El sucesor de Benedicto XVI

Los paparazzi, a la«caza» de Benedicto XVI

La revista «Chi» publica los paseos del Papa Emérito en Castel Gandolfo. Es la primera vez que se fotografía a un Pontífice sin su consentimiento, fuera de su vida pública

Imagen de la revista italiana en la que­ se ve al Papa Emérito con su secretario, el padre Georg
Imagen de la revista italiana en la que­ se ve al Papa Emérito con su secretario, el padre Georglarazon

El corazón manda. Bien podría ser la frase de arranque de un retiro cuaresmal de Cantalamessa. Pero no. Es una sentencia más mundana: de miércoles por la mañana en el quiosco, cuando se busca una guerra familiar para empatizar con las batallas de suegra-yerno en casa propia, se mira con envidia los salones palaciegos de una condesa consorte o de una tonadillera despechada. El «coure» manda. Sin límites. La intimidad se esfuma ante un objetivo. Aunque sea la del Papa.

Benedicto XVI renunció. Para descansar. Para orar. Para escribir. Para tocar el piano. Y, si me permiten, para hacer lo que quiera. Merecido lo tiene. A buen seguro que «L'Osservatore Romano» no tardaría en ceder a los medios de comunicación alguna imagen de cómo está viviendo sus primeras semanas como Emérito. Ya lo hizo el día después de su renuncia con el fin de complacer la demanda de la Prensa y también de los propios fieles, de conocer cómo se encuentra aquel que durante ocho años ha llevado el difícil timón de la barca de Pedro. Las tostadas del desayuno, el libro de su teólogo de referencia. ¿Qué más quieren?

Pero, ya saben, el negocio es el negocio. Si el paparazzo no entiende de futuras reinas británicas en topless y embarazadas, menos aún de «jubilación» de un anciano de 85 años. Y ahí ofrece «Chi» una vez más una «Exclusive mondiale» en la que invita a pensar en uno de los paseos de Benedicto XVI por Castel Gandolfo acompañado por Georg. Es el primer Papa en renunciar, el primero en moverse por Twitter. Pero también, el primero en sufrir lo que se conoce en las mesas camilla como un «robado». Ante lo excepcional del caso, esto es, de quebarantar por primera vez los muros papales, surgen incluso las dudas de inmediato de si aquello es un montaje chavista. Entiéndase como foto falsa que ciega a aquel que la ve la da por cierta sin acudir al origen de la misma, viendo a un Papa con gorra que en realidad no lo es o interpretando como actual una imagen de otra escapada cualquiera. Algo de tranquilidad da que sea Ansa, la agencia de noticias de referencia para los italianos lo acredite.

A buen seguro que el Papa alemán no cambiará sus hábitos en los dos meses que pasará en su retiro «veraniego» en pleno invierno. Entre otras cosas, porque nada tiene que ocultar. Nada te turbe nada te espante. Pero más que comprensible será que hoy Lombardi, el jesuita que juega con la ironía en sus encuentros con los periodistas y que está haciendo su particular maratón de ruedas de prensa en las dos últimas semanas, llegase con el gesto torcido pidiendo algo de respeto. Aunque sea por las canas. «El fin de los tiempos se acerca», augura Pitita. Al menos en lo que a la privacidad de los Papas se refiere.

Los purpurados agradecen su «luminoso» papado

Los cardenales reunidos en las Congregaciones Generales remitieron ayer un telegrama a «Su Santidad, el Papa Emérito Benedicto XVI» en el que expresan su «renovada gratitud por todo el luminoso Ministerio Petrino y por el ejemplo dado de la generosa preocupación pastoral por el bien de la Iglesia y del mundo». La misiva señala también que esta gratitud quiere representar el reconocimiento de toda la Iglesia «por su incansable trabajo en la viña del Señor».