Papel
Los diez mandamientos «sostenibles»
El Papa ofrece, además de una reflexión sobre las causas y las consecuencias de la destrucción del medio ambiente, obligaciones que atañen a todos.
Si algo caracteriza los textos y el lenguaje del Papa Francisco es su claridad, su capacidad para hacer un juicio crítico y proponer algunas soluciones. Sucedió así con su exhortación apostólica «Evangelii Gaudium» y ahora con su encíclica «Laudato Si’». Ofrecemos una recopilación de los mandamientos medioambientales que se derivan del texto papal, que se incorpora al magisterio de la Iglesia sobre esta cuestión.
1 Agua potable y limpia para todos
Una de las primeras reflexiones que Francisco realiza en «Laudato Si’» tiene que ver con un recurso tan básico como el agua. Además de la contaminación a la que se ve sometida, el Papa hace hincapié en que es un problema especialmente serio para los pobres. «Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida. (...) El problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural».
2 La tierra debe beneficiar a todos
Muy en la línea de la doctrina eclesial del destino común de los bienes, Francisco recoge en el texto que «la Tierra es una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos». En este sentido, añade que la tradición cristiana «nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada». Recurre también a la encíclica «Centesimus annus» de su predecesor San Juan Pablo II: «Dios ha dado la Tierra a todo el género humano para que sustente a todos sus habitantes, sin excluir ni privilegiar a ninguno».
3 Mayor desarrollo de energías limpias
Ante la realidad el cambio climático, Francisco reclama el desarrollo de políticas que reduzcan la emisión de gases contaminantes, algo que, según afirma, pasa por el reemplazo de combustibles fósiles por fuentes de energía renovable. «En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias», añade.
4 Necesidad de liderazgos
Bajo la premisa de que «nunca hemos maltratado nuestra casa común como en los dos últimos siglos», constata que el problema es «que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos, buscando atender las necesidades de las generaciones actuales incluyendo a todos, sin perjudicar a las generaciones futuras».
5 Poner límites a la tecnología
Bergoglio alaba los grandes avances que ha logrado para el bien de la humanidad la tecnología, aunque advierte de que hay límites y de que no es bueno que ésta resida en unas pocas manos. «Cada época tiende a desarrollar una escasa autoconciencia de sus propios límites. Por eso, es posible que hoy la humanidad no advierta la seriedad de los desafíos», expone antes de decir que falta «una ética sólida» y que el hombre «está desnudo y expuesto frente a su propio poder». En otro punto del texto, Francisco recrimina a algunos movimientos ecológicos que defiendan la integridad del ambiente y reclamen límites a la investigación pero no apliquen estos principios a la vida humana.
6 Garantizar el acceso a un trabajo
Según el Papa, cualquier planteamiento ecológico debe incorporar el valor del trabajo. Y por ello afirma: «No debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra (...). En este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo». En este sentido, propone «una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarias» y pone como ejemplo la gran variedad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeñas escala. Reflexiona también sobre el papel de las empresas, que deben estar «al servicio del bien común».
7 No a la especulación ambiental
«La compraventa de bonos de carbono puede dar lugar a una forma de especulación, y no servir para reducir la emisión global de gases contaminantes», denuncia Francisco ante la utilización de este recurso por algunos países para sostener su sobreconsumo. En este sentido, reclama acuerdos internacionales que se cumplan, «dada la fragilidad de las instancias locales para invervenir de modo eficaz». «Hacen falta marcos regulatorios globales que impongan obligaciones y que impidan acciones intolerables, como el hecho de que países poderosos expulsen a otros países residuos e industrias altamente contaminantes», añade. Bergoglio cree que la misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. «Necesitamos una reacción global más responsable», concluye.
8 Una nueva y sana política
«La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente», lamenta Francisco. «Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común». Pide una política «sana» que afronte el desafío necesario de darle la vuelta a la cultura actual y que haga el esfuerzo de concienciar a la población sobre lo que está en juego.
9 Pequeños gestos que salven la tierra
Los comportamientos cotidianos de cada persona tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente. «No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente. Además, el desarrollo de estos comportamientos nos devuelve el sentimiento de la propia dignidad, nos lleva a una mayor profundidad vital, nos permite experimentar que vale la pena pasar por este mundo», dice el Papa.
10 Una nueva relación norte-sur
Francisco pide que las relaciones internacionales estén regidas por «una ética» para afrontar así las verdadera «deuda ecológica», que existe entre el Norte y el Sur. Los desequilibrios comerciales entre ambos bloques tienen consecuencias en el medio ambiente, afirma el Papa, lamentando la contaminación que se produce con la exportación de «algunas materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado». «Los pueblos en vías de desarrollo –sostiene–, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro».
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