Francisco, nuevo Papa
«Que no os venza el pesimismo»
Dos días después de su elección como Papa, Francisco volvió a reunirse con los miembros del Colegio Cardenalicio en un encuentro celebrado en la Sala Clementina del Vaticano en la que demostró otra vez su sencillez y su naturalidad. La audiencia comenzó con un pequeño susto, pues cuando se levantó para abrazar a Angelo Sodano, decano de los purpurados, tras el mensaje que éste le dedicó, el obispo de Roma se tropezó. Con unos buenos reflejos, evitó la caída. Francisco trató a los cardenales como iguales, pues se refirió a ellos como «hermanos» y no como «señores». Les dio las gracias a todos por su apoyo deteniéndose en particular en tres: Sodano, Tarcisio Bertone, el Camarlengo, y Giovanni Battista Re, el purpurado de más rango de los que participaron en el cónclave. Luego se acordó de su compatriota Jorge María Mejía, quien sufrió el miércoles un infarto y se recupera en una clínica de Roma y a quien visitó luego por sorpresa.
En una intervención leída pero con continuas improvisaciones, invitó a los católicos a que no se «dejen vencer por el pesimismo, por esa amargura que el diablo nos ofrece cada día». «Tengamos la firme convicción de que, con su aliento poderoso, el Espíritu Santo da a la Iglesia el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra», dijo el nuevo Papa. Es precisamente el Espíritu Santo, «el Paráclito», como se refirió a él Francisco, el que crea «todas las diferencias» en la comunidad cristiana, pero también el que mantiene su unidad, «no en la igualdad, sino en la armonía».
Con sus 76 años, el obispo de Roma es consciente del momento vital en que se encuentra. Lo mismo le pasa a la gran parte de los miembros del Colegio Cardenalicio, un club formado en su mayoría por septuagenarios y octogenarios. «Queridos Hermanos: ¡Ánimo! La mitad de nosotros tenemos una edad avanzada», dijo Francisco, subrayado que la vejez es «la sede de la sabiduría de la vida». Pidió a los ancianos que no se guarden para ellos esta sabiduría y la brinden a los jóvenes, haciendo como «el vino bueno, que mejora con los años». Su pasaje sobre los últimos años de la vida le hizo recordar una cita de uno de sus poetas favoritos, el alemán Friedrich Hölderlin. La dijo primero en alemán y luego la tradujo al italiano: «''Es ist ruhig, das Alter, und fromm''; es el tiempo de la tranquilidad y de la plegaria».
Una vez concluida su alocución, Francisco, en pie, fue saludando uno a uno a todos los cardenales presentes. Estaban los que participaron en el cónclave y los que, por superar los 80 años, ya perdieron su condición de electores. Con todos tuvo gestos de cariño: repartió abrazos, besos y carcajadas por doquier.
✕
Accede a tu cuenta para comentar