Salud

Megalópolis en cuarentena

Las grandes urbes de América Latina son las que tienen peores condiciones para soportar la llegada virulenta del Covid-19 por la mala calidad de la vivienda y su hacinada configuración urbana

problemas en la vivienda en america del sur
problemas en la vivienda en america del surJosé Maluenda

Quien haya estado alguna vez en México DF habrá observado que circulando hacia el Parque Nacional de Popocatépelt, se alza en una loma un tapiz gris de casitas minúsculas, como si fuera barro. Es una de las grandes comunas de autoconstrucción, muchas puestas en pie tras el terremoto de 1985, otras, por campesinos empobrecidos llegados de todo el país que buscaban refugio en la gran metrópolis. No hay propietarios, pero sí una legislación no escrita que dice que la casa es de quien la construyen. En Latinoamérica, el 75% de la población vive en zonas urbanas –según el Banco Interamericano de Desarrollo, DID–, mientras que en la Unión Europea es el 40%. España es la más urbanita de la UE, con el 48,5%. Aunque el foco más virulento del coronavirus está en nuestro país, podemos sentirnos privilegiados porque disponemos de una sanidad que está respondiendo aun con dificultades y unas condiciones de habitabilidad que nos permiten pasar el confinamiento sin demasiadas estrecheces. Si el Covid-19 se expandiera por los países de Latinoamérica, desde México a Argentina –donde todavía es escaso: en Brasil, un país de 208 millones de habitantes, sólo hay 2.201 casos y 46 muertos– las condiciones de la vivienda y de la configuración urbana en inmensos barrios de ínfima calidad de construcción será un grave impedimento para que el virus no se propague. Ciudades como México DF (8,8 millones), Bogotá (7,4), Lima (9,5) o Sao Paulo (12,1) dan cobijo a comunas donde las condiciones de vida mínimas no están aseguradas, sin suministro de agua, saneamiento, electricidad, hacinamiento de familias y una construcción que no permite una mínima protección. La privacidad es un lujo. En la región, sólo hay 242 ciudades de menos de 2 millones de habitantes. Según el DID, 91 millones de personas han sido afectadas por inundaciones. Sólo en Colombia, entre 1998 y 2016, los desastres naturales provocaron gastos de 5.600 millones de dólares. Para entender la configuración social del continente, hay que partir de que la mitad de la población tiene trabajos «informales».