Entrevista

«La Sanidad solo mejora el 10% de nuestra salud y la dieta más del 50%»

Judith Soto es médico y autora del libro «Salud con razón»

Judith Soto es médico y autora del libro «Salud con razón»
Judith Soto es médico y autora del libro «Salud con razón»ARCHIVOArchivo

-¿De qué manera la comida nos enferma?

-Con una dieta adecuada podemos revertir enfermedades, como por ejemplo, la hipertensión en tres meses. Y esto es así porque, aunque suene extraño, determina mucho más nuestra salud lo que ponemos en el plato que no el hecho de contar con tratamientos farmacológicos o grandes hospitales. Si logramos llevar un estilo de vida adecuado (comida sana, ejercicio, dormir bien y gestionar el estrés), estaremos controlando casi la mitad de nuestra salud. Mientras que el hecho de contar con un sistema sanitario moderno tan sólo puede mejorar el 10% de nuestra salud.

-¿A qué se debe esa diferencia?

-Porque estamos llegando tarde, cuando las analíticas salen mal y nos mandan pastillas es porque hace mucho tiempo que ese colesterol se ha estado depositando en las paredes de nuestras arterias. Una placa de colesterol tarda dos o tres décadas en formarse. Son muchos años de malos hábitos. La mayor parte del presupuesto de Sanidad, un 80%, se destina a fármacos para enfermedades crónicas, es decir, que no curan, y rehabilitación. Pero por suerte, podemos curarnos cambiando estos hábitos. Es posible revertir estas enfermedades cardiovasculares escogiendo mejor qué ponemos en el plato.

-Ahora la Covid-19 copa todos los titulares, pero ¿cree que la verdadera pandemia es más silenciosa?

-2020 ha sido un año atípico, pero seguiremos muriendo de una pandemia que lleva muchos años entre nosotros y que es tristemente ignorada: las enfermedades cardiovasculares. Suena extraño, pero son nuestras conocidas hipertensión, colesterol, diabetes tipo 2, obesidad… esta epidemia se lleva cada año 40 de los 56 millones de personas que mueren. Se estima que esta cifra aumentará aún más y que el 80% de las muertes en 2030 serán por su causa. Pero lo más destacable es que la mayoría de esos fallecimientos son prematuros. Nos pasamos los meses esperando las dos o tres semanas de vacaciones de verano en verano ¿cuántas cosas nos quedan por vivir si morimos años antes de lo que deberíamos? A esto hay que sumar los millones de personas que no mueren, sino que viven con las secuelas y la discapacidad derivadas de un infarto o una embolia.

-Y la «vacuna» para esa epidemia está en nuestra despensa...

-Hay que limpiar la despensa de «gérmenes», de alimentos ultraprocesados y volver a la auténtica dieta mediterránea, no la que hacemos hoy en día, que es una versión disfrazada de la original, que sí ha mostrado científicamente ser efectiva tanto para prevenir como mejorar las enfermedades cardiovasculares.

-¿Qué estamos haciendo mal?

-La dieta mediterránea original estaba basada en plantas y cereales integrales, con un consumo muy esporádico de dulces, carnes, embutidos o lácteos. Hasta la revolución industrial vivíamos de lo que nos daba la tierra, no es que fuéramos vegetarianos, éramos agricultores y recolectores. El ganado era minoritario, reservado para las clases pudientes.

-Se habla mucho de alimentos milagro. ¿Verdaderamente existen?

-No existe un alimento que por sí solo mejore nuestra salud de forma significativa, porque lo que importa es el conjunto de lo que comemos a lo largo de los días de forma habitual. Estos «superalimentos» no tienen nada de especial, es un reclamo más del márketing y además tienen un precio excesivo que fomenta la idea de que comer sano es caro. Y no podemos ignorar el impacto que tiene en la situación de emergencia climática que vivimos. A modo de ejemplo, «superalimentos» como el Açai traído de Brasil tiene una huella de CO2 elevadísima. Para colmo, la mayoría de veces, para abaratar costes, se trae deshidratado en forma de polvo, con lo cual se pierde la mayoría de antioxidantes. Estos tan sólo se encuentran en la pulpa fresca, que es difícil de encontrar porque supone tener que transportar el fruto de forma refrigerada. Con lo cual, es mejor para nuestro bolsillo, nuestra salud y la del planeta sustituirlos por un puñado de frutos del bosque frescos (moras, arándanos…). Lo mismo sucede con las bayas de Goji, la chía, la espirulina, etc. Encarecen nuestra cesta de la compra, pero no suponen beneficios adicionales.

-¿Qué alimentos son enemigos?

-Debemos reducir lo máximo posible los ultraprocesados, harinas blancas refinadas, carne roja, pescado, lácteos enteros, huevos, sal y azúcar.

-¿Falta concienciación sobre el papel de la alimentación en la salud?

-Creo que Nutrición debería ser una asignatura más en Primaria y Secundaria, pues es el momento más importante para adquirir buenos hábitos y mantenerlos. Y, por otro lado, creo que cualquier persona debería tener unos mínimos conocimientos de alimentación saludable para poder cuidarse y vivir una vida plena. Es empoderar a las personas.

-¿Las redes sociales ayudan a concienciar a los jóvenes o son apariencias?

-Han servido para difundir información de forma muy sencilla y llegar al público más joven, pero es un arma de doble filo: cualquiera puede difundir lo que quiera y, lamentablemente, hay veces en que se hace más daño que beneficio. Es importante ser críticos con lo que leamos.