El sucesor de Benedicto XVI

Los abusos y las finanzas no dominan el debate

El cardenal Dolan desmitifica el poder del «Vatileaks» en las congregaciones a golpe de blog

Timothy Dolan saluda a su llegada a las congregaciones generales
Timothy Dolan saluda a su llegada a las congregaciones generaleslarazon

No puede callarse. Es superior a sus fuerzas. El Colegio Cardenalicio frenó en seco las entrevistas de todos los purpurados y sepultó las ruedas de prensa de los enviados norteamericanos. Pero Timothy Dolan se resiste. Y si no puede contárselo de viva voz a ningún periodista, lo hace a través de su blog a los internautas. Ayer contó el día a día de las congregaciones. De la Misa a los Laudes, del Ángelus a la Adoración. Pero también abordó los debates que se llevan a cabo. Y he aquí una frase para no olvidar. Tanto como su ya célebre «Quien me vea como Papa es que ha fumado marihuana». En esta ocasión, no es llamativa la forma, pero sí el fondo. «En la calle todo el mundo está diciendo que estamos hablando de la corrupción en el Vaticano, los abusos sexuales, las finanzas... ¿Se tratan estos temas? ¡Sí! ¿Son los que mandan? ¡No!».

Se agradece la aclaración, teniendo en cuenta la resaca que generan los cuervos. Más de lo que uno se imagina. Según cuenta el cardenal, los grandes temas que preocupan a los distintos responsables de la Iglesia son otros. Pero, una vez más, son los grandes titulares de los que tiran, y no del trabajo escondido de la Iglesia. Porque aquellos que buscan desligar a los pastores de su grey, en otras palabras, la jerarquía de la parroquia, se equivocan. Si María colabora en Cáritas de Sevilla echando una mano en un ropero, el cardenal Rodríguez Maradiaga hace lo propio gestionando los fondos en la sede de Caritas Internacionalis en el Vaticano. Entre aquellos temas que desvela Dolan se encuentra precisamente cómo «invitar de nuevo a acercarse a la Iglesia a aquellos creyentes que la han abandonado, mejorar el servicio a los enfermos y a los pobres», sin olvidar aquellas cuestiones clave como «la defensa de la dignidad del matrimonio, la protección de la vida donde está más en peligro a causa de la guerra, la pobreza o el aborto».

Tampoco le duelen prendas reconocer que también se habla de nombres de futuros papables en los corrillos: «¡Claro! Pero el nombre más hablado es el Santísimo Nombre de Jesús».

Quinielas varias

Y entre esos purpurados que se cuelan en las conversaciones con el resto de norteamericanos dicen los vaticanistas que hay un nombre que se repite: Angelo Scola, el favorito entre los italianos. Un respaldo que chocaría con la tesis de hace unos días que dejaba caer que los italianos daban por perdido el cónclave en favor del brasileño Scherer con una condición: quedarse con la Secretaría de Estado. Movimientos políticos que tienen poco que ver con el debate «atemporal» que plantea el norteamericano en su blog.

Dolan es así. Con el alma en Dios y los pies en la tierra. Sólo así se maridan estas reflexiones sobre la oración con aquellas cosas que el buen hombre echa de menos de su tierra. «Hasta ahora no he podido encontrar pan integral irlandés, ternera en salmuera o whisky», suelta con una gran ironía: «No me malinterpreten, me encanta la comida y el vino de aquí en Roma». Bien lo saben en las «trattorias» de la ciudad, donde se deja ver haciendo de los restaurantes ese «atrio de los gentiles» que sirve de escenario para la nueva evangelización que impulsó de cero Benedicto XVI.