Entrevista

Mónica Lalanda: «Puedo ayudar a más pacientes con mis pinturillas que con mi fonendo»

Sus dibujos son tremendamente populares en redes sociales donde esta «médico sin fonendo» trata de aportar luz en cuestiones relacionadas con la salud. Ahora nos presenta su último proyecto: «Ser Médico. Manual de Instrucciones».

Mónica Lalanda
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-¿Cómo lo definiría?

-Es un conjunto de 54 mensajes contados de forma muy sencilla a través de un dibujo expresivo y un corto texto. Serían los 54 consejos que yo me daría a mí misma si pudiera volver atrás, al día que empecé como médico. Salimos de la Facultad de Medicina con muchos conocimientos pero sin las herramientas prácticas necesarias para afrontar la realidad de la vida de un médico. Muchas cosas las vamos aprendiendo a golpes en los primeros años. Ser combativo, crítico, compasivo, saber cuidarse, aprender a convivir con la incertidumbre, de prescribir, entender que no puedes curar todo, que vas a cometer errores dolorosos...

-¿Cuál hubiera sido el que le hubiera gustado recibir en su día?

-Me hubieran valido todos, pero los más útiles serían sin duda los que me hubieran preparado para fortalecerme emocionalmente. Cualquier cosa que me hubiera aportado para rellenar los grandes huecos que uno encuentra: el profesionalismo, la necesidad de pedir ayuda, la aceptación de tanto sufrimiento del que eres testigo, el entendimiento de la vulnerabilidad del paciente y la mía propia frente a él, el valorar ser parte de un equipo, el ser muy crítico con el sistema, el no dejarme pisotear y no dejar que nadie abuse de mi vocación. Tenemos un estupendo sistema sanitario pero que trata a sus profesionales como colillas. Necesitamos nuevas generaciones de médicos que se levanten contra eso, que no lo acepten, desde el principio. Mi baraja quiere contribuir a ello.

-¿Por qué una baraja?

-Quería hacerlo en un formato en papel pero más barato que un libro. Algo que puedas compartir, separar, regalar de una en una, hacer talleres o seminarios, crearte un póster… en fin, buscaba la originalidad y la versatilidad. Tanto en el contenido como en el formato mi intención ha sido que sea algo subversivo. Estoy encantada con lo conseguido.

-¿Estaba en las cartas que usted iba a ser médico?

-Sin duda. Nunca he querido ser otra cosa, aún guardo un diario de cuando tenía seis años, con letra insegura, escribiendo con seguridad pasmosa que de mayor sería médico.

-¿Por qué lo dejó por la ilustración?

-No lo he dejado, sigo siendo médico, simplemente han cambiado mis herramientas. He dejado la medicina asistencial pero no la Medicina. De hecho lo que hago ahora me resulta tremendamente satisfactorio, pues me consta que puedo ayudar a muchos más pacientes con mis pinturillas que con mi fonendo. Creo firmemente que ser médico no es sólo un trabajo, es una actitud ante la vida y el Acto Médico va más allá del Acto Asistencial. Mi aportación ahora es facilitar la comunicación, «traducir información» a través de los dibujos. Lo cierto es que mis dibujos no tienen una gran calidad técnica, su éxito es precisamente que siguen teniendo un médico detrás.

-Tiene muchos seguidores en las redes sociales. ¿Qué opina de la desinformación que muchas veces se genera en ella? Algo que, por otra parte, usted trata de paliar...

-La desinformación, los bulos, las “fake news” son la otra cara de la moneda de la libertad de expresión. Contra eso no se pueden poner barreras que no tengan terribles efectos secundarios sobre esa libertad. La forma de combatirlos es crear información de calidad, con contenidos fácilmente comprensibles y que provengan de fuentes fiables. La sociedad sigue considerando a médicos y enfermeras como personas de las que se puede uno fiar, por eso tenemos la enorme responsabilidad y el gran privilegio de ser escuchados en redes sociales. Un dibujo y un texto sencillo que resuman por ejemplo un artículo médico complejo o información sanitaria relevante pueden resultar útiles. Tengo muchos seguidores, efectivamente, tengo una gran suerte.

-¿Cala mejor el mensaje con un dibujo que con un fonendo?

-Vivimos tiempos de vivir deprisa, de una falta de atención ya patológica. Las redes sociales son magníficas pero nos han hecho más superficiales, menos meditativos, saltamos de una cosa a otra sin pararnos apenas. Llevo años comprobando que en esta nueva sociedad los mensajes deben ser muy visuales y muy sencillos. Un tuit con una imagen llega más lejos que una entrada sesuda al blog. Esto ahora es difícil de luchar, así que hay que adaptarse. De ahí también la idea de las cartas, un formato que requiere poca atención pero que te engancha.

-Durante la pandemia, ¿qué aspecto le ha resultado más «inspirador»?

-Los primeros meses dibujé sin parar, entre medias de atender pacientes on-line en una plataforma altruista. Esta atención y Twitter me daban una idea bastante clara de lo que estaba causando más ansiedad. Acabé dibujando en cuatro áreas, la más importante, información para pacientes (síntomas, cómo aislarte, qué hacer si tienes síntomas, cómo hacer la compra segura, uso de la mascarilla, etc.). En segundo lugar “traducir” artículos e informes científicos densos que pudieran ser útiles a mis compañeros enfrascados en la locura de la atención asistencial. La tercera faceta de inspiración fue la reivindicación y apoyo sobre las terribles condiciones en las que trabajaron los profesionales sanitarios, con bolsas de basura, compartiendo mascarillas, poniendo en peligro vida y salud y sufriendo mucho, y en último lugar he hecho activismo social para dar visibilidad a lo que se ha sufrido, por ejemplo creando infografía del doloroso informe de la residencias de ancianos de Médicos Sin fronteras. Ojalá pueda volver a dibujar pronto otras muchas cosas, más optimistas, menos dolorosas, menos combativas. Empezamos a ver la luz, la vida volverá a ser de colorines.