Desescalada
La España del desfase: los rebrotes ponen en peligro la desescalada
No solo botellones. La Guardia Civil ha denunciado a 4.280 personas durante este fin de semana
«Fiestas, cumpleaños o entierros» son en este momento los eventos más peligrosos, explica Vicente Larraga, científico del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, del CSIC. «Siempre hay peligro, pero si se controlan los brotes se quedan solo en casos aislados», añade. Tras meses de confinamiento, la gente tiene ganas de volver a la normalidad, pero botellones como el de este fin de semana en Tomelloso, con medio millar de adolescentes sin mascarilla, sin guardar la distancia de seguridad y bebiendo de las mismas botellas, hacen peligrar esta desescalada. El de Ciudad Real no fue el único. En Sevilla hubo varios botellones dispersos este fin de semana, con 200 personas el más numeroso. En Gorliz, medio centenar de menores de 15 a 16 años se reunieron para beber en un pinar tras quedar por las redes. Y en Madrid, la Policía Municipal detectó 34 botellones y 270 fiestas en pisos particulares.
«Existe un alto riesgo de que los jóvenes protagonicen reacciones compensatorias de tipo pendular como respuesta a la tensión y la angustia que han padecido», alerta Raúl Izquierdo, psicólogo y director técnico de Asociación DUAL. Por ello, se producen conductas en «exceso despreocupadas como compensación a las exigencias de intenso control y restricción durante el confinamiento», explica. El mayor riesgo es «querer recuperar el tiempo perdido celebrando fiestas», detalla.
El confinamiento ha sido duro para todos, pero sobre todo para los jóvenes, que «están construyendo su red social». Ahora bien, los menores tienen unos padres que han de velar porque sus hijos cumplan las normas, máxime cuando no pueden beber. Y es que no es un problema solo de menores. El sábado más de 50 personas se reunían para disfrutar de una barbacoa en Granada, que está en fase 1, lo que acabó con 39 denuncias por incumplir las normas impuestas por el estado de alarma y dos vehículos inmovilizados. En Sevilla, la Policía Local procedió a la denuncia, desalojo y precinto este fin de semana de Casino, un local con licencia para sala de fiestas, una actividad que no está permitida en la fase 2. También en Sevilla, se desalojó y denunció un bar por tener 72 sillas sin autorización. No era la primera denuncia.
«Algunas personas, no solo los jóvenes, no son conscientes de la situación dramática que ha vivido este país y que aún está viviendo. Parece que el cambio de fase es como abrir la puerta del instituto el día de vacaciones o a las celebraciones con paella. El alcohol tomado en grandes dosis es una sustancia tóxica que además es inmunodepresora y la persona se arriesga más a tener cualquier tipo de contagio. Lo hemos visto no solo en botellones, sino también en fiestas como la del primo belga del Rey o el cumpleaños de Lérida. Me llama la atención que una de las poblaciones más castigadas por el Covid como Tomelloso haya sido uno de los núcleos donde ha habido más efecto llamada y esto no sería inmunidad de rebaño, sino inmunidad de borregos. El alcohol es un tóxico y es un riesgo más frente al Covid», precisa Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol.
Así, solo el pasado viernes, la Guardia Civil denunció a 1.593 personas, el sábado a 1.199 y el domingo a 1.488 por incumplimiento de las medidas decretadas por el estado de alarma en todo el país. Pero mientras en algunos puntos se actúa y se multa, hay en otros enclaves donde lo difícil es ver a alguien con mascarilla, este domingo por ejemplo en Guadarrama, pese a ser de uso obligatorio. Y el temor latente es que suceda como en Italia, donde las autoridades ya han amenazado con dar marcha atrás en la desescalada si no se cumplen las normas. Ya lo ha avisado el primer ministro: «No es el momento de organizar fiestas y disfrutar de la ‘‘movida’’. De otro modo, la curva de contagios volverá a subir».
«La desescalada es la etapa más difícil y el problema es que estamos avanzando sin datos. No se ha puesto en marcha seriamente lo de los rastreadores, no puede ser que en Valencia haya 1.210, y en Cataluña 200, cuando deberían ser unos 15 por 100.000 habitantes», explica Alejandro Arenas, catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas de la Universidad Rovira i Virgili. «Es imposible hacer un desconfinamiento seguro cuando tenemos baile de cifras, cuando los datos de las CC AA no son homogéneos...». «Esto no se ha acabado y la gente no es consciente. Frente a la infección solo tenemos mascarilla y distanciamiento social para protegernos y aún así no es 100% seguro. La clave es localizar a los que se contagien rápido para evitar que el virus se descontrole. Y si nuestros números van mejor es porque el sol nos puede estar ayudando. Hay que avanzar de fases con máxima prudencia, PCR masivas y sobre todo rastreadores. El virus no se ha ido y puede entrar en circulación de nuevo si no se tiene cuidado». El médico Antonio Burgueño confía en la biología del virus: «En verano desciende la transmisión de enfermedades respiratorias. No es que el virus se haya marchado de España porque lo hemos hecho fenomenal, sino por el sol». Lo que no quita que haya que seguir velando por detectar pronto los brotes.
Y algo tan clave como obvio: si algunos no pueden dar un beso a sus padres ni ir a visitarles por estar en otra región, no hay derecho a que otros vayan sin mascarilla, hagan fiestas, etc. Y aún falta por ver qué sucederá en sitios como Magaluf o Ibiza cuando se abran las puertas al turismo.
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