Comunidad de Madrid

Una lección de compromiso

La Razón
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La renuncia de Su Santidad el Papa Benedicto XVI ha conmocionado a todo el mundo, especialmente a los que somos católicos. Una noticia para la que no estábamos preparados, puesto que para ver su precedente más cercano hay que remontarse 600 años. Hace algunos años, Su Santidad declaró que si no podía cumplir con sus funciones renunciaría. Ayer, Benedicto XVI nos daba una lección de compromiso y responsabilidad siendo, como ha sido siempre a pesar de las críticas, fiel a sí mismo. Tuve el honor de conocer a Su Santidad el Papa durante la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Madrid en el mes de agosto de 2011. Comprobé entonces su capacidad intelectual, su inteligencia y su riqueza teológica y filosófica. Descubrí por qué Joseph Ratzinger era el mejor sucesor para un personaje de la talla moral de Juan Pablo II, y vimos cómo un frágil anciano reunía bajo un aguacero atroz a más de dos millones de personas para hablarles de Dios ajeno a las modas del pensamiento. Benedicto XVI renuncia por coherencia y responsabilidad después de haber sido un gran Papa. Después de ser, como dijo en su primera intervención, «un simple y humilde trabajador de la viña del Señor» que, con una fe clara y sin grandes alardes ni artificios mediáticos, ha fortalecido los pilares doctrinales de la Iglesia y ha expandido el ecumenismo. La frase que pronunció ayer, «Ya no tengo fuerzas», pasará a la historia por lo que significa para la Iglesia y porque nunca en cuatro simples palabras se lanzó un mensaje más responsable, honesto y comprometido. Los cardenales, reunidos en cónclave, sabrán elegir lo mejor para la Iglesia en estos momentos. Ayer, cuando conocí la noticia, me vinieron a la mente las palabras con las que Benedicto XVI despidió a su antecesor: «Nuestros corazones están colmados de tristeza, y a la vez plenos de alegre esperanza y profunda gratitud».