Francisco, nuevo Papa
Un Jueves Santo en la cárcel con menores musulmanes
El capellán del centro de menores al que acudirá el Papa explica a LA RAZÓN la difícil realidad con la que se encontrará Francisco
Como si nada hubiera cambiado. O dicho de otra forma: como si Jorge Mario Bergoglio no hubiera dejado de ser arzobispo de Buenos Aires.
Como si nada hubiera cambiado. O dicho de otra forma: como si Jorge Mario Bergoglio no hubiera dejado de ser arzobispo de Buenos Aires. Antes de ser elegido para guiar la barca de San Pedro, el Papa Francisco acostumbraba a celebrar la tradicional Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo en una cárcel bonaerense. Dicha tradición no se va a ver interrumpida por su Pontificado: dentro de una semana acudirá al Instituto Penal para menores de Casal del Marmo de Roma. Será allí donde el Santo Padre celebre la misa –también llamada «Coena Domini»– y el ritual del lavatorio de los pies, que rememora el gesto que realizó Jesús con sus apóstoles. Una novedad para los actos de la Santa Sede, pero no para el Pontífice.
Tradicionalmente, el Obispo de Roma presidía la celebración de la Cena del Señor en la Basílica de San Juan de Letrán. Sin embargo, las fechas del Cónclave han impedido que el Papa Francisco tomara posesión de la misma la pasada semana. Por ello, el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, explicó que sería la Basílica de San Pedro la que acogería la ceremonia. Ahora, el Pontífice ha decidido alterar todos los planes.
Delitos muy graves
«Hemos recibido la noticia con mucho entusiasmo. Primero con incredulidad y, después, con sorpresa y curiosidad. No es habitual que un Papa se presente aquí en la Misa del Jueves Santo», asegura a LA RAZÓN el padre Gaetano Greco, capellán de la prisión de Casal del Marmo, que no puede ocultar su satisfacción.
La prisión, explica el sacerdote, cuenta ahora mismo con cerca de 45 jóvenes reclusos –nueve de ellos mujeres–, de edades comprendidas entre los 16 y los 18 años, si bien pueden permanecer en el correccional hasta cumplir los 21. «Algunos están aquí por delitos muy graves. Y, tras cumplir su pena, deben seguir un programa de recuperación», afirma Greco. Así, estos jóvenes fueron condenados por el tribunal de menores de Roma.
Con todo, lo más llamativo es que muchos de los internos son de religión musulmana. «La directora y yo se lo hemos comunicado por la tarde, pero muchos ya conocían la noticia. Cuando les hemos contado lo del lavatorio de pies se han quedado extrañados, sobre todo los de fe musulmana. Para ellos es una sorpresa. Pero están contentos». Por ello, ahora toca «prepararlos». «A partir de este momento tenemos que explicarles en qué consisten las liturgias cristianas», afirma. Muchos de ellos, como el propio Greco, no dieron crédito. «Es la primera vez que tengo la oportunidad de conocer a alguien tan importante», decían ayer los menores.
¿Cómo se puede interpretar este gesto excepcional del Papa Francisco? El capellán lo tiene claro. «Está siguiendo con firmeza lo que anunció durante su toma de posesión, y que está siendo una novedad. Es un padre que quiere una Iglesia pobre para los pobres. Una Iglesia promotora de justicia, alegría y sencillez», asegura. De hecho, es un Pontífice que «quiere compartir con los más débiles. En este caso, hablamos de unos adolescentes detenidos, que representan una parte importante de la pobreza de la humanidad, con una futuro por delante pero que empieza con una dificultad muy grande. Ha elegido estar con los más débiles en un momento de dolor y apuro. Pero también representa una esperanza».
Cambiar de vida
No hay que olvidar la especial significancia que tiene el rito del lavado de pies. «Es la aceptación del hombre, con todas sus debilidades y toda su esperanza de poder cambiar su vida».
Greco recuerda el especial significado que ha tenido para el Vaticano el centro de Casal del Marmo. Benedicto XVI ya celebró una eucaristía en la capilla del centro el 18 de marzo de 2007, donde recordó a los jóvenes reclusos que «el hombre es una persona libre. Debemos comprender lo que es la libertad y lo que es sólo apariencia de libertad», una reflexión que le llevó a comentarles que «la libertad es un trampolín para lanzarse al mar infinito de la bondad divina, pero puede transformarse también en un plano inclinado por el cual deslizarse hacia el abismo del pecado y del mal».
Por su parte, Juan Pablo II también acudió allí el Día de Reyes de 1980 y explicó a los chavales que «conozco vuestros problemas, comprendo vuestras dificultades y sé, en particular, lo difícil que es para vosotros salir de vuestras angustias íntimas, inconfesadas muchas veces, y mirar al porvenir con confianza».
A renglón seguido les dijo: «Sabed que el Papa se dirige a vosotros con estima como a jóvenes que tienen capacidad de hacer tanto bien en la vida el día de mañana, y pone confianza en vuestra inserción responsable en la sociedad».
Un centro para reclusos conflictivos
Situada en la Via Giuseppe Barellai de Roma, el Instituto Penal para menores de Casal del Marmo cuenta con una superficie de 12.000 metros cuadrados. Los internos varones están distribuidos en dos módulos de 24 habitaciones cada uno, mientras que un tercer módulo tiene capacidad para 24 mujeres. Con un alto porcentaje de reclusos extracomunitarios, el día a día del centro es reflejo de la difícil situación por la que atraviesan estos jóvenes: el pasado 29 de enero, dos jóvenes rumanos golpearon en la cabeza a uno de los internos. Entre otras actividades, la prisión cuenta con talleres de carpintería, tapicería y hostelería
–especializado en pizzas– para los varones, mientras que las reclusas pueden acudir a un centro de costura.
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