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Cómo detectar los trastornos de la conducta alimentaria
Puede afectar a cualquier edad, pero es en la adolescencia donde aparecen con mayor frecuencia
El hambre es el principio de un dolor que invita a alimentarnos», dijo Voltaire. Pero… a veces no. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), son un grupo de trastornos mentales caracterizados por una conducta alterada ante la ingesta alimentaria y/o la aparición de comportamientos de control de peso. Sus consecuencias pueden ser tanto a nivel físico como psicosocial. Puede afectar a cualquier edad, pero es en la adolescencia donde aparecen con mayor frecuencia. La comida se convierte en el eje central de su vida. La obtención de una imagen corporal, según los cánones que la sociedad plantea, se convierte en una gran preocupación, en una verdadera obsesión. El miedo a engordar lo abarca todo.
Podríamos quedarnos únicamente en valorar estos aspectos y pensar que es un trastorno caprichoso, condicionado por lo que la sociedad, las redes, marcan. Pero hay mucho más. Estos síntomas más visibles son la punta de un iceberg, son la expresión de un dolor, del control, del descontrol, de un gran malestar interno. Los TCA siguen aumentando. Un claro ejemplo es lo sucedido con la pandemia: síntomas que no habían aparecido afloran en estos momentos, o los que se manifestaban con poca intensidad se han exacerbado. Se hace necesario seguir informando sobre ellos de forma rigurosa para poder prevenir o detectarlos precozmente.
¿Cuáles pueden ser las causas?
Son complejas y se ven implicados múltiples factores que pueden hacer que una persona más vulnerable, con mayor predisposición desarrolle un TCA y lo mantenga en el tiempo. No todo el mundo lo hace. Encontramos las causas biológicas, como son los antecedentes personales de familiares de primer grado con un TCA o de otros trastornos, historia de sobrepeso u obesidad… También psicológicas asociadas a determinados rasgos de personalidad como, por ejemplo, rasgos obsesivos, ansiosos, de baja autoestima, de dependencia emocional, de perfeccionismo, autoexigentes, perfeccionistas, dificultad para expresar las emociones… Y las causas sociales como la presión de los medios sociales, malos hábitos alimenticios adquiridos en la infancia, haber sido víctima de acoso escolar, etc.
¿Qué signos de alarma pueden orientarnos?
En la salud física: disminución de peso progresiva, restricción de la ingesta alimentaria, alteraciones metabólicas, retraso en el crecimiento… Cambios del comportamiento y de la personalidad como tristeza, mayor irritabilidad, dificultad de concentración, cansancio, gran preocupación por hábitos sanos, mayor interés por las comidas y la cocina, aumento de la actividad física, cambios en la forma de vestir (ropas muy amplias o muy ajustadas), centrarse en los estudios de forma obsesiva, dificultades para adaptarse a los cambios, posibles vómitos… También cambios en las relaciones sociales: aislamiento, tendencia a comer solas, mayor dificultad para expresar sus emociones, se muestran menos participativas en las actividades familiares o sociales…
¿Se pueden prevenir o detectar precozmente estos trastornos?
La prevención y la detección precoz son herramientas imprescindibles para que disminuya la gran incidencia que en estos momentos tienen los TCA donde el papel de la Enfermería es imprescindible. La intervención y participación de todos (profesionales de la salud, de la enseñanza, familias, asociaciones…), en programas de educación para la salud que favorezcan la adquisición y mantenimiento de hábitos saludables, que puedan disminuir los factores de riesgo y ayuden a fomentar una actitud crítica hacia las exigencias de las redes sociales, es fundamental para que este gran objetivo se cumpla.
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