Coronavirus
¿Y si no llega nunca la vacuna?
Cada vez son más los científicos que hablan de comenzar a pensar en una convivencia a largo plazo con el virus SARS-CoV-2, y varios expertos señalan que todas las vacunas existentes han necesitado más de un lustro en desarrollarse
Más de 35 años atrás, en 1984, Margaret Heckler, secretaria de Salud y Servicios Humanos de EE UU, anunció que se había identificado con éxito el virus que luego se conoció como VIH y predijeron que una vacuna estaría lista para ser probada en dos años. Se destinaron equipos, dinero y tiempo a este esfuerzo. Pero en 2020 todavía no se ha logrado. Lo que sí se ha conseguido es hacer que la enfermedad sea crónica: no es mortal, pero tampoco se cura. Se convive toda la vida con ella.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce siete tipos distintos de coronavirus que pueden afectar a los humanos (hay muchos más), el primero de ellos descrito en los 60. Pero aún no hay vacuna o medicamentos antivirales para prevenir o tratar a ninguno.
Pero los tiempos han cambiado y la ciencia avanzó mucho. A ello hay que sumar los esfuerzos de equipos multidisciplinarios e internacionales que trabajan codo a codo para producir la primera vacuna. Hubo quienes anticiparon que eso permitiría desarrollar un agente efectivo contra la Covid-19 en menos de dos años. Pero cada vez son más las voces que se alzan para señalar calma. Todas las vacunas efectivas desarrolladas hasta hoy han tardado más de un lustro en completar, no solo la etapa de investigación, sino también la de ensayos clínicos en la población, sea por edad, género, en embarazadas… Todo esto demora años para estar seguros de la efectividad en la población y para evaluar posibles efectos secundarios a largo plazo.
Y a ello se une otro problema. Uno de los responsables del sistema sanitario de Reino Unido, Christopher Whitty, señaló en el Parlamento que había evidencias «preocupantes» que sugieren que puede no ser posible estimular la inmunidad al virus. «No sabemos si se obtiene ésta al pasar la enfermedad y por cuánto tiempo –explicaba Whitty –. Y lo mismo ocurrirá con una vacuna.
Hay ciertas evidencias de que algunas personas se han reinfectado y es una situación un poco preocupante. Debemos tener cuidado al asumir que vamos a tener una vacuna para esta enfermedad como la hemos tenido para el sarampión, que nos protege de por vida». Pero no es el único que va por ese camino. La propia OMS señalaba que no hay «pasaportes de inmunidad» para aquellos previamente infectados con el virus, «ya que actualmente no hay evidencia de que las personas que se han recuperado de Covid-19 están protegidos de una segunda infección».Un tercer ejemplo es el experto en salud David Nabarro, candidato a liderar la OMS tres años atrás. «Hay virus contra los que todavía no tenemos vacunas –señalaba recientemente en una entrevista a la CNN–. No podemos asumir que se desarrollará una, o, si se consigue, si pasará todas las pruebas de eficacia y seguridad. Es absolutamente esencial que todas las sociedades se coloquen en una posición en la que puedan defenderse contra el coronavirus como una amenaza constante y puedan llevar a cabo una vida social y actividad económica con el virus en nuestro medio».
El plan B a seguir
Los ejemplos siguen, pero, ¿cuál es el plan B si no hay vacuna? Al mismo tiempo que los expertos citados hablan de un mundo sin vacunas, también alertan de la necesidad de trazar medidas alternativas ya mismo. Una es investigar en mayor profundidad el tema de la inmunidad en pacientes que han dado positivo por Covid-19 y así comprender si le mantiene a salvo de posibles contagios futuros o no, y por cuánto tiempo.
Otra es destinar parte de los recursos a analizar posibles candidatos para la futura pandemia, ya que aunque haya una vacuna contra el SARS-CoV-2, ésta no servirá para el próximo virus. Se sabe muy poco sobre los pasos a dar en un escenario de pandemia en el que no se puede realizar una intervención farmacológica, es decir, sin vacunas. En lo que sí están de acuerdo es que económicamente los países ya no pueden detenerse más en las fases iniciales de confinamiento y deben avanzar. Pero también concuerdan que esto cambiará en gran parte la economía.
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