Catolicismo

Sor Mary Prema: «¿Su mensaje?: “Sonreíros el uno al otro”»

Nacida en Alemania (1953), es la superiora general de las Misioneras de la Caridad.

Sor Mary Prema: «¿Su mensaje?: “Sonreíros el uno al otro”»
Sor Mary Prema: «¿Su mensaje?: “Sonreíros el uno al otro”»larazon

Nacida en Alemania (1953), es la superiora general de las Misioneras de la Caridad.

Para Sor Prema, la Madre Teresa fue ante todo eso, una madre, y por ello la llama tal cual «madre». La actual superiora de las Misioneras de la Caridad y sucesora de la santa de Calcuta conoció a la Madre Teresa en 1980, cuando apenas tenía 20 años, justo después de leer una biografía suya titulada «Algo hermoso para Dios». Fue elegida superiora general el 24 de marzo de 2009, y se convirtió en la segunda sucesora de la Madre Teresa tras su fallecimiento en 1997.

–¿Cómo está viviendo estos días?

–Estoy muy feliz de haber llegado pronto a Roma para ayudar con los preparativos. Cada vez me doy más cuenta del bien y la ventaja que significa para la Iglesia y especialmente para nuestra congregación tener a nuestra fundadora canonizada. Y estamos muy, muy agradecidos a Dios y al Santo Padre por haberle concedido este honor.

–Termine la frase: la Madre Teresa es una santa porque...

–Ella fue un pequeño lápiz en las manos de Dios. Y tenía un único deseo: conocer y amar a Jesús y hacer que sea conocido y amado por todos. Su gran deseo era hacer que la gente se beneficiara y fuese bendecida por el amor misericordioso de Dios que ella, a través de sus trabajos humildes, trajo de una manera tangible a la gente. Ese era su gran deseo, que todos lo sepan, y amar a Dios, y llegar a Él.

–¿Cómo se es capaz de testimoniar el valor del sufrimiento?

–El sufrimiento, por sí mismo, no tiene ningún valor. Sólo el amor le da valor. Y se ve en la naturaleza. Donde hay amor hay sufrimiento y hay perdón. Donde no hay amor, el sufrimiento es inaceptable. Así también fue para mí en mi propia vida, y para las hermanas y para los pobres. Debemos insistir y trabajar más en el amor que nos hace más capaces de aceptar lo que Dios da a través del sufrimiento, el rechazo u otras dificultades que vienen.

–¿Recuerda algunas palabras de consuelo que le dirigiera personalmente a usted la Madre Teresa?

–Es Jesús el que me llamó a seguirlo. Las palabras que me inspiraron de la Madre fueron siempre hacer cosas pequeñas con gran amor. No hace falta esperar grandes ocasiones para amar y darnos a nosotros mismos, sino en las pequeñas atenciones de la vida, la vida diaria de unos con otros en la comunidad, y especialmente también en el servicio a los pobres. Para limpiar, lavar, mostrar una sonrisa, para dar una palabra amable. Ésta es la pequeña atención a la necesidad individual de la persona que sufre y está a nuestro cuidado. Pero a veces es difícil porque estas cosas pasan inadvertidas para los demás.... Y la Madre diría que el mayor mérito está en el cielo.

–¿Cómo describiría la amistad entre ella y Juan Pablo II?

–Creo que fue de una devoción inquebrantable y de un solo corazón a Dios y a las almas. Por la salvación de las almas, por los jóvenes, por la dignidad de la vida, de los sacramentos y el gran poder que los sacramentos tienen en la vida de las personas, por la unidad de las diferentes religiones. También la unidad de las diferentes denominaciones dentro de la Iglesia. El gran amor que compartían con los demás y el amor a los pobres. La Madre insistió en venir a Calcuta con Juan Pablo II para ver nuestro hogar para los moribundos y el Papa nos visitó en 1986. Fue una gran alegría para la Madre. Luego, después de eso, insistió en tener un hogar dentro de los muros del Vaticano con Juan Pablo II como Papa, y eso es lo que hicieron, un hogar y un comedor para pobres. Ambos sabían que en la Eucaristía y en los pobres es el mismo Jesús a quien servimos.

–¿Cree que la Madre Teresa es un mensaje de misericordia hoy día?

–La misericordia era como una segunda naturaleza para la Madre por el amor que sentía por Jesús, e invitó a todos a poner sus manos, y especialmente a abrir su corazón, al amor. Mostró también la forma de hacerlo. La paz viene con una sonrisa y, sobre todo, con el perdón. Como Madre sufrió mucho cuando vio familias rotas y pedía que por el bien de los niños se perdonaran y empezaran de nuevo. Sonreír el uno al otro. Ése era el mensaje de la Madre cuando oraba junto a las familias y les decía que entonces tendrían la gracia de permanecer juntos.

–¿Qué diría a los que tienen vocación a la vida religiosa?

–Que no tengan miedo de amar y darse a sí mismos. La libertad se puede encontrar dando la vida por los demás y por amor. Hemos sido creados para eso, para darnos a nosotros mismos en el amor. En cualquier aspecto de la vida, ya sea en la vida conyugal, ya sea en la religiosa, ya sea en el sacerdocio. Ese es el propósito para el cual Dios nos ha creado y ser felices con Él para siempre .

–¿Cuál es la historia de su vocación?

–Fue el primer deseo de seguir a Jesús en esta comunidad, cuando estaba leyendo el libro de Malcolm Muggeridge «Algo hermoso para Dios», y me quedé impresionada de la sencillez de la vida que las hermanas llevaban en Calcuta y ya no pude olvidarlo. Luego, lentamente, conforme mi vida de oración se fue haciendo más rica, sabía que quería dar todo por Jesús.

– ¿Qué pensó cuando conoció a la Madre Teresa la primera vez?

–La primera vez que la vi ella ya tenía 70 años, por lo que ya estaba un poco encorvada, pero sus ojos estaban llenos de vida, y eran pequeños. Y en su interior estaba su grandeza. No fue su apariencia, fue la forma como se relacionó conmigo y con la que se hizo a sí misma útil en la comunidad lo que me hizo conocer a una persona que ama, que me aceptó, que me quiso y fue una madre para mí.

–¿Cree usted que ella y Francisco comparten una misión y una visión de la vida?

–Sí. Y ambos están formados en la espiritualidad ignaciana, por lo que realmente se combinan muy bien. Además, fue una hermana de Loreto (la congregación a la que perteneció antes de fundar las Misioneras de la Caridad), que también tiene una estrecha relación con la espiritualidad jesuita.