Investigación

Y si los cierres de ciudades densas no fueran eficaces frente a la propagación de la Covid-19...

Una simulación del Instituto de Física de EE UU muestra que estos confinamientos aumentan la propagación de enfermedades

Foto de archivo del atasco en la salida de Santiago de Compostela dirección sur (Pontevedra y Vigo) tras el anuncio de la Xunta de ordenar el cierre perimetral de todas las ciudades gallegas debido a la mala evolución la pandemia
Foto de archivo del atasco en la salida de Santiago de Compostela dirección sur (Pontevedra y Vigo) tras el anuncio de la Xunta de ordenar el cierre perimetral de todas las ciudades gallegas debido a la mala evolución la pandemiaÁlvaro BallesterosEuropa Press

Las pandemias son impulsadas, en parte, por las densas poblaciones en las grandes ciudades donde los edificios, las aceras abarrotadas y el transporte público obligan a las personas a vivir en condiciones más estrictas. Esto contrasta con las condiciones de las zonas rurales, donde hay más espacio disponible por persona. Según el sentido común, estar en áreas menos concurridas durante una pandemia es más seguro. Pero los alcaldes de pueblos pequeños también quieren mantener a sus habitantes seguros, y la migración de personas de las ciudades a los pueblos rurales genera preocupaciones. Durante la pandemia de la Covid-19, ha prevalecido el cierre de fronteras nacionales y fronteras entre estados y regiones. ¿Pero realmente ayuda?

Esa es la pregunta que se hicieron dos investigadores del Instituto Americano de Física en un artículo publicado esta semana en «Chaos» con el fin de descubrir si las prohibiciones de viaje son medidas realmente efectivas para limitar la propagación de una enfermedad pandémica. Se centraron en el movimiento de personas de las urbes más grandes a las más pequeñas y probaron los resultados de esta migración unidireccional. De este modo, «en lugar de dar por sentada la movilidad, o la falta de ella, decidimos explorar cómo una movilidad alterada afectaría la propagación», manifestó Massimiliano Zanin, autor del estudio. «La gente siempre asume que cerrar fronteras es bueno», en cambio «descubrimos que casi siempre es malo», añade.

El modelo utilizado está simplificado, sin muchos de los detalles que afectan los patrones de migración y la propagación de enfermedades. Pero su enfoque en los cambios en la densidad de población indica que las prohibiciones de viaje podrían ser menos efectivas que la migración de personas a áreas menos densas. El resultado fue una menor propagación de la enfermedades.

Zanin y su colaborador David Papo colocaron un grupo hipotético de personas en dos lugares y asumieron que sus viajes se realizaban en patrones de movimiento aleatorios. Utilizaron la dinámica SIR, que es común en los estudios epidemiológicos. Para ello, ejecutaron 10.000 repeticiones de la simulación para determinar la propagación de la enfermedad resultante entre las personas en dos lugares cuando la migración es unidireccional: de ciudades densas a pueblos menos densos. También estudiaron el efecto de la «migración forzada», que saca a las personas sanas de las densas ciudades al inicio de una pandemia. Los resultados mostraron que si bien el movimiento de las grandes ciudades a los pueblos pequeños podría ser un poco menos seguro para las personas en los aldeas, en general, para una situación de pandemia global, esta reducción en la densidad de áreas densamente pobladas es mejor para la mayoría de las personas.

Pero es ¿trasladable a la práctica?

«Es simplemente el resultado de una modelización teórica, que no está basada en datos empíricos. Está bien como reflexión teórica, pero sólo a partir de este análisis nadie va a tomar decisiones tan complicadas como las implícitas en el artículo (aumentar el riesgo de infección en las ciudades pequeñas permitiendo –o forzando– que les lleguen visitantes desde las ciudades grandes con mayor densidad de población con la esperanza de obtener un mayor beneficio promedio entre las urbes grandes y pequeñas)», explica Fernando Rodríguez Artalejo, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. «Además, en cierto modo –prosigue– el análisis asume que el resto de factores determinantes del contagio es similar en las ciudades grandes y pequeñas, lo que no suele ser el caso. Es un interesante ejercicio académico, sin clara traslación al ejercicio de la salud pública».