Actualidad

Salud

El corte de digestión es un mito pero sí conviene tomar precauciones si nos bañamos en agua muy fría

Los problemas vienen por un cambio de temperatura muy brusco para el cuerpo y, por eso, conviene evitar la combinación de estos tres factores: agua muy fría + cuerpo caliente + entrada de golpe en el agua

El corte de digestión es un mito pero sí conviene tomar precauciones si nos bañamos en agua muy fría
El corte de digestión es un mito pero sí conviene tomar precauciones si nos bañamos en agua muy fríalarazon

Hay que ser muy buena madre y muy buen padre para aguantar, impertérritos, la machacona pregunta: “¿me puedo bañar ya?”. Una pregunta que se repite a intervalos aproximados de cinco minutos durante las dos horas que los padres prohíben bañarse a su prole después de comer. Eso son 24 preguntas, multiplicadas además por el número de hijos, sobrinos y amiguitos de ambos que tengan a su cargo en la playa o la piscina. Una tortura que los sufridos padres se pueden ahorrar: el corte de digestión no existe.

Pero sí hay que tomar precauciones antes del baño, lo que explica el origen remoto de la leyenda del corte de digestión. La palabra que lo explica todo es hidrocución, que significa literalmente “ejecución por agua”, del mismo modo que electrocución significa “ejecución por electricidad”. El término lo acuñó en 1953 el médico militar francés G. Lartigue, que observó analogías clínicas entre los accidentes mortales en el agua con los producidos por la electricidad.

De forma más descriptiva y menos tenebrosa, el doctor Lartigue también llamó a este síndrome “shock termodiferencial” o diferencia de temperatura, lo que da pistas sobre qué ocurre realmente.

“En efecto, la hidrocución se produce por un síncope o crisis vasovagal, causado por el contacto brusco del cuerpo con el agua fría. Cuando esto sucede, el organismo reacciona con una vasoconstricción periférica, con reducción de la frecuencia cardíaca, para garantizar un aporte preferencial de sangre a nuestro cerebro”, explica el doctor Luis Sancho, Jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Sur de Alcorcón (Madrid).

En paralelo, añade, “el cuerpo debe hacer un gran esfuerzo por mantener su temperatura a 37 grados. Si no lo consigue porque el shock termodiferencial es muy intenso, se produce un laringoespasmo reflejo, que no es otra cosa que esa dificultad para respirar o respiración entrecortada que sentimos cuando nos bañamos o duchamos con agua muy fría”.

Esta sucesión de reacciones reflejas del organismo al contacto brusco con el agua fría “puede generar una sobrecarga cardíaca que derive en parada cardiorrespiratoria con consecuencias fatales si la persona no es rescatada a tiempo”, advierte el doctor Sancho.

¿Y qué pasa con la digestión?

La hidrocución se puede producir incluso con el estómago vacío, pero sí es verdad que una comida copiosa puede ser un factor de riesgo si nos bañamos bruscamente. “Durante la digestión se concentra más sangre en el sistema digestivo, por lo que si sufrimos un shock termodiferencial, puede llegar menos sangre al cerebro y provocarnos mareos o pérdida de conocimiento. Pero siempre será por el cambio repentino de temperatura, no por la digestión en sí”, insiste el Jefe de Pediatría de Quirónsalud Sur.

Son factores de riesgo todos aquellos que provoquen que nuestra temperatura corporal sea muy superior a la del agua. “Haber estado tomando el sol mucho tiempo, practicar deporte o cualquier ejercicio físico intenso, un ambiente muy caluroso y un agua muy fría incrementan el diferencial entre nuestra temperatura corporal y la del mar o piscina y, por tanto, el riesgo de hidrocución”.

“Lo sensato, por tanto, es introducirnos en el agua siempre de forma paulatina, mojarnos brazos y nuca antes de sumergirnos y nunca hacerlo de golpe. Esto permitirá a nuestro organismo adaptarse poco a poco a la diferencia de temperatura y no reaccionará de forma sincopada con las consecuencias descritas”, aconseja el doctor Sancho.

En este sentido, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) explica también que sí, que es cierto que las probabilidades de sufrir el síndrome por inmersión o hidrocución aumentan cuanto más fría esté el agua y más caliente esté tu cuerpo. Por eso, acontesejan, conviene adoptar algunas precauciones:

  • Evitar la combinación de estos tres factores: agua muy fría + cuerpo caliente + entrada de golpe en el agua.
  • Evitar zambullidas bruscas después de la comida, pero también después de hacer un ejercicio intenso o incluso después de haber estado un tiempo prolongado al sol calentando en exceso tu cuerpo. Sí puedes bañarte, pero no te tires de golpe: es mejor introducirse en el agua de forma gradual o mojarse antes algunas partes del cuerpo para ir acostumbrándolo al contraste de temperatura
  • Es preferible no hacer ejercicios intensos en las horas de más calor.
  • Cuando la temperatura es muy elevada, al aire libre, olvídate de comidas copiosas: mejor optar por alternativas de menús saludables y veraniegos.
  • Cuidado con el alcohol: una ingesta excesiva siempre es un riesgo, y más para los bañistas.

Signos y síntomas del corte de digestión: actúa cuanto antes

  • Dosifica tus fuerzas: no te alejes mucho mar adentro, es mejor bañarse acompañado, sobre todo en sitios que no conozcas...
  • Si estás en el agua y empiezas a encontrarte mal, sal enseguida.
  • Si notas frío, náuseas, zumbido de oídos o siente un cansancio repentino y no puedes salir del agua, tratar de pedir ayuda a alguien.
  • Una vez fuera del agua, permanece un rato en reposo, mejor tendido con las piernas en alto para asegurar el flujo de sangre al cerebro, aunque en ese momento tengamos la tensión baja.
  • Si no te recuperas, habrá que pedir ayuda al socorrista, a los servicios de vigilancia o llamar al 112.

Las señales de alarma

Pero si a pesar de todas las precauciones empezamos a sufrir un shock, el propio organismo nos lanzará señales de alarma que tenemos que identificar y actuar en consecuencia, saliendo inmediatamente del agua:

• Estado de sopor o de obnubilación.

• Sensación de vértigo y zumbido en los oídos.

• Dolor de cabeza.

• Fatiga.

• Enrojecimiento de la piel con picazón y sensación de calor, generalmente en el abdomen y la cara interna de brazos y piernas.

• Déficit de agudeza visual con visión borrosa.

• Dolores de localización variable que se presentan en forma de hinchazón, calambres musculares o dolores articulares.

• Piel de gallina.

Así pues, basta seguir estas recomendaciones para poner fin a la eterna espera (y el aguante paterno) para bañarse después de comer. Por cierto, dependiendo de lo que hayamos comido, la digestión puede durar hasta cuatro horas, así que lo de esperar dos horas tampoco serviría siempre.