Alimentación
Los mitos de los alimentos prohibidos para los diabéticos
Hay muchos mitos sobre la diabetes que hacen que muchos ciudadanos sigan consejos basados en falsas creencias. El principal, que las personas con diabetes tipo 2 deben llevar una dieta especial. Cuando “en general han de llevar una alimentación saludable y equilibrada. En el caso de la diabetes tipo 2, que es la más frecuente (entre el 90 y el 95% de los casos), las recomendaciones son más genéricas. Pero dentro de la alimentación la frecuencia de consumo de alimentos que se recomendaría sería la siguiente: que haya un plato de verdura y hortaliza en cada comida y en cada cena. Dos raciones al día. O si tomamos un plato único que la mitad corresponda a este grupo de alimentos. ¿Por qué? Porque por un lado nos van a aportar volumen y saciedad y por otro porque aportan nutrientes muy interesantes para el control de la diabetes. Y esta verdura y hortalizas se juntaría con aporte de proteína que puede ser animal como carne, pescado o huevo, o vegetal destacando la legumbre”, explica Andrea Calderón, secretaria científica de la Sociedad Española de Ciencias de la Alimentación (Sedca) y docente de la Universidad Europea de Madrid en el grado de Nutrición y Enfermería.
Y he aquí otro mito. “La legumbre la comemos menos de lo recomendado y las personas diabéticas deberían tomar entre tres o cuatro raciones a la semana, que podrían ser cinco perfectamente. Normalmente tenemos el concepto de que la legumbre engorda y que quizá no sea buena en diabetes, pero es totalmente incierto. Es una fuente de fibra que nos regula muy bien la glucemia en sangre con antioxidantes, vitaminas y minerales muy positivos en diabetes. Y luego podemos incluir en las comidas y en las cenas un aporte de carbohidratos a veces sí y a veces no, pero que no sea más de un cuarto del plato y no abusemos de ellos sobre todo cuando la actividad física es baja porque entonces no nos van a dar ningún beneficio adicional. Dentro de los carbohidratos, la legumbre es una opción ya que es proteína y carbohidrato, los tubérculos, como la patata o el boniato, o los cereales pero siempre han de ser 100% integrales o de grano entero, no blancos o refinados. Y es importante recordar que aunque sea arroz o pasta integral su consumo debe ser esporádico, no tomarlos todos los días, y no vale pasta blanca, pan blanco ni cereales refinados, ni harinas refinadas porque los cereales integrales tienen muchísima más fibra, vitaminas y minerales. En cambio, una harina blanca, además de que tienen una mucho menor valor nutricional, al tener muchísima menos fibra también se va a absorber mucho más rápido y el pico de azúcar en sangre va a ser mucho mayor y en exceso promociona una resistencia a la insulina que eso empeora la diabetes. Por lo que los cereales blancos o refinados en la dieta de un diabético cuanto menos mejor”, precisa la nutricionista de Sedca.
Pero quizá uno de los mitos más escuchados es el de tener gran precaución con la fruta, especialmente con la “prohibida” erróneamente. Según indica esta experta, "se recomienda un consumo de dos o tres piezas de fruta todos los días y aquí es clave incidir en quitar el mito de que la fruta para los diabéticos no es buena o de que hay frutas prohibidas como el plátano o las uvas porque tienen un poquito más de azúcar que la fruta media. Lo único que se recomienda es no tomar las tres piezas de fruta seguidas porque su aporte de azúcar de golpe podría dar un pico de azúcar mayor en sangre. Y, por su puesto, no tomarlas en zumo, siempre en pieza entera que, además de saciar más, se va a absorber más lento por lo que el pico de azúcar en sangre que va a dar es menor que un zumo en el que te bebes de un trago dos o tres naranjas con todo su azúcar y al ser líquido y absorberse muchísimo más rápido, va a pasar a sangre en seguida”.
Eso sí, “el consumo de alcohol está totalmente contraindicado. Es un mito que tomarse una caña o copa de vino puede ser positiva para la diabetes, algo que a día de hoy se ve en muchas guías y webs, y es totalmente falso. No pasa nada porque una persona diabética se tome una copa de vino de vez en cuando pero cuanto menos mejor y por su puesto beneficio cero”, hace hincapié Calderón.
“En cuanto a los edulcorantes es un tema muy controvertido. A priori no empeoran la diabetes y son un buen sustituto del azúcar porque de esta manera desplazamos tanto el consumo de azúcar como las calorías que vienen de él, pero no son la panacea y no debería ser una alternativa que consumamos todos los días ni a todas horas en galletas edulcoradas, yogur edulcorado, edulcorante para el café, etc. sino que debería ser esporádico. Que hago un bollo casero (para una ocasión especial), pues le puedo poner edulcorante, que de vez en cuando tomo algún producto edulcorado, no hay problema, pero que no sea algo habitual porque no son la panacea y nos acostumbran a que consumamos productos con un sabor muy dulce con lo cual luego nos va a costar más reducir ese sabor dulce. Además, algunos edulcorantes se asocian incluso a alteraciones de la microbiota intestinal que, por su puesto, no son nada beneficiosas para la diabetes”.
También se han demonizado algunos alimentos. Es el caso de los lácteos. Y es que la ingesta de lácteos no aumenta el riesgo de diabetes tipos 2. Otro mito es que deben comprar lácteos desnatados, porque el consumo de lácteos enteros puede reducir el riesgo de sobrepeso y obesidad que muchas personas con diabetes tipo 2 tienen.
Otro mito es el de que compren comida para diabéticos, porque en general no ofrece ningún beneficio especial. “Normalmente son productos de baja calidad nutricional pero sin azúcar, pero edulcorados. Mejor comer comida normal”, hace hincapié Calderón.
Es decir, las personas con diabetes deben de llevar una alimentación saludable, la mediterránea, igual que deberíamos de hacer el resto. Y evitar el consumo de azúcar añadido y, las harinas blancas y no abusar de grasas refinadas como el aceite de girasol o el de palma que suelen llevar los productos preparados. De estos productos “cuanto menos mejor. Además que si no consumimos este tipo de productos de mala calidad nutricional que suelen ser muy altos en calorías estamos dejando un hueco para alimentos más interesantes como fruta, frutos secos, un yogur con fruta, etc.”, concluye Calderón, no sin antes recordar la importancia del ejercicio regular tanto el deporte aeróbico como el de fuerza en estos pacientes.
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