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Santoral

¿Qué santo se celebra hoy, 26 de julio? Todo lo que debes saber del santoral de hoy

Hoy se conmemora a Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María y patronos de los abuelos y de las familias

Santa Ana y San Joaquín retratados en 'El encuentro en la Puerta de Oro' Maestro de MoulinsLa Razón

El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.

¿Qué santos se celebran hoy, sábado 26 de julio?

  • San Austindo: Obispo del s. XI.
  • Santa Bartolomea Capitanio: Fundadora italiana del s. XIX.
  • San Erasto de Corinto: Tesorero vinculado al apóstol Pablo (s. I).
  • San Simeón de Mantua: Ermitaño del s. XI.
  • San Jorge Preca: Sacerdote maltés (beatificado, hoy santo).
  • Beato Andrés de Phû Yên: Protomártir de Vietnam, fallecido el 26 de julio de 1644.
  • También se recuerdan varios beatos: Camila Gentili, María Margarita y compañeras, Guillermo Webster, Hugo de Actis, Jorge Swallowell, Juan Ingram, Tito Brandsma.

Santa Ana y San Joaquín: Vida y Pontificado

Santa Ana y San Joaquín son, según la tradición cristiana, los padres de la Virgen María y, por tanto, los abuelos maternos de Jesús. Aunque no aparecen en los evangelios canónicos, su historia ha sido transmitida a través de textos apócrifos, especialmente el 'Protoevangelio de Santiago', un escrito del siglo II que recoge con detalle la vida de la familia de María.

Según esta tradición, Ana y Joaquín vivían en la región de Jerusalén o en Nazaret. Eran personas profundamente devotas, justas y caritativas, pero durante muchos años vivieron con el dolor de no poder tener hijos. En aquella época, la infertilidad era vista como una deshonra y hasta un castigo divino, lo cual afectaba especialmente a Joaquín, que era rechazado incluso en el templo por no tener descendencia. Fue entonces cuando se retiró al desierto a orar, mientras Ana, en casa, también elevaba su súplica a Dios. Ambos recibieron una revelación angelical que les anunció que serían padres y poco tiempo después nació María.

Fieles a su promesa, consagraron a la niña al servicio del templo, donde creció hasta el momento de su desposorio con José. Aunque no fueron figuras públicas ni ocuparon cargos religiosos formales, Santa Ana y San Joaquín desempeñaron un papel fundamental en la historia de la salvación como educadores de María, transmitiéndole la fe y preparándola espiritualmente para su misión como Madre de Dios. A través de su ejemplo, representaron los valores del amor familiar, la esperanza y la fidelidad absoluta a Dios.

Canonización y Legado

Santa Ana y San Joaquín no fueron canonizados mediante un proceso formal como se hace hoy en día, ya que vivieron en los tiempos previos a Cristo y a la estructuración de la Iglesia como institución. Sin embargo, desde los primeros siglos del cristianismo se les veneró como santos, especialmente en las comunidades cristianas orientales, y con el tiempo su culto fue aceptado oficialmente por la Iglesia.

El legado espiritual de estos santos es inmenso. Son considerados patronos de los abuelos y de las familias y su ejemplo inspira a generaciones enteras. Santa Ana, en particular, es invocada por mujeres embarazadas, por quienes tienen dificultades para concebir hijos y por las madres en general. En muchas culturas, su figura representa la ternura y la sabiduría maternal. San Joaquín, aunque es menos popular en devociones individuales, también es reconocido como protector de los padres y de los hombres que, con humildad y silencio, sostienen con fe el hogar.

La Iglesia celebra su memoria conjunta el 26 de julio, recordando no solo su papel biológico en la vida de Jesús, sino, sobre todo, su disposición interior a servir a Dios a través de la familia, la oración y el sacrificio cotidiano.

Exilio y Muerte

No existen datos históricos verificables sobre los últimos años de vida de Santa Ana y San Joaquín. Tampoco hay constancia de que hayan sufrido persecuciones o exilios. Según la tradición piadosa, vivieron en paz, acompañando a María durante su infancia, y murieron en la vejez, posiblemente en Jerusalén o en las cercanías de Nazaret. Algunas leyendas afirman que fueron enterrados cerca del Templo de Jerusalén, pero no hay pruebas arqueológicas que lo confirmen.

A diferencia de muchos santos de los primeros siglos, no se les atribuyen martirios ni muertes violentas. Su muerte se considera el cierre de una vida vivida en plena comunión con Dios, marcada por la espera confiada, el servicio humilde y la bendición de haber visto crecer a su hija, la Madre del Salvador. En cierto sentido, su muerte simboliza la culminación serena de una misión cumplida.

Dónde se celebra

La devoción a Santa Ana y San Joaquín se ha extendido a lo largo de los siglos por todo el mundo. Su fiesta litúrgica se celebra el 26 de julio tanto en la Iglesia Católica de rito latino como en muchas Iglesias orientales, aunque en algunas tradiciones ortodoxas, Santa Ana también se conmemora en otras fechas, como el 25 de julio o el 9 de septiembre.

Entre los lugares donde se vive con especial fervor su fiesta destaca Canadá, en particular la Basílica de Sainte-Anne-de-Beaupré, en la provincia de Québec, que atrae cada año a miles de peregrinos, muchos de ellos buscando sanación o consuelo maternal. En Francia, la región de Bretaña tiene como uno de sus centros espirituales el santuario de Sainte-Anne-d’Auray, donde Santa Ana es considerada patrona del pueblo bretón.

En España, la devoción a Santa Ana es muy fuerte y está presente en muchas ciudades y pueblos, como Sevilla, Granada o Tudela, donde se celebran procesiones, misas solemnes y fiestas populares. También en América Latina, especialmente en México, Colombia, Perú y El Salvador, hay numerosos pueblos y parroquias bajo su advocación, y el 26 de julio se convierte en una verdadera fiesta de la familia y la fe. San Joaquín, aunque con una devoción más discreta, también es celebrado en algunos lugares, sobre todo en contextos donde se busca destacar la figura del abuelo o del padre ejemplar.