que tenga oídos que oiga», reconoce a LA RAZÓN desde Roma.

Pero no todo fue fácil. Santos reconoce que los primeros días de vida de Carmen «fueron muy duros» hasta que «empezó a darse en ella una mejoría», que se completaría años después con el alta definitiva.

Hoy, la pequeña «sabe que estuvo malita y por qué está aquí. Lo ha vivido desde pequeña, pero tendremos que volver a explicárselo cuando sea mayor».

Con la canonización de hoy, no se acaban los viajes para esta familia, pues la semana que viene se trasladarán a Lisieux, donde participarán en la Basílica de Santa Teresita de una Misa de Acción de Gracias por los nuevos santos. Louis y Zélie, que fueron beatificados por Benedicto XVI el 19 de octubre de 2008, serán el segundo matrimonio en la historia de la Iglesia que alcanza la santidad, el primero no mártir.

Junto a los padres de Santa Teresita de Lisieux, el Papa Francisco canonizará al sacerdote italiano Vicenzo Grossi y a la española María Purísima de la Cruz, la sexta madre general de la Congregación de las Hermanas de la Cruz. En Roma habrá una nutrida representación española, con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, a la cabeza.