Entrevista

Mª Elena Bottazzi: «Queremos descolonizar el concepto de vacuna; no solo pueden hacerlas multinacionales»

La investigadora, nominada al Premio Nobel de la Paz, ha desarrollado el primer suero contra la Covid-19 libre de patente

María Elena Bottazzi
María Elena Bottazzimax trautnerMAX TRAUTNER

Microbióloga hondureña, nacida en Italia y afincada en Houston, EE UU, suya es la primera, y hasta ahora única, vacuna contra la covid sin patente, Corbevax, lo que la hace accesible a países sin recursos y contribuir, de esta forma, a aumentar la inmunización frente al virus. Un gesto que, además le ha valido ser nominada para el premio Nobel de la Paz 2022.

-Ha desarrollado una vacuna eficaz contra la covid. ¿Cuál ha sido el principal reto para lograrla?

-Se podría pensar que las mayores dificultades son técnicas y científicas, pero la verdad es que eso fue lo más fácil, porque ya llevábamos 10 años trabajando en vacunas para coronavirus (SARS y MERS), y teníamos todos los prototipos de los vectores para producir estas proteínas. Creo que lo más difícil fue demostrar que la tecnología de proteínas recombinantes era una de las más apropiadas y son las ideales para poder tener acceso global. Nos llevó bastante tiempo que la comunidad, no solo científica sino también los que toman las decisiones de invertir, la aceptaran. Muchos se ofuscaron en tratar de buscar soluciones rápidas con tecnologías rápidas, como son las de ARNm, los vectores virales; ciertos países, como China, optaron por las de virus inactivados, pero nadie le dio la misma importancia a las basadas en proteínas recombinantes. Eso nos llevó a no encontrar ningún aliado en el ámbito de las multinacionales. Pero, con mucha suerte, los buscamos en el ámbito regional en los países en vías de desarrollo, y al final, eso también es algo que queremos hacer: descolonizar el concepto de éxito de las vacunas, que no solo las multinacionales pueden hacer estos descubrimientos, que también se puede trabajar con entidades en La India, Asia, Latinoamérica...

-A finales de diciembre Corbevax recibió la autorización en la India. ¿Lo está en algún país más?

-La compañía india Biological E fue la primera –y al principio, la única– que mostró interés, y el codesarrollo ha dado un fruto muy positivo con Corbevax. Después que se anunció esta alianza tuvimos un par más «seguidores» en Indonesia con Biofarma, en Bangladesh, e ImmunityBio para África. Y ahora, cuando Corbevax ya ha demostrado éxito, tenemos más peticiones. La India está buscando aprobaciones globales de la OMS y con otras entidades regidoras. Empezamos con la India, pero la esperanza es que en otros países también la aprueben.

-¿Cuáles son sus características, en qué se diferencia de otras vacunas ya aprobadas?

-Las vacunas basadas en proteínas recombinantes son convencionales, muy similares a cómo se produce y a como se ha estado usando durante más de cuatro décadas, por ejemplo, la vacuna de la hepatitis B. Son muy conocidas por las personas que las usan y también por los laboratorios y las agencias regulatorias, porque ya las han aprobado. Hay varias maneras de hacer producciones de proteínas recombinantes, nosotros optamos por la fermentación microbiana usando las células de levadura, que es, probablemente, una de las más flexibles, más utilizadas y las que producen grandes cantidades de proteínas. Son veganas. Utilizan temperaturas de almacenamiento muy convencionales y no hay una manipulación en la farmacia antes de poderla usar, no hay que hacer diluciones. Además, las vacunas basadas en proteínas tienen unos tiempos de caducidad muy largos porque son muy estables cuando uno las almacena y no hay que estar rehaciendo las producciones muy seguidas porque pueden almacenarse y usarse a largo plazo. También tienen como ventaja, como le mencioné, el hecho de que como ya han sido usadas, se saben las características de seguridad que tienen clínicamente, que no inducen reacciones adversas muy complicadas, son muy leves y las personas las reconocen. Obviamente, todo fármaco tiene potencial de reacción adversa, pero, por ejemplo, en los estudios que hizo en la India la compañía de Bilogical E vio que las reacciones que obtuvieron fueron 50% más leves que las que se han visto, por ejemplo, con Covishield (la versión india de la vacuna anticovid de AstraZeneca). Y ahora, que ya fueron evaluadas específicamente contra la covid, vemos también que tienen porcentajes de eficacia tan altos como las de ARNm.

-El ser una vacuna «tradicional», como dice, ¿puede incentivar que personas que han tenido dudas con otras se inmunicen?

-Sin duda. Es muy probable que el tener la opción de una vacuna con procesos y éxitos previos va a tener mas aceptación, especialmente en padres de familia que ya han inmunizado a sus hijos con otras basadas en proteínas recombinantes.

-¿Cuáles son sus resultados, qué cifras de efectividad tiene frente al SARS-CoV-2?

-La compañía está en vías de publicar los datos, que han sido revisados por las instituciones reguladoras y por eso han sido aprobados. Los estudios de fase III se hicieron con un concepto de comparación y para determinar superioridad con Covishield, y demostraron esta superioridad estadísticamente. Se hizo una comparación de la cantidad de anticuerpos neutralizantes y ahí es donde se vio, de nuevo, que su eficacia es mayor del 80% frente al virus Delta y Beta, y más del 90% para el virus original, el de Wuhan.

-¿Y protege frente a Ómicron?

-Ahora se están haciendo estudios para evaluar esto, somos optimistas y, viendo los estudios preliminares, la eficacia es muy parecida a la que ya se está demostrando con las otras vacunas, especialmente las de ARNm, que se pierde un poco la eficacia, pero confieren todavía protección suficiente contra Ómicron.

María Elena Bottazzi
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-¿Cuál será la pauta de esta nueva vacuna?

-El esquema original, cuando alguien no ha recibido ningún tipo de vacuna, es de dos dosis con 28 días de separación. Lo que se ha visto en los resultados de los estudios clínicos de seguimiento es que, después de seis meses, en las personas que recibieron dos dosis el nivel de anticuerpos se mantiene muy constante, no declina, como se ha visto en las otras vacunas. Entonces, esas personas que han recibido o recibirán dos dosis de Corbevax, es posible que no tengan que hacer refuerzos antes de los seis meses. Pero más o menos es igual que con las otras vacunas, que se requiere, un refuerzo después de seis meses. Lo que se está haciendo ahora es la evaluación de las personas que ya han recibido otra vacuna, cómo es el esquema de poder integrar Corbevax para convertirse también en dosis de refuerzo con una dosis. La aprobación original era de 18 años en adelante, pero la semana pasada ya recibió autorización para 12 años en adelante. Y probablemente en un par de semanas, va a recibir otra extensión de la autorización para cinco años en adelante, por lo que va a ser también adecuada para la población pediátrica.

-Corbevax no tiene patente, lo que quiere decir que cualquiera puede desarrollarla. ¿Por qué optaron por este modelo?

-Nuestro centro lleva trabajando más de dos décadas para desarrollar vacunas para enfermedades tropicales desatendidas, enfermedades de la pobreza, y sabíamos que para poder desarrollar estas vacunas, para las que no hay potencial comercial detrás, habría que buscar maneras de quitar barreras que pudieran desincentivar a nuestros colaboradores, porque eventualmente, quién va a beneficiarse de ellas –para Chagas, parásitos intestinales, esquistosomiasis...–, tiene que ser un modelo altruista, de subsidio gubernamental. Ya teníamos eso en nuestro ADN como centro de investigación. Cuando empezamos a desarrollar nuestro programa SARS y MERS ya no había emergencia, esas enfermedades se consideraban desatendidas y conseguimos fondos para desarrollar prototipos, pero con la idea de que iban a ser vacunas que, a lo mejor, nunca se iban a tener que utilizar, pero que se necesitaba tener listas por si acaso volvieran a ser emergentes. Sabíamos que había una gran posibilidad de que hubiera una re emergencia y, viendo que la Covid-19 se estaba convirtiendo en una pandemia global y que en la mesa no habían alternativas para poder tener acceso global, decidimos continuar con esa visión. ¿Por qué agregar una barrera en vez de hacer colaboraciones puramente técnicas, científicas? Lo que queríamos era acelerar los procesos y que las compañías no se vieran distraídas en tener que negociar cuestiones con abogados. Siempre hemos optado por no patentar. Además, la información de nuestras investigaciones ya estaban abiertamente publicadas y, al tener ya la ciencia abierta uno no tiene la oportunidad de patentar porque ya es de dominio público.

-Precisamente por esta decisión ha sido nominada al Nobel de la Paz 2022. ¿Qué se siente?

-Estamos orgullosos, sorprendidos... pero es un reflejo de lo que hemos tratado de hacer, de utilizar este concepto de diplomacia, de forjar alianzas, de fraternidad entre el país desarrollado con el en vías de desarrollo, pero con este concepto de crear la autosuficiencia en los países que siempre son relegados porque, a lo mejor, hasta no se les tiene en consideración. Estas investigaciones tienen también que nacer de las mismas entidades académicas en países en vías de desarrollo, y la verdad es que sí se puede. Eso es cambiar un poco esa cultura de que, porque se viene de un país como Honduras, por ejemplo, nuestras entidades académicas no pueden tener esa capacidad de investigación y desarrollo. Y sí se puede, lo que pasa es que se necesita apoyo, sostenibilidad, inculcar esa cultura académica que no solo es dar clases, sino también el concepto de que sea aplicable para poder crear soluciones. Y después dar esas colaboraciones, públicas y privadas, para poder avanzar dichas investigaciones. La verdad es que es un honor y una responsabilidad, porque ahora hay que tratar de seguir inculcando esos objetivos para que, en algún momento, sean adoptados. Que no solo sea para la covid, que podamos seguir utilizándola especialmente para desarrollar estas intervenciones que son importantes también para las enfermedades de la pobreza.

-¿Cree que, para acabar con la pandemia, y que toda la población tenga acceso a las vacunas, otras ya aprobadas deberían seguir el mismo camino?

-Creo que sí, especialmente cuando uno quiere quitar barreras para poder, no solo transferir tecnologías a estas entidades de manufactura en países en desarrollo, para ayudar a aquellos que quieren crear nueva capacidad regional. Es cierto que, como toda tecnología nueva, es más cara, es más difícil, hay que construir fábricas, hay que capacitar al personal y es un poco más complejo.

-¿Se atreve a poner fecha al fin de la pandemia?

-¡No sé! Si logramos vacunar en este año, idealmente antes del verano, tal vez tenemos una vía libre en el 2023. Todo va a depender de cuánto podemos cambiar un poco la dinámica de este virus, de vacunar a la gente en este año para que 2023 sea realmente el año de retorno a la normalidad.