La renuncia de Benedicto XVI
«Vuestra fuerza es mayor que la lluvia»
Benedicto XVI reunió a más de dos millones de jóvenes en agosto de 2011, en Madrid, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Este encuentro es el último que realizará con los jóvenes. Allí recordó que este acto «da esperanza al futuro de la Iglesia»
Los dos millones de personas que acudieron a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2011 en Madrid recuerdan con agrado y como un hecho irrepetible el haber estado tan cerca de Benedicto XVI. Su renuncia ha sorprendido a todos los que compartieron esos días con el Santo Padre. Los jóvenes que acudieron a estas jornadas de júbilo recuerdan con especial cariño cómo, tras el incesante calor de ese año, comenzó a llover cuando llegó el Santo Padre. Algo celestial, divino, su presencia llenó de amor la explanada de Cuatro Vientos. Ninguno olvida las palabras que pronunció el Papa: «Vuestra fuerza es mayor que la lluvia». Lágrimas, risas, cánticos, oración... Un cúmulo de emociones difíciles de controlar. «Pienso que aquellos días que pasó en España, con jóvenes de más de 200 países, fueron, sin duda, unos de los más felices de su pontificado. El Papa estaba contentísimo», recuerda Javier Cremades, responsable de los actos centrales de la JMJ. «Cuando atravesó andando la Puerta de Alcalá entró en el corazón de los millones de jóvenes que le esperaban. Le veo rezando, concentrado, serio, durante el Via crucis, y ante Jesús Sacramentado expuesto en Cuatro Vientos en la custodia de la Catedral de Toledo», insiste.
Su amor por los que comenzaban su andadura en la vida adulta ha estado presente a lo largo de sus ochos de su Pontificado. De hecho, será recordado por ser el primer Papa tuitero. Esta apertura hacia las redes sociales, este gran esfuerzo, es por y para los jóvenes, para estar ahí donde ellos se mueven. Andrea González, una de las jóvenes que acudieron a la JMJ, asegura que «justo hoy (por ayer) estuvimos hablando en el almuerzo sobre estas jornadas». Para Andrea fue una experiencia «inolvidable». «Tuve la oportunidad de ir con el colegio a recibirlo al aeropuerto». Andrea habla con nostalgia del día de la llegada del Santo Padre: «Pudimos sentirlo cerca y él también se sintió arropado por todos los chicos y chicas que estábamos allí. Acabamos llorando porque habíamos estado mucho tiempo esperando ese momento y fue alucinante cuando lo vimos». Durante la JMJ, los jóvenes llegados de países diferentes no pararon de cantar. «Todos queríamos que viniese, estábamos concentrados por la misma persona y compartíamos el mismo sentimiento». Andrea también recuerda con cariño cuando iba por la calle y toda la gente se saludaba aunque no se conocieran.
Cada uno de los participantes lo vivió de forma diferente, aunque todos compartieron el mismo sentimiento de grandeza que envolvía el acto. Esther Rojas, otra asistente, afirma que el encuentro con Benedicto fue «un momento precioso de comunión y eso me ayudó mucho». Además, «que quiera estar con los jóvenes y los cuide es admirable, porque son el futuro y eso le engrandece más». Para Esther la JMJ fue «uno de esos momentos en los que se refuerza nuestra fe, de poner en orden nuestra creencia, de ver que no estás solo». Y es que, «esa fe sigue mar adentro como reza el Evangelio, y ahora me ha llevado a ser profesora de religión». El grupo de las Calasancias, pertenecientes a las Hijas de la Divina Pastora, tuvieron la suerte de poder ir a recibirlo y despedirlo al aeropuerto. Noemí Santiago, una de las hermanas calasancias, comentó que «en el momento que empezó a llover y parecía que se iba a caer todo resistió contra viento y marea y todos permanecimos ahí: ''Permaneced en mi amor"como reza el Evangelio». Cremades también recuerda este momento con especial cariño: «La imagen que más ha quedado grabada en mi retina es la de la noche de la Vigilia: emocionado ante aquellos miles y miles de jóvenes que han rezado con él, bajo la tremenda tormenta inesperada, arrodillados sobre el barro, les dice: "Hemos vivido una aventura juntos"». Los millones de jóvenes coinciden en el amor que recibieron por parte del Pontífice. En el caso de las Calasancias, se juntaron 120 personas de diferentes países –Argentina, Chile, Uruguay y países africanos–. «El ambiente era muy cercano como el de una gran familia. Fue una experiencia determinante porque yo en ese momento me planteaba la vida religiosa y hoy estoy viviendo una etapa de formación», añade Noemí.
La JMJ destacó por su presencia en internet. Un equipo de 70 personas, que escribían en 21 idiomas, formaban el equipo de redes. Ayer por la mañana, con el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI, las redes sociales se han vuelto a desbordar en todo el mundo. «Por un lado sentimos tristeza, pero también un profundo respeto por su decisión», afirmó el responsable de redes sociales de la JMJ y de Dog Comunicación, Antonio Gallo. «Los dos años de trabajo sirvieron para unir a todos aquellos que no pudieron asistir a Madrid a través de las más de 50 redes sociales en las que trabajamos», destacó. Estas jornadas se convirtieron en el mayor evento mundial de jóvenes retransmitido en las redes sociales. Otro asistente y miembro de la organización, Javier Díaz, vivió el evento como «un servicio muy bonito al Señor y a la Iglesia». Además, «estas jornadas sirvieron para reafirmar la idea de que servir a la Iglesia no cae en saco roto». Por su parte, Bárbara Bofarull destacó que la JMJ «supuso para mí una fortificación de la fe. Sentí tranquilidad. Descubrí a un Papa más cercano de lo que creía y me sirvió para darme cuenta de que se preocupa por cada uno de nosotros». Así, esta joven vivió las jornadas «con muchas ganas. Me apetecía vivir la fe como Dios manda».
Benedicto XVI deja atrás un gran legado, que ha estribado, en gran medida, en la fortificación de la fe de los jóvenes. Ahora ya no se volverá a escuchar cantar a la juventud católica: «Somos adictos al Papa Benedicto. Sin embargo, en marzo se encenderá la fumata blanca y volveremos a escuchar: "Habemus Papa"». Y los jóvenes tendrán a otro Pontífice en el que confiar y al que devolver su amor.
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