Tribuna

«Violencia obstétrica», un concepto doloroso

«No podemos aceptar que se nos criminalice asociando este término a otras modalidades de violencia de género»

«Violencia obstétrica», un concepto doloroso
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Desde la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Madrid queremos dejar claro nuestro posicionamiento ante el término «violencia obstétrica» y la intención del Gobierno de España de incluirla como una de las modalidades de Violencia de Género. La violencia obstétrica, entendida como la violencia ejercida por el profesional de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de la mujer, hace referencia fundamentalmente al trato contrario a las normas éticas y legales en la asistencia al embarazo, parto y postparto. Desde la Sociedad Madrileña de Ginecología y Obstetricia queremos manifestar que este término y su equiparación a lo que conocemos como «violencia de género» no se ajustan en absoluto al modelo actual de asistencia al parto de las maternidades de nuestra comunidad autónoma. Un modelo, sin duda, centrado en la mujer.

Entendemos que, incluso, para etiquetar como «violencia obstétrica» actuaciones de épocas pasadas es imprescindible hacer un análisis contextualizado. A partir del segundo decenio de siglo anterior, las mujeres de estratos sociales más pobres acudían a los hospitales públicos o a las instituciones de beneficencia para la asistencia al parto, mientras las mujeres de estratos ricos podían pagar los servicios de médicos que practicaban la asistencia profesional a domicilio. Estas dos alternativas dieron lugar a modelos de relación diferentes entre médicos y pacientes y a la vez percepciones diferentes por parte de la sociedad, en una época en la que parir en casa era sinónimo de riqueza.

Desde la segunda mitad del siglo XX, los avances científicos y tecnológicos aplicados a la medicina materna y fetal, permitieron una enorme reducción de la morbi-mortalidad hasta entonces impensable. La asistencia al parto se hace mayoritariamente hospitalaria. La asepsia, la monitorización fetal, las exploraciones ultrasonográficas, el desarrollo de las unidades neonatales, la profilaxis antibiótica, son ejemplos de estos avances. Es evidente que el traslado del parto desde los hogares a los hospitales llevó consigo una medicalización en su asistencia y con ella un intervencionismo que ahora sabemos innecesario y una pérdida de protagonismo de la mujer y de su participación en un proceso fisiológico como es el del nacimiento. Estos hechos, analizados desde la perspectiva de nuestro tiempo, se hacen inaceptables para todos, pero las prácticas de antaño consideramos que no deben ser juzgadas desde la perspectiva y el conocimiento actuales.

Con el final del siglo, el inicio del siglo XXI y el desarrollo de la «Medicina Basada en la Evidencia», se pone de manifiesto que una serie de intervenciones en la asistencia al parto, resultaban inapropiadas y/o innecesarias e incluso riesgosas para las madres o sus hijos. A partir de ese momento, la gestante y su hijo pasan a ser el eje a cuyo alrededor gira toda la asistencia, la autonomía, el respeto, la información, la participación en la toma de decisiones están presentes hoy en todas las maternidades de nuestra autonomía.

«La Estrategia de Atención al Parto en el Sistema Nacional de Salud», desarrollada por el Observatorio de Salud de las Mujeres, dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicio Sociales e Igualdad en el año 2012, recoge este nuevo paradigma de la asistencia al parto en España.

Sin duda, queda trabajo por hacer en la des-medicalización del parto normal y nunca nos negaremos a realizarlo, sin embargo, la sola sugerencia que nuestra práctica pueda ser entendida como un «acto violento hacia nuestras pacientes» nos resulta algo extremadamente doloroso.

Nos comprometemos a modificar desde el mejor conocimiento científico todos aquellos aspectos de nuestra práctica clínica que pudieran empañar la vivencia personal del momento del parto, sin descuidar nuestro compromiso de velar por el bienestar de la madre y su hijo.

Seguiremos trabajando para lograr una experiencia del nacimiento lo más natural e íntima posible. Los ginecólogos y las ginecólogas no podemos aceptar que se nos equipare o criminalice asociando el término «violencia obstétrica» a otras de las modalidades de violencia de género que sufren las mujeres y que constituyen una lacra en nuestra sociedad. Las mujeres, su salud y la de sus hijos siempre han sido y serán el centro de nuestra atención profesional. Esta es nuestra vocación. Entrega, servicio, rigor científico, humanidad y ética orientan nuestro trabajo. Desde la Sociedad Madrileña de Obstetricia y Ginecología, solicitamos respeto por parte de los agentes sociales para las ginecólogas y los ginecólogos, así como para nuestros maestros o mentores. Nuestra vocación siempre fue y seguirá siendo, ofrecer el mejor cuidado para la mujer y su familia, desde el compromiso de realizar la mejor atención obstétrica posible en cada momento.