Técnicas

Cirugía oncoplástica, una forma de reducir el impacto emocional del cáncer de mama en las mujeres

“Cada día que me miro al espejo, poco a poco, se van olvidando los malos ratos, la incertidumbre y la ansiedad vivida”, afirma Judit, de 44 años.

Aumentar la actividad física reduce el riesgo de cáncer de mama
Aumentar la actividad física reduce el riesgo de cáncer de mamaDREAMSTIMEDreamstime

El diagnóstico y tratamiento de un cáncer de mama puede suponer un fuerte impacto emocional en la paciente. En muchas ocasiones, terapias oncológicas como la cirugía de mama, están vinculadas con secuelas y cambios físicos que afectan en gran medida a la autoestima de la mujer.

Una opción para mejorar la calidad de vida y facilitar la recuperación del paciente es “la cirugía oncoplástica, que es una forma moderna de entender la cirugía mamaria en el siglo XXI. Esta intervención permite operar un cáncer de mama, conservando el pecho y al mismo tiempo cuidando la estética y forma de la mama. Con ella, evitamos realizar una mastectomía al 70% de las pacientes que se tienen que someter a una cirugía por cáncer de mama, reduciendo el impacto psicológico de esta intervención”, expone el Dr. Antonio Tejerina, cirujano oncológico y plástico en el Centro de Patología de la Mama–Fundación Tejerina. “Es importante que esta operación la realice un equipo multidisciplinar, formado por un cirujano oncológico y un cirujano plástico, para tratar en común al paciente y su enfermedad”, remarca.

Además, antes de realizar este tipo de intervención resulta imprescindible que se realice un estudio previo de la mama para preparar un correcto plan quirúrgico.

“Hemos visto algo en el pecho derecho y no pinta bien. Lo primero que vino a mi cabeza fue mi hija, no quería perderme su vida”, así recuerda Judit, de 44 años, una de las pacientes con cáncer de mama que fue operada hace unos meses con cirugía oncoplástica en este centro, el momento de su diagnóstico. Fue su ginecóloga quien le remitió al citado centro. “Allí, de una manera rápida y eficaz comenzaron las pruebas para definir el alcance de mi tumor”, recuerda.

“La segunda “bofetada” -prosigue- llegó con las pruebas protocolarias para descartar otras lesiones en mi cuerpo, eso me llenó de incertidumbre y, con ello, llegó la ansiedad mientras intentaba gestionar la situación a la espera de resultados. Después de multitud de pruebas, afortunadamente, empezaban a llegar buenas noticias, mi tumor estaba localizado, era el más habitual, conllevaría cirugía y después tratamiento preventivo”.

El siguiente paso fue la visita al cirujano, quien le explicó que debían extirpar el tumor y unas microcalcificaciones, lo que se podría traducir en quitarle gran parte del pecho o incluso practicar una mastectomía.

Para evitar esta situación, el Dr. Tejerina le habló de la cirugía oncoplástica y cómo, a través de ella, podría mantener la mama afectada por el cáncer. “Puesto que tenía el busto grande e incluso llegaba a limitarme en algunos aspectos de mi vida, como los continuos dolores de espalda o practicar deporte, se planteó la posibilidad de operar el tumor, reduciendo mucho el tamaño de mi mama para evitar malformaciones y, a la vez, reducir el pecho sano, algo que para mi podía ser una oportunidad de ganar salud y a la vez evitar el impacto emocional que conllevaría verme mutilada por la mastectomía”, explica Judit.

Mi cirujano me extirpó el tumor maligno de mi cuerpo, conservó parte de mi mama y estéticamente se ocupó de que mis pechos quedarán exactamente iguales. Con ello, consiguió que el impacto emocional de este proceso fuese menor. Hoy en día, aunque aún estoy viviendo mi proceso oncológico y tengo que darme un tratamiento preventivo de radioterapia y después hormonoterapia durante cinco años, cada día que me miro al espejo, poco a poco, se van olvidando los malos ratos, la incertidumbre y la ansiedad vivida”.